LECCIÓN: 1
LOS CINCOS PUNTOS ESENCIALES DE LA BIBLIA
Este
estudio es continúo a los tres anteriores, es por eso que tenemos que
visualizar los mismos según el tema que estudiemos, esto nos ayudará más a
conocer a Dios y todo su plan con los suyos.
1.- PECADO ORIGINAL. CORRUPCION TOTAL.
EXPOSICIÓN DE LA DOCTRINA.
Este
breve asentamiento de este estudio para poder guiarnos hacia más profundidad
Bíblica. La doctrina de la corrupción total aparece en la confesión de Westminster
de las maneras siguientes; "Por este pecado nuestros primeros padres
cayeron de su rectitud original y perdieron la comunión con Dios, y por tanto
quedaron muertos en el pecado y totalmente corrompidos en todas las facultades
y partes del alma y del cuerpo"
"Siendo
ellos el tronco de la raza humana, la culpa de este pecado le fue imputada, y
la misma muerte en el pecado y la naturaleza corrompida se transmitieron a la
posterioridad que desciende de ellos según la generación ordinaria.
El
alcance y los efectos del pecado original San Pablo, Agustín y Calvino toman
como punto de partida el hecho de que toda la humanidad pecó en Adán y que
todos los hombres son "inexcusables" Ro. 2:1. Pablo recalca una y
otra vez que estamos muertos, Efe. 2:12. Podemos notar en este versículo el
énfasis quíntuple que hace el apóstol colocando frase sobre frase para acentuar
dicha verdad.
La
doctrina de la corrupción total, que declara que el hombre sean igual de malos,
ni que no exista persona alguna sin alguna virtud, ni que la naturaleza humana
sea mala en sí misma. Lo que significa es que el hombre desde la caída se
encuentra bajo la maldición del pecado, y que es incapaz de amar a Dios.
El hombre
no regenerado puede, debido a la gracia común, amar a sus familiares, ser buen
ciudadano, quizá de donar un millón de pesos para un hospital, pero no puede
dar ni un simple vaso de agua fría a un discípulo en el nombre de Jesús. Un
hombre si fuere borracho, puede que logre abstienes de la bebida por laguna
razón; pero jamás podrá hacerlo por amor a Dios.
Pruebas
Bíblicas: I Cor. 2:14, Gen. 2:17, Rom. 5:12, II Cor. 1:9, Efe. 2:1-3; 12, Jer.
13:23, Sal. 51:5, Jn. 3:5 Ro. 3:10-12.
2. EL DECRETO ETERNO DE DIOS. ELECCIÓN INCONDICIONAL.
EXPOSICIÓN DE LA DOCTRINA.
La
doctrina de la elección ha de considerarse sólo como una aplicación particular
de la doctrina general de la predestinación en tanto se relaciona con la
salvación de los pecadores. La confesión de Westminster presenta la doctrina de
la siguiente manera: "Por el decreto de Dios, para la manifestación de su
propia gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados a vida eterna, y
otros preordenados están designados particularmente inalterablemente, y su
número están cierto y definido que ni se puede aumentar ni disminuir".
Es
importante entender con claridad esta doctrina de la elección divina, ya que
nuestro concepto de dicha doctrina determinará nuestro concepto de Dios, del
hombre, del mundo, y de la redención. Calvino dice "Jamás nos
convenceremos como debiéramos de que nuestra salvación procede y mana de la
fuente de la misericordia gratuita de Dios, mientras no hayamos comprendido se
elección eterna, pues ella, por comparación, nos ilustra la gracia de Dios.
PRUEBA BÍBLICA.
La
primera pregunta que debemos formularnos es, ¿Hallamos esta doctrina en las
Escrituras? Consideremos lo que dice San Pablo en Ef. 4:5. También es bueno
considerar la cadena de oro con sus cinco eslabones; conocidos, predestinados,
llamados, justificados, glorificados. Ro. 8:29.30. Podemos considerar esta
elección bajo diferentes aspectos: (ver cat. menor P. 7 y 8)
A) Una Elección Individual.
Las
Escrituras presentan la elección como algo que ocurre en el pasado sin
consideración a méritos personales, y totalmente soberano. Ro. 9:11,12; Jn.
15:16; Ro. 5:6,8; 1Rey. 19:18.
B) Una Elección Nacional.
Dios
escoge a algunas naciones para que reciban mayores bendiciones espirituales y
temporales que otras. Esta forma de elección ha sido bien ilustrada en la
nación Judía, en ciertas naciones europeas y de América. A través del Antiguo
Testamento se afirma que los judíos eran un pueblo escogido. Am. 3:2; Sal.
147:20; Deut. 7:6
C) Una Elección Para Los Medios Externos De Gracias.
Nacer en
un hogar cristiano donde se escucha y lee el Evangelio. Nadie puede escoger el
lugar de su nacimiento.
D) Una Elección En Cuanto Las Vocaciones.
Dios nos
concede los talentos especiales que nos capacitan para ser estadista, o médico,
o abogado, o agricultor, o músico, ser inteligente, o los dones de belleza,
etc.
La
elección también incluye a los ángeles, pues de ellos son partes de la creación
de Dios y están bajo su gobierno. Algunos son Santos, otros pecaminosos. 1 Tim.
5:21; Mar. 8:38: 2 Ped. 2:4: Mt. 25:41.
3. LA
EXPIACIÓN LIMITADA.
La
pregunta que tenemos que discutir es, ¿Ofreció Cristo su vida como sacrificio
por toda la humanidad, sin distinción o excepción; o la ofreció solamente por
los elegidos? Los calvinistas sostienen que según la intención y el plan de
Dios, Cristo murió por los elegidos únicamente.
La
confesión de Fe Westminster dice concerniente a esta doctrina "Por tanto,
los que son elegidos, habiendo caído en Adán son redimidos por Cristo, y en
debido tiempo eficazmente llamados a la fe en Cristo por el Espíritu Santo; son
justificados, adoptados, santificados, y guardados por su poder, por medio de
la fe, para salvación. Nadie más será redimido por Cristo eficazmente llamado,
justificado, adoptado, santificado y salvado, sino solamente los elegidos.
(Cap. 3 secc. 6) cat. m. P, 16.
Esta
doctrina no significa que se puede limitar el valor o el poder de la expiación
que Cristo hizo. El valor de la expiación depende de y es medio por la dignidad
de la persona que la hizo Jesucristo el Hijo de Dios. Es importante hacer esta
declaración: El calvinista limita la expiación al decir que ésta no es aplicada
a todas las personas, el Arminiano la limita al decir que solamente el que cree
es salvo.
Las
escrituras afirman que Cristo fue un rescate por sus elegidos. Cristo también
enseñó que los elegidos y los redimidos eran las mismas personas, leer; Jn.
10:14,15; 15:13: 17:6, 9,10; Ef. 5:25. Cristo murió por hombres como Pablo y
Juan, no por hombres como Faraón y Judas, quienes eran cabras y no ovejas. En
Génesis leemos que Dios "puso enemistad" entre la simiente de la
mujer y la simiente de la serpiente.
En Gal.
3:16 Pablo usa el término "simiente" y lo aplica a Cristo como
individuo, dándonos a entender que la simiente de la mujer es el pueblo de Dios
elegido. De igual manera puede notarse que la simiente de la serpiente es esa
porción de la raza humana no elegida por Dios. Prestemos atención a las
palabras del señor Jesús en Jn. 6:70; 8:44. Y las de Pablo, Hech. 13:10.
4. LA
GRACIA EFICAZ. EL LLAMAMIENTO EFICAZ
La
confesión de Westminster presenta la doctrina de la gracia eficaz de la
siguiente manera, "A todos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a
ellos solamente, la agrada en su tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente
por su palabra y Espíritu fuera del estado de pecado y muerte en que están por
naturaleza, a la gracia y salvación por Jesucristo, iluminando espiritual y
salvadoramente su entendimiento, a fin de que comprendan las cosas de Dios;
quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de carne, renovando sus
voluntades y por su potencia todopoderosa, induciéndoles hacia aquello que es
bueno, y trayéndoles eficazmente a Jesucristo; de tal manera que ellos vienen
con absoluta libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la voluntad de hacerlo"
(cap. X secc. I y2)
Creemos
que los méritos de la obediencia y del sufrimiento de Cristo son suficientes,
adecuados y ofrecidos gratuitamente a todos los hombres. Pero surge la
pregunta, ¿Por qué se salva y otro se pierde? ¿Por qué razón unos se arrepienten
y creen, mientras que otros, con los mismos privilegios externos no se
arrepienten? El calvinista sostienen que es Dios quien causa la diferencia. El
Arminiano, atribuye la diferencia a los hombres mismos.
Las
escrituras enseñan que el hombre en su estado natural está totalmente muerto en
su pecado, y que Dios por su gracia nos resucita. Ef. 2:1,4-6; Jn. 5:24; Col.
2:13; Tít. 3:5; 1 Ped. 2:9; II Cor. 5:17; Ez. 11:19.
La
regeneración y el llamamiento eficaz, no viola la libertas del hombre. Dios tampoco
trata al hombre como si fuese una piedra o un pedazo de madera. Dios ilumina la
mente y cambia todos los conceptos erróneos que el pecador abriga sobre Dios
sobre sí mismo, y sobre el pecado. La persona regenerada comienza a ser guiada
por nuevos motivos y deseos, y cosas que antes odiaba, ahora ama y desea. Este
cambio no acontece por ninguna compulsión externa, sino debido a un nuevo
principio de vida creado en el alma y que busca lo que le satisface.
5. LA
PERSEVERANCIA DE LOS CREYENTES. (DE LOS SANTOS)
La
doctrina de la perseverancia de los santos aparece en la confesión Westminster
de la manera siguiente: "A quienes Dios ha aceptado en su amado, y que han
sido eficazmente llamados y santificados por su Espíritu, no pueden caer ni
total ni definitivamente del estado de gracia, sino que ciertamente han de
perseverar en él hasta el fin, y serán salvados eternamente. Fil. 1:6; 2 Ped.
1:10; Jn. 10:28,29; 1 Jn. 3:9. Cap. XVII secc. 1 y 2
Esta
perseverancia... depende no de su propio libre albedrío, sin o de la
inmutabilidad del decreto, que fluye del amor gratuito e inmutable de Dios
Padre (2 Tim. 2.18,19; Jer. 31:3) de la eficacia del mérito y de la intercesión
de Jesucristo (Heb. 10:10,14; 13:20,21; 7;25; 9:12-15; Jn. 17:11,24; Rom.
8:33-39) de la morada del Espíritu" (Jn. 14:16,17: 1 Jn. 2:27; 3:9). Si
Dios ha escogido incondicionalmente a ciertas personas para vida eterna, y si
su Espíritu aplica eficazmente a éstas los beneficios de la redención, entonces
la conclusión es, que estas personas serán eternamente salvas.
La
perseverancia no depende de nuestras buenas obras sino de la gracia de Dios.
Pablo enseña que los creyentes no están bajo la ley sino bajo la gracia y por
esto no pueden ser condenados por haber violado la ley (Rom. 6:14; 7:4,8; 4:15;
Gal. 5:3).
La
doctrina de la perseverancia, no significa que el creyente no pueda caer en
pecado, el mejor de los creyentes aun puede caer en pecado. (2 Cor. 4:7; Rom.
7:19-25) En cuanto a los supuestos creyentes que se apartan de la fe
definitivamente, demuestra que nunca han sido hijos de Dios. La cizaña nunca
fue trigo. Mat. 13:38; 2 Cor. 11:14; Mt. 24:24; Rom. 9:6,7; 1 Jn. 2:9; Apc.
2:9.
LECCIÓN: 2
ACENTAMIENTO PARA ESTE ESTUDIO
Mientras existen otras doctrinas de gran
importancia, estas cinco son las básicas para su desenvolvimiento como
cristiano frente a Dios y el mundo. Al no conocerlas no sólo en forma
intelectual sino también en su propia vida, ellas amoldarán su manera de pensar
como también servirán de base para las demás doctrinas bíblicas.
También te llevaran a una comunión con Dios El
Señor más intima y así compartir del evangelio como es debido, según lo
anunciado en la gran comisión. (Mateo 28: 19-20)
LA PRIMERA DOCTRINA: Se enfoca
sobre la condición del hombre, es decir, su depravación total. Actualmente
escritores en las ciencias humanas tratan de describir lo que es el hombre
dentro de su realidad actual. Para Freíd, el problema del hombre está al nivel
sexual. Para Marx, la realidad socio-económica amolda al hombre. El es nada más
o menos que el reflejo de su realidad. La palabra de Dios entra en juicio sobre
el hombre por su estado de rebelión frente a Dios, y su degeneración personal y
social. La Biblia nos presenta un retrato completo del estado del hombre su
depravación total.
LA SEGUNDA DOCTRINA: Nos
presenta un Dios de amor y misericordia. Un Dios que incondicionalmente elige
del fango del mundo, a su pueblo, para rescatarlo, regenerarlo y restaurarlo a
la plenitud de vida. Mientras Dios ama a todas sus criaturas, El antes de la fundación
del mundo, se fijo en su pueblo preferido. Un pueblo que en si no tubo nada de
qué jactarse. Un pueblo sin valor antes de que Dios extendiera su amor en
elección. Un amor que ha elegido personas de toda tribu, nación y lenguaje para
compartir en su pueblo. Una amor que ha elegido “una gran multitud, la cual
nadie podrá contar” (Apocalipsis 7.9).
LA TERCERA DOCTRINA: Nos
muestra cómo Dios salvó a su pueblo. La salvación para su pueblo se consiguió
en la Cruz del Calvario. Cristo murió en la cruz en el lugar del pecador,
aquella persona que Dios el Padre eligió en su amor. Cristo tomó sobre sí, el
castigo que el pecador merece para que él recibiera la justicia de Cristo, Ahora
el pecador, conoce perdón de pecados, restauración con Dios y la gracia de Dios
sobre su vida. Cristo en verdad murió por su pueblo para que sea verdaderamente
un pueblo de Dios.
LA CUARTA DOCTRINA: Nos
señala la obra del Espíritu Santo al atraer el pecador a Cristo. El es el que
da la nueva vida que hace posible escuchar y entender el mensaje del Evangelio.
El es el que convencerá al pecador de su pecado y su situación trágica. El es
el que da fe al pecador para confiar en el Señor como También arrepentirse. Sin
la obra del Espíritu Santo eficazmente atrae al Señor en una forma suave y
dulce, a los pecadores elegidos al señor.
LA QUINTA DOCTRINA: Da
mucha confianza como también esperanza al verdadero cristiano, elegido por el
amor de Dios, justificado por la muerte de Cristo en la Cruz y la regeneración
por el Espíritu Santo. Es la doctrina que nos muestra el verdadero cristiano es
salvo para siempre. Su salvación verdaderamente es asegurada, no sobre
cualquier esfuerzo humano, sino por la intervención constante del poder de
Dios. El que Dios el Padre ama, le protege. El que Dios el Hijo rescató, le
sostendrá. El que Dios el Espíritu Santo regeneró, le santificará. Todo viene
al cristiano por la gracia no merecida de Dios para con él.
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y
de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus
caminos! Porque de El, y por El y para El son todas las cosas. A El sea la
gloria por los siglos. Amén.
LECCIÓN: 3
1: DEPRAVACIÓN TOTAL.
Como hay muchas ideas equivocadas respecto a la
depravación total, es necesario ante todo establecer lo que no es la doctrina;
y luego, en segundo lugar, explicar lo que es.
I. LO QUE NO ES
A. NO ES DEPRAVACIÓN ABSOLUTA.
A veces la palabra depravación unida a la palabra
total da la impresión de que el hombre es todo lo malo imaginable, todo lo malo
que puede ser, algo así como el diablo.
Pero depravación total no es lo mismo que
depravación absoluta. Depravación absoluta significa que una persona expresa su
depravación siempre a la enésima potencia. No sólo sus pensamientos, palabras y
acciones son pecaminosos, sino que lo son en grado sumo. Ser totalmente
depravado, sin embargo, no significa que una persona es lo peor posible en
forma intensiva, sino lo más mala posible en forma intensiva, sino lo más mala
posible en forma intensiva.
No es que no pueda cometer un crimen peor que el
que ha cometido; antes bien, es que nada de lo que hace es bueno. El permea
todas las facultades de su alma y todas las esferas de su vida. Es incapaz de
hacer una cosa que sea buena. Ilustrémoslo. Cuando el niño miente, a menudo
dice mentiras pequeñas. Estas mentiras podrían ser mucho peores. Sin embargo en
sí mismas ya son malas. Ese mentir es malo. En consecuencia, el niño es malo.
Pero no tan malo como podría serlo.
O, cuando los niños se pelean, a menudo lo hacen
mofándose el uno al otro o dándose golpes a empujones; pero podrían hacerlo
sacándose los ojos con tijeras o poniendo alfileres debajo de las uñas.
Unos adultos llaman a otros “estúpido” y
“miserable”; pero en vez de insultarse podrían quitarse la vida.
Hitler fue un criminal vicioso; sin embargo
incluso el perdonó a algunos pueblos franceses ante los ruegos de un sacerdote.
Kitty Genovese fue dejada a morir en Nueva Cork a
la vista de veintiocho personas. Esta apatía, este no querer mezclarse en un
asunto así, es abominable; y sin embargo los veintiocho hubieran podido ayudar
a matarla. Y no lo hicieron. No eran todo lo malos que podían ser.
Durante el reinado del rey Saúl hubo un periodo
transitorio: “El Espíritu de Jehová se aparto de Saúl y le atormentaba un
Espíritu malo de de parte de Jehová” (1S. 16.14). En otras palabras, en la
primera parte de su reinado no actuó en forma tan mala como lo hizo en la
segunda parte. Incluso los que están cometiendo el pecado imperdonable (He.
6:4-8) no actuaron en otro tiempo todo lo mal que hubieran podido, sino que
“una vez fueron iluminados y buscaron el don celestial y fueron hechos
participantes del Espíritu Santo”.
Siempre ha habido hipócritas en la iglesia: los
que tienen apariencia de santidad, pero niegan el poder de Dios (2 Ti. 3.5), e
incluso predican y realizan milagros, como en el caso d Judas. Estos hipócritas
incluso hubieran podido prescindir de las apariencias de caridad y perseguir
directamente a la gente pero no lo hicieron.
Los pecados del hombre no solo son tan malos como
podrían ser, sino que tampoco son tan amplios como podrían ser. Un hombre
determinado no comete todos los pecados posibles. Todos nosotros violamos de
pensamiento los mandamientos de Dios, pero no todos los violamos de hecho. Todos
sentimos odio, por ejemplo, pero no todos cometemos homicidios. Casi todos
tenemos deseos lujuriosos, pero no todos hemos cometido adulterio de hecho.
La explicación de esta moderación en el pecado
está en que Dios, por medio de su gracia común (es decir la gracia que se da a
los no creyentes), refrena a las personas para que no hagan el mal que podrían
hacer. Por ejemplo, en Génesis 20 leemos que e rey Abimelec no pecó tanto como
podría haberlo hecho, porque Dios l impidió que cometiera adulterio con Sara,
esposa de Abraham. Y pablo escribe a los tesalonicenses que “ya está en acción
el ministerio de la iniquidad” (2ª Te.2.7), pero a este espíritu malo le hace
frete alguien “quien al presente lo detiene”.
B. NO ES UNA AUSENCIA COMPLETA DE BIEN
RELATIVO.
No sólo es cierto que el no regenerado no comete
los peores pecados posibles, no todas las clases de pecado, sino que también es
cierto que es capaz de hacer algún bien _ si s entiende adecuadamente la
palabra bien.
El catecismo de Heidelberg ofrece una definición
muy clara de bien. En respuesta a la pregunta: “¿pero cuáles obras son buenas?”
el Catecismo responde: “Sólo las que se hacen por fe verdadera, de acuerdo con
la ley de Dios, y para su gloria” (pregunta y respuesta 91). Así pues según el
Catecismo, hay tres elementos indispensables para que las obras sean
verdaderamente buenas: fe verdadera, conformidad con la Ley de Dios y
motivación adecuada.
Por otra parte una obra relativamente buena en lo
exterior quizá puede parecer buen y sin embargo puede no haber nacido de
verdadera fe ni ser para ni ser para la gloria de Dios, Los no cristianos, aun
siendo totalmente depravados pueden realizar obras relativamente buenas.
Supongamos, por ejemplo, que un no creyente roba
$5.000 de un banco y luego escribe un cheque por $1.000 para la Cruz Roja, a
fin de que lo alaben. Este donativo en lo exterior está conforme a la ley de
Dios; pero como nace de la fe y como carece del motivo de glorificar a Dios, es
pecaminoso. Es una acción sólo relativamente buena.
Albert Schweitzer es ejemplo de alguien que negó
el Cristianismo Bíblico y sin embargo avergonzó a muchos cristianos ortodoxos
con su amor y amabilidad. Sacrificó tres carreras brillantes y renunció a la
cultura de Europa para ir a trabajar y a sufrir con los negros de África. Como
filosofo experto en el nuevo testamento y organista de fama mundial, se sentía
como Dives, vestido de púrpura y lino fino, lleno de lujos, en tanto que había
tanto lazaros en África cuyas heridas lamían los perros. Se dedico en una forma
sacrificada al cuidado de los enfermos en el corazón de África, viviendo una
vida ejemplar de bien relativo. Sus acciones externas se conformaban a la ley
del amor; pero no creía en el Dios trino y no lo guiaba el motivo justo de la
gloria de; sus acciones se podrían llamar verdaderamente buenas sólo en un
sentido relativo.
Tomemos otros ejemplos de bien relativo.
Consideremos al soldado no cristiano que en el combate es modelo de valor y
amor al lanzarse sobre una granada para salvar a sus compañeros. O al no
cristiano que arriesga la vida al arrojarse frente a un camión para rescatar la
vida de un niño. O al pagano blasfemo que ayuda al mendigo. O al judío que dona
su amplia propiedad para que se utilice como parque público. O al unitario que
da $100.000 para construir unos laboratorios en la universidad. O al anciano
que vive al otro lado de la calle y no quiere saber nada de la iglesia. Es
respetable, cuida muy bien de su casa, arregla el jardín, ama a su esposa, da
caramelos a los niños del vecindario, y no jura.
En todos estos ejemplos están ausentes dos
ingredientes necesarios de las buenas obras: fe en Jesucristo y el motivo de
hacerlo todo para la gloria del Dios trino. Por esta razón se las puede llamar
obras relativamente buenas. *
La Biblia da ejemplos de bien relativo. El Antiguo
Testamento menciona a tres reyes, por ejemplo
Jehú, Joas, y Amazías quienes no temieron verdaderamente a Dios, y
fueron reprobados. Sin embargo de Jehú dice Dios: “Por cuanto has hecho bien
ejecutando lo recto delante de mis ojos…tus hijos
* El
título del Artículo XIV de la Confesión Belga menciona lo “verdaderamente
bueno” cuando habla de la “incapacidad” del hombre caído “par hacer lo que es
verdaderamente bueno” Los Cánones de Dort hablan de “bien que salva” (III-IV, 3).
Estos términos pueden ser engañosos porque incluso las acciones del regenerado
no son “verdaderamente buenas”, ya que ni su fe ni el motivo que lo guía son
completamente perfectos.
Ninguna persona en la tierra ama a Dios con todo
el corazón, la mente y el alma. Y sin embargo, las acciones del Cristiano
regenerado son de una índole completamente diferente de las del incrédulo. La
fe y la motivación adecuada están presentes, aunque en una forma imperfecta.
Tampoco es correcto hablar del “bien que salva”, puesto que el cristiano no se
salva por las buenas obras, sino por Cristo.
Se sentarán sobre el trono de Israel hasta la
cuarta generación” (2R. 10.30). De Joas la Biblia dice que “hizo lo recto ante
los ojos de Jehová” (2 R. 12.2). Y el escritor repite las mismas palabras en el
caso del rey Amazías. Así pues, estos reyes hicieron cosas agradables delante
de dios, si bien, en último término, se perdieron.
En el Nuevo Testamento Cristo afirma el hecho de
que los réprobos hacen el bien cuando mandan a los discípulos que amen no sólo
a sus amigos sino también a sus enemigos. Dijo así: “Si hacéis bien a los que
os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo”
(Lc. 6.33). En otras palabras, Cristo dice que los no elegidos hacen el bien.
También aquí no se puede interpretar esto en el sentido de que hacen lo que es
verdaderamente bueno, sino un bien relativo.
Y Pablo escribe a los romanos (2.14) que “los
gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley”. No
conocen a Jesucristo, no poseen la ley del Antiguo Testamento, sin embargo
hacen cosas que en lo externo están de acuerdo con la ley de Dios cosas que son
agradables a Dios en un sentido relativo,
Vemos, pues, que la depravación total no significa
que los hombres sea el epítome del diablo. Porque, de hecho, el hombre no
comete todos los pecados posibles; y los pecados que comete no siempre son todo
lo malo posible. Además, vemos que él puede incluso realizar una cierta
cantidad de bien relativo. ¡Cuán agradecidos podemos estar a Dios por el
ejercicio de su gracia común, con la cual no sólo refrena del mal al no
regenerado, sino que también lo capacita para hacer este bien relativo!
II. LO QUE ES
A. POSITIVAMENTE: SÓLO PECAR Y SIEMPRE
PECAR.
Aunque afirmamos que el hombre natural, el que no
ha sido regenerado por el Espíritu Santo, puede hacer el bien relativo, es
necesario volver a insistir en que incluso este bien no es fundamentalmente
“verdadero bien” a los ojos de Dios. La razón de esto es, como dice la Confesión
Belga, que están ausentes la motivación del amor y la fe. De hecho, ese bien
relativo no es otra cosa, en el sentido más profundo, que pecado y maldad.
La depravación total significa que el hombre
natural nunca puede hacer ningún bien que sea fundamentalmente agradable a
Dios, y, de hecho, hace siempre el mal. Este es el testimonio diáfano de la
Escritura.
En Génesis 6.5 se nos dice “que la maldad de los
hombre era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del
corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. Fijémonos cuidadosamente en
la descripción de la maldad. Era mucha. Llegaba hasta lo más recóndito del
hombre. No sólo a su corazón, no sólo a los pensamientos de su corazón, sino
también al designio de los pensamientos del corazón. Estas actitudes íntimas,
según la Biblia, eran sólo el mal y lo eran de continuo siempre. Génesis 8.21
añade que esto era así, no solo cuando el hombre ya era maduro, sino desde la
juventud.
Jeremías dice que “engañoso es el corazón más que
todas las cosa, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (17.9). El testimonio de la
mayoría de los Cristianos concuerda con el de Jeremías. Incluso después de que
una persona se hacho Cristiana, y por consiguiente conoce mejor las cosas,
resulta aterrador comprobar cuán hipócrita, engañador, y malo es su corazón.
El salmista dice que esta depravación se aplica
incluso en el caso del recién nacido: “He aquí, en maldad he sido formado y en
maldad me concibió mi madre” (51.5). Esto no significa que el acto sexual sea
malo, sino que desde la concepción, el nacimiento el hombre está contaminado
con el pecado debido a la caída de Adán.
En forma inequívoca Pablo, citando los Salmos 14 y
53, dice “No hay justo, ni aun uno, no hay quien entienda. No hay quien busque
a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo
bueno, no hay ni siquiera uno… No hay temor de Dios delante de sus ojos (Ro.
3.10-18).
Esta depravación es, pues, extensiva más bien que
intensiva. El hombre no peca en todas las formas posibles, ni en la forma peor
posible, puede incluso hacer algún bien relativo, pero peca en todo lo que
hace. No hace ni una sola cosa que sea completamente agradable a Dios.
B. NEGATIVAMENTE: INCAPACIDAD TOTAL.
Otra forma de describir la depravación total es
llamarla incapacidad total, de hecho, muchos prefieren ese término al de
depravación total, ya que éste conduce a pensar que el hombre es todo lo malo
que puede ser: El término incapacidad total, sin embargo, tiene el defecto de
ser demasiado negativo. Sugiere que la condición pecadora del hombre es una
carencia más bien que una característica positiva. Pero el término es muy útil
para hacer entender el hecho de la incapacidad del hombre para hacer, entender,
e incluso desear el bien. Examinemos esta triple incapacidad del hombre.
1. EL HOMBRE NO PUEDE HACER EL BIEN.
La confesión Belga es muy bíblica cuando afirma la
“incapacidad” del hombre natural “para hacer lo que es verdaderamente bueno”.
Los Cánones de Dort son también bíblicos cuando confiesan que “todos los
hombres son incapaces del bien que salva”
Al hablar de la total incapacidad moral del no
regenerado para hacer el bien, Jesús en cierta ocasión pregunto: “¿Acaso se
recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?” Su respuesta fue: “todo
árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen
árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos” Mt. 7.17-18).
En otras palabras, el no regenerado no puede hacer
lo que es verdaderamente bueno.
Pablo en cierta ocasión dijo, escribiendo en una
forma semejante: “Nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a
Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor sino por el Espíritu Santo” (1Co.
12.3).
En otra ocasión Jesús dio el secreto de la vida
cristiana: la unión con Cristo (Jn. 15). Utilizó la metáfora de la vid y los
pámpanos. Al hablar de la incapacidad para hacer buenas obras, dijo: “como el
pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, sino permanecéis en mí… Separados
de mí nada podéis hacer” (Jn. 15.4-5). Esto es incapacidad total.
Con afirmaciones igualmente amplios, Pablo niega
la incapacidad del no cristiano para hacer el bien cuando escribe: “La mente
carnal (es decir, no regenerada) es enemistad contra Dios; porque no se sujeta
a la ley de dios, ni tampoco puede; y los que viven según la carne (es decir
los no regenerados) no pueden agradar a Dios” (Ro. 8.7-8). Lea de nuevo esta
descripción triple de la depravación total o incapacidad total: el no cristiano
es enemigo de Dios, y le resulta imposible hacer el bien y agradar a Dios.
2. EL HOMBRE NO PUEDE ENTENDER EL BIEN.
El hombre no sólo es incapaz de hacer el bien por
si mismo; ni siquiera puede entender el bien. Esta ciego como Cíclope, con su
único ojo quemado. Lidia por ejemplo, oyó a Pablo predicar a Cristo a orillas
del río en Filipos. Sólo después de que el Señor abrió su corazón pudo
comprender lo que Pablo decía (Hch. 16.14). Hasta ese momento su comprensión
estaba entenebrecida, para emplear la descripción que Pablo hace de los
gentiles en Éfeso (Ef. 4.18). O, para emplear otra ilustración paulina, el velo
que tenía sobre el corazón le impedía ver la verdad (2 Co. 3.12-18). Pero
cuando dios actuó en su corazón espiritual, pudo responder a la predicación de
Pablo.
Durante el ministerio de Jesús, los judíos lo rechazaron.
“a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (Jn. 1.11). El problema no estuvo
en la presentación de la verdad. La verdad estaba allí. Jesús era el hijo de
dios encarnado. La luz brillo en la oscuridad, pero la oscuridad no pudo
comprenderla.
El Hijo realizó milagros y predicó a los judíos,
pero éstos blasfemaron de Él. En cierta ocasión Jesús preguntó: “¿Por qué no
entendéis mi lenguaje?” Él mismo dio la respuesta: “porque no podéis escuchar
mi palabra” (Jn. 8.43).
Sin duda que los judíos oían a Jesús con sus oídos
físicos. Pero Jesús hablaba acerca de sus oídos espirituales. Como dijo en otra
ocasión, “De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis y no percibiréis” (Mt.
13.14). Esto explica por qué algunos teólogos y estudiosos de la Biblia pueden
dedicar la mayor parte de la vida a estudiar la Biblia y sin embargo rechazan a
Jesucristo como su Dios, Señor y Salvador.
La causa del rechazo no está en el testimonio
claro de la palabra de Dios. Antes bien, está en la ceguera, tinieblas y dureza
de su corazón. Si el hombre no está regenerado, no puede entender.
Uno de los pasajes más claros que enseñan la
incapacidad del hombre natural para entender las cosas de Dios es 1 Corintios 1
y 2. Pablo dice que la palabra de la cruz (es decir, el mensaje central del
cristianismo) es locura para los que se pierden (1 Co. 1.18). Con su propia
“sabiduría” no llegan a conocer a Dios (v.21).
Si pudieran conocer a Dios con su sabiduría
natural, entonces muchos sabios serían cristianos. Pero no ocurre así. La razón
de que mentes brillantes no acepten el cristianismo es que todas las mentes son
ciegas, a no ser que estén regeneradas. Porque como afirma pablo, el hombre
natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son
locura, y no las puede entender; porque se han de discernir espiritualmente”
(2.14). En otras palabras, sin el Espíritu Santo uno no puede entender las
cosas de Dios.
3. EL HOMBRE NO PUEDE DESEAR HACER EL BIEN.
El no cristiano no sólo es incapaz de hacer nada
que sea verdaderamente bueno, no solo es incapaz de entender el bien, sino,
peor todavía, ni siquiera puede desear el bien. Una cosa es tener un objetivo
bueno y no poder alcanzarlo. Esta incapacidad de alcanzar un objetivo bueno es
parte de la depravación del hombre. Otra cosa es tener un objetivo bueno, pero
no poder siquiera entender lo que es ese objetivo.
Esta falta de comprensión también es parte de la
depravación del hombre. Pero el colmo de la depravación total es que el hombre
natural ni siquiera desea un objetivo bueno. No le preocupa en lo más mínimo.
Esta última afirmación no es exacta. Sí le preocupa: odia el bien y la fuente
del mismo, a saber, Dios. Esta falta de deseo de Dios es a la vez el abismo y
el epítome de la depravación total del hombre natural.
Esta incapacidad de desear el bien, y
especialmente a Jesucristo, la expresa Jesús mismo con vigor en otra de sus
frases definitivas expresadas en forma negativa (Mt.7.18; Jn. 3.3; 8.43; y
15.4-5).
Dijo “ninguno pude venir a mí, si el Padre que me
envió no le trajere” (Jn. 6.44). Poco después repitió el mismo pensamiento con
palabras diferentes: “Ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre”
(Jn. 6.65). He aquí la depravación total: el hombre no puede escoger a Jesús.
Ni siquiera puede dar el primer paso para acudir a Jesús, a no ser que el Padre
lo atraiga. Y esta depravación es universal. “ninguno” puede venir; dice Jesús.
No sólo algunos no pueden, sino que nadie puede. Esta es incapacidad universal
y total.
La prueba más poderosa de que el hombre no puede
ni desear el bien se encuentra en las ilustraciones bíblicas que hablan del
efecto de la acción inicial del espíritu santo: corazón de carne, nacimiento,
creación y resurrección. Estas expresiones demuestran con claridad que un niño
puede entender la incapacidad moral total del hombre.
Por ejemplo, en el Antiguo testamento se describe
al no regenerado como poseedor de un corazón que esta hecho de piedra (Ez.
11.19). El corazón de piedra no tiene vida. Está muerto no puede hacer nada.
Esta es la incapacidad total. Pero Dios dice que regenerará a su pueblo. Pondrá
un Espíritu nuevo en ellos, y entonces tendrá un corazón de carne, que está
vivo. Entonces poseerán la capacidad de seguir a Dios.
Jesús utilizó la analogía del nacimiento: “el que
no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3.3). El bebe nunca
desea o decide nacer. Nunca contribuye ni en un ápice a su propio nacimiento.
En todo el proceso, desde la concepción hasta el nacimiento, está completamente
pasivo y es completamente incapaz de controlar su propio nacimiento. De forma
semejante, el no creyente no puede dar un solo paso hacia su nuevo nacimiento.
Lo debe generar el espíritu santo. Los arminianos enseñan el concepto
antinatural de que alguien que espiritualmente no es puede desear nacer, puede
creer en Cristo y entonces nacer de nuevo. Pero un “no ser” no existe y por
consiguiente no puede tener deseos de ir a Cristo.
Pablo usa la ilustración de la creación. Dijo que
si alguien está en Cristo es una criatura nueva (2Co. 5:17, Gal. 6.15). Lo que
no existe-la nada-nunca se puede producir a sí mismo. El concepto mismo de
creación implica necesariamente pasividad e incapacidad totales por parte del
objeto que va ser creado. Lo que es cierto en el terreno físico lo es también
en el espiritual: las personal son totalmente incapaces de hacerse a sí mismas
criaturas nuevas en Cristo.
Pablo también utilizó la analogía de la
resurrección cuando en Efesios 2.1 escribió, “Y Él os dio vida a vosotros,
cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.” En el versículo 5 dice:
“Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo”
(Col. 2.13).
Algunos buenos cristianos interpretan estos
versículos en el sentido de que el hombre está herido o enfermo, pero no muerto,
porque dicen que el hombre sigue teniendo la capacidad de pedir la ayuda de
Dios para su salvación. El hombre tiene poder para creer o no creer. No está
realmente muerto; porque si lo estuviera, no podría pedir ayuda. Sólo está
enfermo. Sí lleno de pecado, enfermo con el pecado, pero aun así puede pedir al
doctor que lo ayude. Pero el calvinista sostiene la enseñanza clara de la
Biblia y dice: “No, está muerto. Ni siquiera puede abrir la boca. Ni siquiera
tiene deseo alguno de llamar al doctor para que lo ayude. Está muerto.”
El Arminiano compara al no regenerado con alguien
que se arroja por la ventana de un segundo piso, se rompe tres costillas, y una
pierna, pero sigue viviendo. El hombre sabe que está gravemente herido y por
tanto necesita un doctor. De hecho, puede pedir ayuda de algún transeúnte o
arrastrarse hasta el teléfono para llamar al doctor. Desea sanar.
El calvinista, sin embargo, compararía al hombre
con alguien que salta del último piso de un rascacielos y se aplasta en la
calle. Incluso si quedara algo sano en él después de llegar al suelo, no sabría
que necesita ayuda, y mucho menos la podría pedir. El hombre está muerto –sin
vida- y ni siquiera puede desear sanar.
O, para utilizar otro ejemplo: La postura que da
al hombre algo de crédito por su salvación al otorgarle la capacidad de creer,
describe al hombre como ahogándose. Éste agita la cabeza dentro del agua y
mueve vertiginosamente los brazos, tratando de mantenerse a flote. Si alguien
no lo ayuda, morirá. Quizá ya se le han medio llenado de agua los pulmones;
incluso puede haber perdido el conocimiento por unos momentos, pero sigue
teniendo suficiente presencia de ánimo y capacidad para moverse y gritar para
que lo salven. Si llama al salvavidas, éste lo salvara.
La descripción bíblica, sin embargo, es la de un
hombre que está en el fondo del océano, a más de mil metros de profundidad. El
peso de agua es de seis toneladas por centímetro cuadrado. Ha estado ahí
durante mil años y los tiburones han devorado su corazón.En otras palabras, el
hombre está totalmente muerto y es totalmente incapaz de pedir a nadie que lo
salve. Para que se salve tiene que ocurrir un milagro. Alguien tiene que
sacarlo de la superficie y devolverle la vida, y entonces podrá pedir al
salvavidas que lo rescate.
Esta es la descripción del pecador. Está muerto en
sus pecados y transgresiones (EF.12.1, 5). No desea sanar. Está muerto.
Cuando Cristo le grito a Lázaro que saliera del
sepulcro, éste no tenía vida como para oír, incorporarse, y salir. No había en él
ni un hálito de vida. Para poder oír a Jesús quien lo instaba a salir, éste
tuvo que devolverle la vida. Jesús lo resucitó y entonces Lázaro pudo
responder.
Estas ilustraciones ponen de manifiesto el punto
básico de la discrepancia entre los arminianos y los calvinistas, lo que Martín
Lutero afirmó que era el eje en torno al cual giró toda la reforma.* El
Arminiano y nos referimos a él con cordialidad aunque no es bíblico en este
punto cree que Cristo murió por el pecado y que nadie puede contribuir a lo más
mínimo a pagar por sus propios pecados. Hasta aquí todo está bien. “Jesús pagó
por todo, todo se lo debo a él”.
* La
esclavitud de la voluntad, por Martín Lutero. El título de este libro es otra
buena descripción de la depravación completa y de la incapacidad total. La
voluntad no es libre: está en esclavitud, sometida al diablo. Es “como un
animal que se encuentra entre dos jinetes. Si lo monta Dios, quiere lo que Dios
quiere y va donde Dios desea. Si lo monta Satanás, quiere lo que quiere Satanás
y va donde Satanás desea. Tampoco puede escoger al jinete; son los mismos
jinetes los que luchan para decidir quién lo va a conseguir.” Este excelente
libro de Lutero contra las ideas no bíblicas de Erasmo muestra lo buen
calvinista que era Lutero.
Pero la entraña del problema está en que el
Arminiano va todavía más lejos y afirma que el no salvo puede, pude por su
propia fuerza y con ayuda del espíritu Santo, pedir a Jesús que lo salve. Y una
vez que lo pide, entonces nace de nuevo.
El “calvinista” bíblico, sin embargo dice no. El
Arminiano ha empezado la casa por el tejado. El hombre está muerto en sus
pecados y delitos, no sólo enfermo o herido, pero todavía con vida. No, el no
salvo, el no regenerado, está espiritualmente muerto (Ef.2) Es incapaz de pedir
ayuda a no ser que Dios cambie su corazón de piedra por un corazón de carne y
lo haga vivir espiritualmente (Ef.2.5). Entonces, una vez que ha nacido de
nuevo, puede por primera vez acudir a Jesús para expresar pesar por sus pecados
y pedirle que lo salve.
La pregunta es: ¿Es Dios el autor sólo de la
redención o también de la fe? ¿Pone Dios de parte suya el sacrificio vicario de
Cristo, y el hombre su fe? ¿O es la fe también don de Dios (Ef.2.8)? ¿Depende
la salvación parcialmente de Dios (dar a Cristo en la cruz) o totalmente de
Dios (dar a Cristo para que muera por nosotros además de darnos la fe)?
¿Se queda el hombre con un poquito de la gloria-la
incapacidad de creer? ¿O pertenece toda la gloria a Dios? La enseñanza de la
depravación total es que Dios es merecedor de toda la gloria y el hombre no es
digno ni de una mínima parte de ella.
CONCLUSIÓN.
De la enseñanza bíblica acerca de la depravación
total del hombre se puede sacar tres lecciones.
1. LA DEPRAVACIÓN TOTAL EXPLICA LOS
PROBLEMAS DE NUESTRO MUNDO.
El odio congénito hacia Dios y al hombre
constituye la raíz de las violencias estudiantiles, de las protestas
sangrientas, de las anarquías, de las huelgas egoístas, del tráfico de drogas,
de los crímenes y del caos general hacia el cual se encamina el mundo.
Sin querer ser simplistas ni ingenuos, se puede
afirmar que la sociedad no resolverá estos problemas básicos hasta que las
personas nazcan de nuevo y se vuelvan a Jesucristo. Porque la Biblia nos dice
que el hombre no está vivo espiritualmente, y la consecuencia es “que no hay
quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta;
con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está
llena de maldición y de amargura.
Sus pies se apresuran para derramar sangre;
quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No
hay temor de Dios delante de sus ojos” (Ro. 3.12-18). Y todo empeorará antes de
mejorar, según las profecías de la Biblia. En los últimos tiempos, Satanás quedará
en libertad por un tiempo, y parecerá como si las fuerzas del mal se hubieran
desencadenado.
Esto no significa que la conversión del mundo
entero resolvería todos los problemas. Porque los cristianos nacidos de nuevo
siguen siendo pecadores, aunque básicamente han sido cambiados. El mundo
necesita más que la conversión: necesita que los cristianos apliquen los
principios cristianos a la política, al trabajo, a la economía y a la sociedad
general.
Pero esta enseñanza de la depravación total debe
poner sobre aviso al cristiano para que no se sorprenda ante la mentalidad
destructora rebelde, anárquica y llena de odio del mundo presente; y nos
debería indicar la necesidad que se tiene del evangelio para resolver estos
problemas.
2. EL CONOCIMIENTO DE LA DEPRAVACIÓN
TOTAL DEBERÍA TAMBIÉN ENSEÑARNOS QUE SOMOS TOTALMENTE MALOS Y ESTAMOS EN UNA
SITUACIÓN TERRIBLE A NO SER QUE DIOS NOS AYUDE
Cuando alguien se entera por la Biblia de la
enormidad de su pecado, debería querer acudir a Dios para pedirle, “Ayúdame,
Jesús, Soy malo y pecador. He obrado mal. No soy bueno. Sálvame Jesús.” Cuando
lo hace, se sigue una tercera verdad.
3. EL CONOCIMIENTO DE LA DEPRAVACIÓN
TOTAL LE ENSEÑARÁ AL HOMBRE QUE SI DESEA PEDIR A DIOS QUE LO AYUDE, LO HACE
SÓLO PORQUE DIOS MISMO PONE EN ÉL EL QUERER Y EL HACER SEGÚN SU BUENA VOLUNTAD
(FIL. 2:12.13)
Sabrá que Jesús no sólo murió por sus pecados,
sino que Dios incluso puso en su corazón la capacidad de creer en Jesús.
Entonces exclamará, “¿Hasta dónde llega la bondad de Dios?” No sólo envía a
Cristo para que cargue con el castigo que a mí me correspondía, sino que
incluso hace que yo, quien en realidad no amo a Jesús, desee amarlo y creer en
él. ¡Qué Dios tan bueno!
INSTRUCCIONES PARA AYUDAR A
LOS LÍDERES EN EL EMPLEO DE LAS PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN
1. Todos
tienen intereses diferentes y formación diferente; de aquí se desprende pues
que no todas las preguntas servirán para todos. Sepa, pues, seleccionar las que
le parezcan de mayor interés. Su número es más que suficiente para una sesión.
2. Si alguien
responde correctamente a la pregunta desde un principio, quizá no sea lo mejor
decir: “Muy bien; pasemos a la siguiente pregunta.” Antes bien, desempeñe el
papel del abogado del diablo: interrogue a los demás a ver si están de acuerdo
con la respuesta dada, y pregunte por qué lo están. El aprendizaje es más
provechoso cuando hay desacuerdo en las respuestas. Deje que los demás discutan
las divergencias por un rato. Como líder no trate de resolver el problema de
inmediato. Pero al final esté seguro de dar lo que usted piensa que es la
verdad. No los deje en la duda, pero permítales discutir entre sí durante un
tiempo.
3. Nunca
se ría de ninguna respuesta ni la ridiculice, por muy tonta que piense que es.
El hacerlo es la forma más segura de detener la discusión. Los demás tendrían
miedo de que les fuera a ridiculizar, en el caso de que cometiera algún error.
Sin estar de acuerdo con el error sugerido, suele ser posible hallar algo de
verdad en la respuesta dada. Es mejor aprovechar eso y luego discretamente
mostrar en que aspectos estaba equivocada la persona.
4. No
haga preguntas a las que se pueda responder con un sí o un no. En este caso
fracasaría. La pregunta estaría seguida de un rotundo silencio. Si hace esa
clase de preguntas, continúelas con un “¿Por qué?” aunque usted sepa todas las
respuestas, no lo de a entender y haga que expliquen por qué piensan en la
forma en que lo hacen.
PREGUNTAS PARA ESTUDIO Y DISCUCIÓN DEL CAPÍTULO QUE USTED HA TERMINADO DE LEER:
1. ¿Por qué se dice que la depravación es Total?
2. ¿Cuál es la diferencia entre depravación total y depravación absoluta?
3. ¿Qué es gracia común? Mencione por lo menos tres aspectos de la misma.
4. ¿Es el cristiano totalmente depravado?
5. Dé algunos ejemplos de depravación total basándose en noticias
recientes o en la vida de conocidos.
6. ¿Qué quiere decir “bien relativo”?
7. ¿Por qué el así llamado bien relativo no es fundamental y básicamente
malo?
8. Tome la vida de algún no cristiano bien conocido. ¿Es totalmente malo?
Al responder, asegúrese de que define que quiere decir por bien y por mal.
9. De ejemplos de personas que externamente hacen el bien, pero cuyas
motivaciones son malas. ¿Hacen el bien y o el mal? ¿Por qué?
10. ¿Puede amar a Dios el no regenerado? Acuda a su
Biblia al contestar las siguientes preguntas:
1. ¿Qué dicen los siguientes textos sobre la depravación total del
pecador:
A. Salmo 51.5
B. Juan 6.44, 65
C. Juan 8.7, 8
D. Romanos 8.7, 8
E. 1 Corintios 2.14
2. ¿Qué dice la enseñanza bíblica de la depravación total? ¿A la luz de
la Depravación total se podrá conseguir un mundo mejor por medio de ¿mayor
educación? O ¿por la elevación de sueldos? ¿Nivel de vida? etc.
3. Al estudiar las Escrituras, ¿cuál describe la situación del pecador; la
de un enfermo o la de un muerto? Fíjese en el Apéndice de este estudio.
1. ¿Cuáles son los artículos de la “Confesión Belga de Fe” como de la “Confesión
de fe de Westminster” que tratan de la depravación total? ¿Hay alguna idea en
ellas que le resulte original? ¿Cuál es?
2. A la luz de su estudio de la Biblia, como también de estos documentos Históricos
formule en sus propias palabras lo que es la situación del Hombre.
LECCIÓN: 4
2: ELECCIÓN INCONDICIONAL
Cuando se utilizan los términos Predestinación o
elección Divina, muchas personas se estremecen; y se imaginan al hombre
aprisionado en las garras de un Destino horrible e impersonal. Otros –aun
algunos los que creen en la doctrina- piensan que esto está muy bien pero para
las aulas de teología, pero que no tiene por qué mencionarse desde el púlpito.
Preferirían que la gente lo estudiara en secreto en su propia casa.*
Una actitud tal no es bíblica y se origina en la
falta de conocimiento de la que la Biblia dice acerca de la elección. Porque la
elección, lejos de ser una doctrina horrible, si se entiende bíblicamente, es
quizás la mejor enseñanza, la más cálida y más alegre de toda la Biblia. Esta
hará que el cristiano alabe a Dios y le agradezca su bondad al salvarlo
gratuitamente, ya que como pecador lo que merecía era el infierno.
* Como
la predestinación está asociada tan íntimamente con Juan Calvino, es muy
instructivo ver la actitud humilde, piadosa y temerosa de Dios que el
reformador tuvo hacia el tema. Fue tan deliciosamente bíblica y humana, que lo
he citado extensamente en la parte final del estudio.
A fin de entender lo que la Biblia dice acerca de
la elección divina, examinémosla bajo los siguientes aspectos:
I. Lo qué es.
II. Base bíblica.
III. Algunas aclaraciones.
IV. Ventajas prácticas.
I. LO QUE ES
Para poder entender claramente lo que es la
elección incondicional, ayudará el conocer el significado de algunos términos:
A. PREDETERMINACIÓN.
Predeterminación significa el plan soberano de
Dios, por medio del cual éste decide todo lo que va a suceder en el universo
entero. Nada sucede en este mundo por casualidad. Dios está detrás de todas las
cosas. Él decide y hace que las cosas sucedan. No se sitúa al margen, temiendo
quizá lo que pueda suceder a continuación. No, Él ha predeterminado todas las
cosas “según el designio de su voluntad” (Ef. 1.11): el movimiento de un dedo,
el pálpito del corazón, la risa de una niña, el error de una
mecanógrafa-incluso el pecado. (Vea Gn. 45.5-8; Hch. 4.27-28; y el cap. 6 de
este libro.)
B. PREDESTINACIÓN.
La predestinación es parte de la predeterminación.
En tanto que la predeterminación se refiere a los planes que Dios tiene para
todas las cosas que suceden, la predestinación es la parte de la
predeterminación que se refiere al destino eterno del hombre: cielo o infierno.
La predestinación se compone de dos partes: elección y reprobación. La elección
tiene que ver con los que van al cielo, y la reprobación con los que van al
infierno.
C. ELECCIÓN INCONDICIONAL.
Para entender este término, consideramos cada palabra:
1.
Elección. Todos sabemos que es una elección nacional: escoger entre candidatos a
uno para que sea presidente. Elegir significa escoger, seleccionar, optar. La
elección divina significa que Dios escoge a algunos para que vayan al cielo. A
otros los pasa por alto y éstos irán al infierno.
2.
Incondicional. Una elección condicional es una elección que está
condicionada por algo que hay en la persona que es elegida. Por ejemplo, todas
las elecciones políticas son elecciones condicionales, la selección del votante
está condicionada por algo que el candidato es o ha prometido.
Algunos candidatos prometen el cielo si son
elegidos. Otros prometen solamente ser buenos representantes y hacer todo lo
que crean mejor. Otros apelan al hecho de que son de un grupo determinado o de
una clase social determinada. Así pues las elecciones humanas son siempre
elecciones condicionales, ya que la decisión del votante se basa en las
promesas e índole del que va a ser elegido.
Pero, por sorprendente que pueda parecer, la
elección divina es siempre elección incondicional. Dios nunca basa su elección
en lo que el hombre piensa, dice, hace o es. No sabemos en qué basa Dios su
selección, pero no es algo que esté en el hombre. No es que ve algo bueno en un
hombre específico, algo que induce a Dios a decidir elegirlo.
¿Y no es esto maravilloso? Supongamos que la
elección que Dios hace para el cielo se basara en algo que teníamos que ser o
pensar o hacer. ¿Quién se salvaría entonces? ¿Quién podría presentarse delante
de Dios y decirle que ha hecho alguna vez algo siquiera por un instante, que
fuera realmente bueno en el sentido más profundo de esta palabra? Todos
nosotros estamos muertos en nuestros pecados y transgresiones (EF. 2).
No hay nadie que haga el bien, nadie (Ro. 3) Si la
elección de Dios se basara en una sola cosa buena que se encuentra en nosotros,
entonces nadie sería elegido. Entonces nadie iría al cielo; todos irían al
infierno. Porque nadie es bueno. Por lo tanto, agradezcamos a Dios su elección
incondicional.
Para dejar bien claro lo que quiere decir elección
incondicional, es necesario referirse al arminianismo. No me agrada tener que
hacerlo, porque puede parecer que sea enemigo de los arminianos. Por el
contrario, creo que los arminianos pueden ser cristianos nacidos de nuevo. *
Ellos creen que hay un Dios trino, que Jesús es Dios, y que murió por los
pecados del hombre, sostienen la salvación por la fe sola y no por las obras.
Por consiguiente, todos los verdaderos creyentes los que confían en Jesús como
salvador suyo deberían sentirse en verdadera comunión cristiana con los
arminianos. Son uno en Cristo.
Aunque los arminianos son cristianos sinceros,
están completamente equivocados respecto a las siguientes doctrinas de
depravación total, elección incondicional, expiación limitada, gracia
irresistible y perseverancia de los santos. Y la única razón por la que
mencionamos el arminianismo es para mostrar con mayor claridad las enseñanzas
bíblicas.
* El
arminianismo recibió el nombre del teólogo Holandés, Jacobus Arminius, quien
vivió de 1560 a 1609. Desarrolló los Cinco Puntos del Arminianismo, contra los
cuales se pronunció el concilio de la iglesia de Dort (Holanda) en 1618-19.
Porque lo blanco nuca es tan blanco como cuando se
contrapone a lo negro. Así también, las verdades bíblicas del Calvinismo nunca
se ven tan claras como cuando se le contrapone a las ideas erróneas del
arminianismo. De esta manera, no es sino con renuencia que menciono tanto al
arminianismo, pero lo hacemos por amor y aprecio por ellos. Simplemente
deseamos presentar el gozo pleno de la fe cristiana que no sea oscurecido con
la idea errónea de la elección condicional.
Según el Arminiano, la elección divina y si creen
en la elección es incondicional. Creen que Dios prevé quien creerá en Cristo, y
entonces, basado en ese conocimiento previo, Dios decide elegir a los creyentes
para el cielo. Creen que a veces el hombre natural y no regenerado posee
suficiente bondad en sí mismo para que, si el Espíritu Santo lo ayuda, desee
elegir a Jesús. El hombre elige a Dios, y entonces Dios elige al hombre. La elección
de Dios queda condicionada por la elección del hombre. El Arminiano, pues
enseña la elección condicional; en tanto que el calvinista enseña la elección
incondicional.
II. BASE BÍBLICA
Los Cinco Puntos del Calvinismo están íntimamente
ligados entre sí. El que acepta uno de los puntos aceptará los demás. La
elección incondicional se desprende necesariamente de la depravación total.
Si los hombres son totalmente depravados y sin
embargo, algunos se salvan, entonces es obvio que la razón de que algunos se salven
y otros se pierdan descansa enteramente en Dios. Todo el género humano
continuaría perdido si quedara abandonado a sí mismo y Dios no escogiera a
algunos para que se salvaran. Porque por naturaleza el hombre está
espiritualmente muerto (Ef. 2) y no sólo enfermo. No posee en sí mismo ni vida
ni bondad espirituales. No puede hacer nada que sea verdaderamente bueno nada,
ni siquiera entender las cosas de Dios y de Cristo, y mucho menos desear a
Cristo o la salvación.
Sólo cuando el Espíritu Santo regenera al hombre
tener fe en Cristo y ser salvo. Por consiguiente, si la depravación total es
bíblicamente verdadera, entonces la fe y la salvación consiguiente se dan sólo
cuando el Espíritu Santo actúa por medio de la regeneración. Y la decisión
respecto a que a qué personas serán objeto de su acción debe pertenecer por
completo, ciento por ciento, a Dios, ya que el hombre, como está
espiritualmente muerto, no puede pedir ayuda. Esto es elección incondicional:
La elección de Dios no depende de nada de lo que el hombre hace.
A. JUAN 6.37, 39
Jesús prometió a sus oyentes, “Todo lo que el
padre me da, vendrá a mí; y al que a mi viene, no le hecho fuera, Y ésta es la
voluntad del padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo
nada sino que lo resucite en el día postrero.”
Se ve muy claramente que aquellos que resucitarán
en el último día- todos los creyentes verdaderos- el Padre se los da a Cristo.
Y sólo aquellos que el Padre a Cristo pueden venir a él. La salvación está por
completo en las manos del Padre. Él es quien se los da a Jesús para que se
salven. Una vez que hayan sido entregados a Jesús, éste se preocupará entonces
de que ninguno de ellos se pierda. Así pues, la salvación depende por completo
de que el Padre entregue a algunos a Cristo. Esto no es más que la elección
incondicional.
B. JUAN 15.16.
Cristo dijo, “No me elegisteis vosotros a mí, sino
que yo os elegí a vosotros.”
Si hay algún texto que señale claramente la
elección incondicional es éste. El Arminiano dice que él escoge a Cristo.
Cristo dice, “No, vosotros no me elegisteis a mí. Al contrario, yo os elegí a
vosotros.”
Es cierto que el cristiano elige a Cristo. Cree en
él. Es decisión suya. Y sin embargo Cristo dice, “No, no me elegisteis vosotros
a mí.” La observación negativa de Cristo es una forma de decir que si bien el
cristiano cree a veces que él mismo es el factor decisivo en elegir a Cristo,
la verdad es que en último término, es Cristo quien escoge al creyente.
Y entonces después de esto, el creyente elige a
Cristo. Nosotros pensamos que todas las cosas buenas que hacemos en la vida,
tal como creer en Cristo las logramos por nuestros propios medios; pero debemos
recordar que Dios es quien produce en nosotros tanto el querer como el hacer,
según su buena voluntad (Fil. 2.12, 13). Juan lo expresó de otra forma en su
primera carta, “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” El amor de
Dios es anterior al amor del hombre. Este es el amor selectivo de Dios.
C: HECHOS 13.48.
Lucas informó, “Creyeron todos los que estaban
ordenados para vida eterna.”
He aquí otro texto de una claridad total para
quienquiera que lea la Biblia sin nociones preconcebidas acerca de la elección.
Lucas cuenta las conversiones ocurridas en Antioquía donde Pablo y Bernabé
habían predicado. Al informar acerca de los resultados del ministerio de ellos
emplea las palabras del texto citado.
Esto ha turbado a los arminianos hasta tal punto
que sus teólogos han tratado de retorcer las palabras para hacerlas decir, ”Todos
los que creyeron estaban ordenados para vida eterna”; y el predecesor del
unitarianismo, Socino (1539-1604), de hecho tradujo de esta forma, pero esto
violenta totalmente el texto. Esta traducción armonizaría muy bien con la
teoría arminiana según la cual Dios prevé quiénes van a creer y luego los
predetermina. Pero la Biblia dice exactamente lo contrario: “Creyeron todos los
que estaban ordenados para vida eterna.” La sencillez cabal de este texto es
sorprendente.
D. 2 TESALONICENSES 2.13.
El apóstol Pablo afirmó, “Pero nosotros debemos
dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el señor,
de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la
santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.”
Adviértase ante todo que se dice que el Señor amó
a los tesalonicenses. Este es ya amor selectivo. Este término “amados por”
nunca se emplea para el caso del no creyente, o del mundo, en ninguno de los
pasajes de la Biblia. Dios nunca llama a Judas o al mundo que lo rechaza,
“amados por el Señor.” Este término se reserva para aquellos que aman a Jesús y
que han sido salvados por su muerte. Esto es ya un indicio del amor eterno y
selectivo de Dios.
Luego adviértase que Pablo dice expresamente que
Dios escogió a los tesalonicenses, dando a entender que pasó por alto a otros.
Además, Pablo escribe que Dios los escogió desde
el principio; es decir desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1.4)-desde la
eternidad. Alguien dirá, “Seguro que los escogió desde la eternidad, que
preordenó quiénes irían al cielo; pero lo hizo basado en el conocimiento
previo. Dios previó quienes creerían en Cristo y basado en esto los escogió.”
Esta forma de razonar pasa por alto la enseñanza
clara de Pablo. Pablo no dice que Dios escogió a los tesalonicenses porque eran
santos o creyeron. Al contrario, dice exactamente lo opuesto. Dios los escogió
“para salvación”. Algunas de las versiones modernas lo traducen “para ser
salvados” (Versión Popular). La salvación viene sólo por fe; de manera que
cuando Pablo dice que Dios escogió a los tesalonicenses “para ser salvados”,
esto, desde luego, implica que Dios eligió darles el único medio para conseguir
esa salvación a saber, la fe.
Si Dios eligiera dar a alguien el resultado sin
darles los medios para conseguirlo, la elección no tuviera significado. Por si
hubiera todavía algunos que dudaran de la que la fe sea un don de Dios y no
fruto de los esfuerzos del hombre (Ef. 2.8), Pablo dice expresamente que Dios
los escogió para salvación “mediante la santificación por el Espíritu y la fe
en la verdad”. En otras palabras, salvación, santificación y fe forman un todo
que les vino a los tesalonicenses de parte de Dios. Así pues, 2 Tesalonicenses
enseña una elección de Dios que no depende de nada que haya en el hombre, ni de
su santificación ni de su fe. No, la elección de Dios es incondicional.
E. EFESIOS 1.4-5.
Pablo dice que Dios padre nos ha bendecido con
toda bendición espiritual, “según nos escogió en él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos
predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad.”
Adviértase con qué vigor habla Pablo de la
elección. Dice que Dios “nos escogió”, no que nosotros escogimos a Dios. Luego
agrega que Dios nos ha “predestinado”. Además, la elección soberana se subraya
más con la afirmación de que Dios nos escogió en Cristo; es decir, nos escogió
no debido a nosotros mismos sino por causa de Cristo Jesús.
Quizá algunos arminianos continuarán arguyendo que
Dios sí predestinó a algunos, pero que esto se basó en el conocimiento que Dios
tenía de quienes iban a creer. Por consiguiente, la decisión depende realmente
del hombre y no de Dios. Pero adviértase que Pablo no dice que Dios nos escogió
porque somos santos, sino, para que fuésemos santos y sin mancha. Y la santidad
incluye la fe, porque no hay santidad sin fe. Efesios 1 se opone por completo a
lo que dice el Arminiano, y excluye la elección que se base en algo que haya en
el hombre-obras o fe.
Esta conclusión se refuerza más cuando Pablo
agrega que esta elección y predestinación fueron “según el puro afecto de su
voluntad”. Dios no escogió al hombre porque previó que hubiera en él algo que
valiera la pena, como la fe, porque entonces hubiera dicho que nos predestinó
“según la fe prevista en el hombre”. Por el contrario, Pablo omite cualquier
alusión al hombre y dice que la razón se encuentra solamente en “el puro
afecto” de Dios.
Para hacer resaltar con más fuerza esta elección
soberana de Dios, que no se basó en nada que exista en el hombre, Pablo agrega
la expresión, “de su voluntad”. Esto no fue necesario para su razonamiento.
Había dicho que la elección había sido según el puro afecto de Dios; esto era
suficiente para indicar que la elección de Dios se basaba en razones que
estaban totalmente en el mismo. Pero luego agrega “de su voluntad”, lo cual
indica todavía con más vigor la libertad de la elección de Dios, el hecho de
que la razón hay que buscarla sólo en su voluntad.
F. ROMANOS 8.29, 30.
Pablo afirma, a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo…Y a los que
predestinó a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó:
y a los que justificó, a éstos también glorificó.”
Si hay algún versículo que parezca apoyar el
concepto arminiano de la predeterminación basada en el conocimiento previo, es
éste. Pero sólo mediante una lectura superficial se llegaría a esta conclusión.
Porque la palabra traducida en la versión antigua como “antes conoció” es una
expresión griega y hebrea que significa “amar antes”. Cuando la Biblia dice que
Adán “conoció” a Eva, no quiere decir que Adán conoció lo alta que era y la
clase de temperamento que tenía. No, significa que Adán amó a Eva. Y cuando
David dice que Dios “conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos
perecerá” (Sal, 1), no dice que Dios conoce al justo y no conoce al malo. Dios
conoce todas las cosas y a todas las personas, incluyendo a los malos.
Propiamente David quiere decir que Dios ama el camino de justo y odia el camino
del malo, al cual castigará.
En forma semejante, cuando dios dice por medio de
Amós, “a vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra”
(3.2), no niega su omnisciencia, diciendo que no conoce a nadie más
intelectualmente. No se trata de una metáfora que significa, “de entre todas
las familias de la tierra solamente os he amado a vosotros.”
Del mismo modo, cuando pablo dice en romanos 8.29,
“a los que antes conoció, también los predestinó”, Pablo utiliza la expresión
bíblica de “conocer” en lugar de “amar” y quiere decir “a los que antes amó,
los predestinó.” Si “conoció” significara aquí sólo conocimiento intelectual,
entonces Dios no lo conocería todo; porque entonces no conocería a los que no
ha predestinado para la justificación y glorificación. Lo que Pablo dice en
Romanos 8 es que hay una cadena áurea de salvación que comienza con el amor
eterno y selectivo de Dios y continua por eslabones irrompibles a través de la
predeterminación, el llamamiento efectivo, la justificación, hasta la
glorificación final en el cielo.
En lugar de apoyar el punto de vista arminiano de
que la predeterminación se basa en el conocimiento previo, Romanos 8 está de
acuerdo en forma definitiva con el resto de la Escritura en el sentido de que
la predeterminación del creyente se basa en el amor eterno de Dios. Gracias a
Dios de que existe esta cadena ininterrumpida de salvación. El que cree en
Cristo sabe que forma parte de ella.
G. ROMANOS 9:_6-26.
Todos los textos mencionados previamente son
excelentes para mostrar que Dios no elige a las personas porque haya algo en
ellas que lo atraiga. Pero la afirmación más espléndida de todas se encuentra
en Romanos 9.
El problema principal de Romanos 9-11 es éste:
“¿Cómo pueden los israelitas, quienes poseyeron todas las bendiciones de Dios
en el pasado, estar espiritualmente perdidos? ¿Ha olvidado Dios sus promesas a
Israel?” Pablo responde con un no rotundo. “No que la palabra de Dios haya
fallado” (9.6). Entonces dedica el resto del capítulo a mostrar que la
salvación no se obtiene porque uno sea descendiente físico de de Abraham, sino
que se recibe de la gracia soberana de Dios. Y esto es lo que deseamos mostrar:
El primer indicio se encuentra en el hecho de que Rom. 9.7 Pablo habla de la
elección soberana de Isaac en lugar de Ismael. Dios habló en forma soberana y
selectiva, “en Isaac te será llamada descendencia.”
Luego Pablo señala la misma elección soberana en
el caso de Jacob y Esaú. Jacob y Esaú tenían los mismos padres e incluso habían
nacido a la vez: eran gemelos. Sin embargo Dios en forma soberana escogió a
Jacob y pasó por alto a Esaú.
Para mostrar que la elección de Dios no se basó en
un conocimiento previo, Pablo escribe que Dios dio a conocer su elección a
Rebeca antes de que nacieran los mellizos y antes de que hubieran hecho nada,
ni bueno ni malo (9.11). “Así fue dice Pablo, para que el propósito de Dios
conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama”
(9.11). Dios no escogió a Jacob porque vio de antemano que sería bueno o
creería. La fuente de la elección no se halla en el hombre, sino en “el que
llama”, es decir Dios simplemente afirma, “A. Jacob amé, mas a Esaú aborrecí”
(9.13).
Como seres humanos quisiéramos preguntar, “¿Pero
por qué Dio? Y Dios simplemente responde reiterando el hecho, “A Jacob amé, mas
a Esaú aborrecí” y no da ninguna razón que satisfaga la pregunta inquieta que
se hace el hombre.
Pablo percibe el sentimiento de insatisfacción que
sin duda se despertará en la mente de los que van a escuchar su carta. Percibe
que algunos pensarán espontáneamente, “¿Qué clase de Dios es éste? No es justo
amar a uno y aborrecer a otro incluso antes de que nazcan y antes de que tengan
oportunidad de demostrar lo que son.” Por eso en el versículo siguiente (14)
Pablo se pregunta: “¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios?” Éste es
el meollo: La elección incondicional parece implicar la idea de un Dios injusto
y por consiguiente no puede ser. Así razona el hombre.
Antes de que pasemos a examinar la respuesta de
Pablo ante tal acusación, reflexionemos un momento en el hecho de que esta
misma pregunta que Pablo se hace presupone la elección incondicional. La
cuestión de la injusticia en Dios nunca, nunca se suscita dentro de la teoría
arminiana. Porque según el Arminiano, Dios no elige arbitrariamente, ya que
prevé quién será bueno o malo, o quién creerá. La elección de Dios se basa en
algo que el hombre hace o cree. Su predeterminación es completamente justa; se
decide sobre los méritos del hombre.
La acusación de injusticia hecha a Dios se suscita
sólo si la elección es incondicional; porque al hombre le parece necio hablar
de un Dios bueno y justo que simplemente escoge a Jacob y pasa por alto a Esaú,
especialmente cuando Jacob no es mejor que Esaú, ni tiene más méritos que él.
Esto es una locura, piensa. Dios debe ser injusto.
Por consiguiente, el hecho mismo de que Pablo
plantee la pregunta acerca de la injusticia presupone que habla acerca de la
elección incondicional. Según la teoría arminiana de la elección incondicional,
no habría posibilidad de plantear el problema de la injusticia. Pero Pablo lo
hace, con lo que demuestra que está enseñando la elección incondicional.
La respuesta de la palabra infalible de Dios a la
pregunta de Pablo no es retractar lo dicho respecto a la soberanía de la
elección de Dios, ni tratar de ofrecer una explicación racional al hombre que
duda. Pablo simplemente afirma “En ninguna manera.” Ni se atrevan a decir o a
pensar que Dios es injusto. No lo es. Es un Dios bueno y santo, y jamás es
injusto.
Quizá no lo podemos entender todo aquí. Después de
todo, sólo somos humanos; no somos Dios. ¿Acaso puede sorprender que siendo
pecadores y mezquinos no entendamos todo lo que se refiere a Dios? ¿Acaso sus
caminos no son más elevados que los nuestros tanto como el firmamento infinito
está muy por encima de la tierra?
Incluso Pablo afirma de otra forma la elección
incondicional por parte de Dios con una expresión del Antiguo testamento. “Tendré
misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me
compadezca” (9.15). Y más adelante dice, “de quien quiere, tiene misericordia,
y al que quiere endurecer, endurece” (9.18) Según la Biblia, la elección
depende en forma exclusiva de Dios. Es libre de amar al que quiera y pasar por
alto al que quiera, no debido a lo bueno o malo que haya en el hombre, sino por
sus propias buenas razones.
Sería posible considerar como suficientes las
pruebas alegadas en cualquiera de los numerosos puntos mencionados en Romanos
9. Pablo ha demostrado en forma concluyente que la salvación no del que actúa,
sino del que llama, y que la elección es incondicional. No hace falta proseguir
con otros argumentos. Y sin embargo parece como si Pablo tuviera en mente a los
arminianos cuando escribió el versículo 16. Porque Pablo lo dice en forma tan
inequívoca que no puede haber ningún mal entendido, “Así que no depende del
hombre que quiere, desea o decide; ni tampoco del que corre. Depende
exclusivamente de Dios quien tiene misericordia.
Si todavía hay alguien que dude de estas
afirmaciones explícitas de la Biblia de que nuestra salvación está totalmente
en manos de Dios, y que no depende ni en lo más mínimo del que quiere o del que
corre, que lea una y otras vez Romanos 9.16. Porque ésta es la Palabra de Dios.
III. ALGUNAS ACLARACIONES
A. ¿HA ELUDIDO EL PROBLEMA EL
ARMINIANO?
Una de las razones por las que el Arminiano hace
que el hombre sea el factor decisivo en la salvación es que espera salvaguardar
la libertad del hombre. Cree que si Dios predetermina todas las cosas, entonces
el hombre no es ni libre ni responsable. Por ello opta por reducir los planes
determinantes de Dios y reservar un cierto terreno en el que el hombre actúa
libre e independientemente de Dios. (A modo de adelanto, se debería advertir
que el calvinista defiende tanto la soberanía de Dios como la responsabilidad
del hombre, si bien no puede reconciliar ambas racionalmente. Véase capítulo
6.)
Pero debería advertirse que el Arminiano no consigue
muy bien lo que pretende. Porque según la posición del Arminiano, Dios conoce
de antemano todo lo que va a suceder. Dios no escogió a los que creerían en
Cristo; pero si ha conocido desde la eternidad cuál va a ser la elección de
cada hombre, porque Él es omnisciente. Si Dios conoce de antemano lo que
sucederá, entonces sólo lo que Él conoce de antemano llegará a suceder.
No hay otra alternativa. Si Dios conoció de
antemano que el Sr. A. creería, entonces no hay posibilidad alguna de que éste
no crea. Por tanto, si Dios sí conoce de antemano todas las cosas, como dice el
Arminiano, entonces todas las cosas ciertamente sucederán y no hay posibilidad
de otra alternativa.
Bien, esto es exactamente lo que cree el
calvinista: Dios conoce de antemano todas las cosas, los sucesos futuros son
ciertos, y el hombre tiene responsabilidad de hacer el bien. La única
diferencia es que el calvinista se atreve a decir que Dios es todopoderoso y
controla estos sucesos; en tanto que el Arminiano dice que el hombre los controla.
El calvinista se atreve a hacer de Dios un Dios real, un Dios todopoderoso, y
no un Dios parcialmente poderoso. Y el Arminiano no ha ganado nada con su
teoría, ya que está exactamente frete al mismo problema que tiene el
calvinista; a saber, cómo reconciliar la responsabilidad humana con la certeza
absoluta de todos los sucesos.
B. EL HOMBRE ES LIBRE.
Contrariamente a lo que piensa la mayor parte de
las personas el calvinista enseña que el hombre es libre ciento por ciento –
libre de hacer exactamente lo que quiere. Dios no coacciona a nadie en contra
de su voluntad.
Y precisamente por ser libre, el hombre es esclavo
debido a que el hombre hace lo que quiere hacer, no posee una voluntad libre
(lo cual no es lo mismo que decir es libre); es decir, el hombre es totalmente
incapaz de escoger entre el bien y el mal. El alcohólico no es libre.
Técnicamente puede escoger externamente entre beber y no beber. Pero en
realidad sólo puede hacer una cosa. No puede dejar de beber más de lo que puede
dejar de respirar. Tiene que beber. Es esclavo del alcohol. Y sin embargo es
libre. Hace exactamente lo que desea hacer. Nadie lo obliga a beber.
De la misma manera, el no cristiano es libre. Hace
precisamente lo que le gustaría hacer. Sigue los deseos de su corazón. Como su
corazón está corrompido e inclinado a toda clase de males, libremente hace lo
que desea hacer, a saber, pecar. Odia al Dios trino y todo lo que Él
representa. Por consiguiente, en realidad nunca lo escogerá. No puede, porque
no lo desea. Así pues, precisamente porque el no regenerado es libre, es
esclavo. Es esclavo del diablo y de sus propios deseos malos, y no puede servir
a Dios.
Históricamente, la expresión Libre albedrío se ha
utilizado en teología para indicar que el hombre es libre de hacer lo que desea
hacer, y voluntad libre se ha utilizado para indicar la clase de libertad que
nadie posee a saber, la capacidad o libertad de escoger entre el bien y el mal,
entre creer en Cristo o rechazarlo.
A propósito, el cristiano tampoco tiene voluntad
libre.* Técnicamente puede tener la opción externa de escoger o rechazar
a Cristo, pero básicamente no la tiene. Cristo no lo dejará rechazarlo. Todo lo
que el Padre ha dado a Cristo vendrá a Cristo, Nadie los arrancará de las manos
de Cristo (Jn. 6.33, 39). En otras palabras, el cristiano no posee voluntad
libre. Así pues, si usted es cristiano verdadero, dé gracias a Dios de que
nunca, ni por un momento, podrá volverle la espalda a Jesús. El calvinismo no
es tan horrible después de todo, ¿no es cierto?
C. EN LA PREDESTINACIÓN TODOS OBTIENEN
LO QUE DESEAN.
A veces la gente se queja de que la predestinación
es una doctrina dura que obliga a la gente a hacer lo que no quiere hacer.
Dicen que si desearan creer, no podrían, a no ser que Dios los hubiera predestinado;
y si desearan no creer, Dios los iba a obligar ir al cielo. Así pues, ¿de qué
sirve el creer?
Debe decirse con toda firmeza que todos consiguen
precisamente lo que desean. Para decirlo en la forma más brusca posible: Los
condenados están contentos de estar en el infierno. Nadie está en el infierno
en contra de su voluntad. Todos los que están ahí están contentos de ello.
No interprete mal esa afirmación. Los condenados
saben que después de la muerte todos van o al cielo o al infierno. No les gusta
el infierno, pues de lo contrario no sería infierno
*Tampoco
Dios posee voluntad libre, Dios no puede escoger hacer el mal, porque es sólo
bien.
No les gusta el infierno, pues de lo contrario no
sería infierno. Es el lugar donde los gusanos nunca mueren y donde le fuego
nunca se apaga. En el infierno sólo hay agonía eterna. Es infernal. De manera
que a los condenados no les gusta estar ahí. Pero hay algo que odian más que
ese mismo tormento: a Dios Padre, Dios hijo y Dios Espíritu Santo.
El último lugar en ele que quisieran estar es en
el cielo. No pueden digerir la idea de arrepentirse de sus pecados y de amar a
Dios y a los demás más que a sí mismos. No desean estar en el infierno, pero
cuando saben que la alternativa del infierno es ir al cielo con corazón puro,
prefieren permanecer en el infierno. Es pues, cierto que todos consiguen lo que
desean: Los cristianos están contentos de estar con Dios, y los condenados
están contentos de no estar con Dios.
Cuántas veces el no cristiano se queja de la
enseñanza de la predestinación, suele ser una racionalización hipócrita de su
rechazo de Cristo. Yo preguntaría:
¿Qué desea? ¿Está arrepentido de sus pecados?
¿Confía en Cristo como Salvador? ¿Ama a Dios y desea ir al cielo? Si la
respuesta es sí, entonces debería saber que es cristiano. Ya ha creído. Y “al
que a mí viene, no le hecho fuera”, dice Jesús. Tiene lo que desea.
Si responde que no a esas preguntas, entonces
preguntaría, “¿Por qué se queja? Tiene todo lo que desea. No desea a Cristo, no
desea el cielo. Bien, tiene exactamente lo que desea.”
III. VENTAJAS PRÁCTICAS
Estas enseñanzas bíblicas acerca de la elección
son difíciles de entender. Si alguien sigue dudando de ellas, debería recordar
que la salvación no depende de creer todo lo que la Biblia dice acerca de la
elección incondicional. Podemos tener confusión de ideas e incluso negar
algunas verdades bíblicas, y sin embargo ser salvos. La salvación no depende de
poseer el conocimiento de un teólogo. Depende sólo de si uno ha puesto
verdaderamente la confianza en Jesucristo para que lo salve de sus pecados. Por
consiguiente, tanto los arminianos como los calvinistas que se arrepienten de
sus pecados y acuden a Cristo para conseguir la salvación irán al cielo.
Pero si yo fuera arminiano, desearía saber con certeza
lo que dice la Biblia acerca de la elección; porque es innegable que el
arminiano pierde mucho de la riqueza de la vida cristiana debido a sus puntos
de vista. Véase como ocurre esto de estas dos formas:
A. ALABANZA AGRADECIMIENTO A DIOS.
Si uno cree que Cristo murió por sus pecados y que
con la ayuda parcial del Espíritu santo ha llegado a esa convicción, estará
sumamente agradecido con Dios. Pero suponga que, además de estar agradecido con
Cristo por haber muerto en la cruz por usted, cayera en la cuenta de que nunca
hubiera amado a Jesús a no ser que él lo hubiera amado primero, que nunca lo
hubiera elegido a no ser que el lo hubiera elegido a no ser que el le hubiera
dado fe en ÉL.
Entonces lo amaría mucho más. Su humildad sería
mucho mayor porque sabría que ni es suficientemente bueno para distinguir algo
bueno que está ante sus ojos. Su agradecimiento sería mucho mayor porque
tendría mucho más de que estar agradecido. Su decisión de vivir una vida mejor
sería mucho más firme porque habría más razones por las que estar agradecido.
Cuán bueno es Dios no sólo en perdonarnos los pecados sino también en darnos fe
en Cristo de modo que podamos conseguir el perdón de los pecados. ¡Que bueno es
Dios¡
B. LA CONFIANZA DE SER SALVO.
Si en último término nuestra salvación dependiera
de nuestra libre voluntad de aceptar a Cristo, y si dios suministrara la
expiación vicaria de Cristo, pero no nuestra fe, entonces estaríamos en una
condición deplorable. Pensemos en esto - ¡que el seguir siendo cristianos o no,
dependiera de nosotros¡ ¡Qué pensamientos tan terrible¡ ¿La salvación depende
de nosotros, quienes por naturaleza estamos corrompidos y no amamos a Dios? ¿De
nosotros, que como cristianos todavía tenemos al hombre viejo en nosotros? ¿De
nosotros, quienes dudamos, vacilamos, y pecamos? ¿La salvación depende de
nosotros? Oh, no, que no sea así. Creo hoy, pero quizá mañana no creeré.
Quizá sucumbiré ante los deseos pecaminosos en vez
de seguir fiel a Cristo. Quizá mis profesores escépticos me convencerán de que
la Biblia no es la verdad. Éstas pueden ser las turbaciones del que piensa que
en último término su fe depende fundamentalmente de sí mismo y que no la ha
recibido de Dios.
Pero el calvinista sabe que toda su salvación
depende de Dios y no de sí mismo. Sabe que no sólo Cristo murió por sus
pecados, sino también que Dios le dio la fe. Sabe que el que ha comenzado la
buena obra en él la continuará hasta el día del juicio (Fil. 1.6) Así pues, el
arminiano no puede poseer el gozo y consuelo de salvación porque hace descansar
su fe en sí mismo y no en Dios.
Alabemos a Dios, de quien provienen todas las
bendiciones, incluyendo la fe, que es el medio de garantizar las bendiciones de
la expiación de Cristo. Alabemos a Dios por su amor selectivo.
PREGUNTAS PARA ESTUDIO Y DISCUSIÓN
Preguntas sobre el capítulo que usted acaba de
leer:
1. ¿Cuál
es la diferencia entre predestinación y predeterminación
2.
¿Cuál es la diferencia entre la predestinación y el fatalismo?
3. ¿Cuáles
son las dos partes de la predestinación?
4. ¿Qué
significa la palabra incondicional en la expresión elección incondicional?
5. ¿Cuál
es la diferencia entre un Arminio y un arminiano?
6. ¿En qué sentido es bíblico decir que, aunque Dios predestine a todos,
el hombre es libre? Acuda a su Biblia, al contestar las siguientes preguntas:
1. ¿Qué
palabras se pudiera usar en vez de elección o elegir? Vea Efesios 1.4, por
ejemplo.
2. ¿Qué
nos enseña Deuteronomio 7.6-9 acerca del aspecto incondicional de la elección?
3. Exponga en detalle Romanos 8.29-30. Muestre, basado en el resto de la
Biblia lo que significa la palabra “conocer”. (cf. Gn.4.1, 18.19; Nm. 31. 18;
Sal. 1.6; Am. 3. 2; Mt. 7. 23; 1 Cor. 8. 3; 2 Tim. 2. 19).
4. Estudie Romanos 9.10-26 especialmente los versículos 11,14, 16 y 19 ¿Qué
dicen estos versículos acerca de la elección?
5.
¿Cómo afecta 1 Jn. 4.19 la enseñanza de la elección?
6. ¿Cómo puede Usted “hacer firme vuestra vocación y elección”? 2 Pedro
1.10. Fíjese en el apéndice de este libro. Lea con cuidado las siguientes
secciones antes de contestar las preguntas:
A. La
actitud de Calvino hacia la predestinación, pág. 167.
B.
Artículo XVI La confesión Belga de fe, Pág. 175.
C. Capítulo III (Sec. III VIII) Capítulo IX La
confesión de Fe de Westminster, pág.175, 182. A la luz de esta lectura, como
también su reflexión sobre la Biblia, conteste estas preguntas:
1. ¿Cómo ayuda la enseñanza de la elección al cristiano para que alabe a
Dios más de lo que da la enseñanza que da Arminio?
2. ¿Resuelve el arminiano el problema de cómo reconciliar la
responsabilidad humana con la predestinación y la certeza de todos los sucesos?
Explíquese.
3. ¿Cómo respondería a alguien que diga “si estoy predestinado para ser
salvo, me salvaré de todas formas. De modo que pecaré todo lo que quiera”?
4. ¿O que respondería si dijera, “si no estoy predestinado para salvarme,
no me puedo salvar. Ni siquiera voy, pues, a tratar de salvarme. Nada puedo
hacer respecto a esto”?
5. ¿Cómo respondería a una persona que dijera, “si la elección es
incondicional es verdadera, entonces Dios es arbitrario, aceptador de personas,
quien escoge a unos y se muestra duro con otros”?
6. ¿Hubiera sido injusto Dios si no hubiera elegido a nadie y dejado que
todos se condenaran al infierno?
7. Si alguien se niega a aceptar a Cristo, ¿de quien es la culpa: de Dios
por no elegirlo o de la persona? ¿Cómo lo demostraría basado en la Biblia?
8. ¿Le es posible a alguien llegar a estar seguro de que es un elegido?
¿Cómo?
9. ¿Se puede saber si alguien es elegido? ¿Cómo? ¿Pero puede saberse si
es réprobo? ¿Por qué?
10. ¿En que maneras la enseñanza de la elección nos
da mejor garantía de nuestra salvación?
LECCIÓN. 5
3: EXPIACIÓN LIMITADA.
I. EL PROBLEMA
¿Por quién fue que Cristo quiso morir? ¿Por los
pecados de quién pagó Cristo de hecho? ¿Por quién fue Cristo al infierno? ¿A
quién reconcilió Cristo con Dios? ¿A quién sustituyó Cristo? ¿Cuál fue su
intención, su propósito al morir? ¿Salvarlos a todos o sólo a los que Dios
eligió? Durante mucho tiempo los cristianos ortodoxos han respondido a estas preguntas
de dos formas diferentes. El arminiano ha dicho, “Cristo murió por todos”, en
tanto que el calvinista ha dicho, “Cristo murió solo por el creyente.” El
arminiano ha enseñado la expiación universal; en tanto que el calvinista ha
enseñado la expiación limitada.
El arminiano dice que Cristo murió por todo el
mundo, incluyendo a Esaú y Judas. Dicen que Cristo pagó por los pecados aun de
los réprobos, aquellos que conscientemente rechazan a Jesús, aquellos que van
al infierno. Hacen una distinción entre lo que Cristo hizo (morir por todos) y
lo que Cristo consiguió (no todos se salvan). Para ellos la expiación es como
un obsequio universal; hay un regalo para todos, pero sólo algunos tomaran
posesión del regalo. Cristo no sólo derramó su sangre, también la esparció.
Quiso salvar a todos, pero sólo algunos se salvarán. Por consiguiente, parte de
su sangre se ha perdido: se ha desparramado.
Se puede encontrar una ilustración de la posición
arminiana en el caso de un americano que fue condenado a muerte hace más de 100
años. Antes de que lo colgaran, sin embargo, el presidente Andrés Jackson le
concedió el perdón. Pero el hombre se negó e incluso apeló a la Corte Suprema,
la cual sostuvo su derecho de negarse a recibir el perdón. La Corte declaró que
el Presidente puede otorgar el perdón, pero que el perdón nunca se puede
imponer a una persona; se puede rechazar. En forma semejante, el arminiano
dice, Dios puede ofrecer el perdón al hombre sobre la base de la muerte de
Cristo, pero el pecador condena o puede rechazarlo. Sin embargo cualquiera que
rechace el perdón tanto de Dios como de un Presidente es necio.
Para robustecer su posición, el arminiano recurre
a pasajes como 1Juan 2.2 (“Él es la propiciación por nuestros pecados; y no
solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”), 2
Corintios 5.14 (“porque el amor de Cristo no constriñe, pensando esto: que uno
murió por todos”) y Juan 4.42 (“verdaderamente éste es el Salvador del mundo”).
El calvinista, por otro lado, dice que Cristo
murió sólo por el creyente, por el elegido, sólo por los que de hecho se
salvarán e irán al cielo. Según el calvinista, Cristo quiso o se propuso que su
expiación pagara por los pecados sólo de aquellos que el Padre le había dado
(Jn.6.37-40). Dice que si Cristo de hecho llevo el castigo de los pecados de
todos entonces se salvan. Pero esta conclusión obviamente no es aceptable. Hay
personas que van al infierno. El calvinista recurre a los pasajes que afirman
que Cristo murió, no por todos, sino por su “pueblo” (Mt. 1.21), sus “ovejas”
(Jn. 10.15, cf. 10.26), “sus amigos” (Jn. 1:5.13) “la iglesia” (Hch. 20.28), y
“la esposa” (Ef. 5.25).
Cuando el calvinista emplea el término limitada,
no quiere decir que la expiación sea limitada en su poder para salvar. Por el
contrario, cree que la expiación de Cristo es ilimitada en cuanto a poder, que
Cristo salva en forma completa, y que la expiación tiene un valor infinito.
Pero si cree que la expiación ilimitada de Cristo es limitada en su fin, que
Cristo quiso quitar, y de hecho quitó la culpa de los pecados de un número
limitado de personas a saber, aquellos a quienes Dios ha amado con un amor
especial desde la eternidad. La expiación, de valor limitado, se limita a
ciertas personas. Es una expiación limitada.
Como la expresión expiación limitada puede
confundir a las personas, algunos han preferido el término definido o
particular. Estos últimos términos subrayan los objetos de la expiación, que es
ilimitada en cuanto a su poder, se limita a un número definido y particular de
personas a saber, los creyentes. No importa cual término se emplee, limitada,
definida o particular, si se tienen bien claras estas distinciones.
II. LA RESPUESTA BÍBLICA
Antes de pasar a la información bíblica básica,
obsérvense dos pasajes que tratan de la expiación limitada: Juan 10.15 Y
Efesios 5.25
En Juan 10 Jesús emplea la ilustración del pastor
y su rebaño. Dice de sí mismo que es pastor y que tiene un rebaño de ovejas.
Conoce a las ovejas y ellas lo conocen a Él. Escuchan su voz y lo siguen, y él
les da vida eterna a fin de que no perezcan. Estas ovejas son los verdaderos
creyentes. Ahora bien, Jesús dice que da su vida por estas ovejas y no por todo
el mundo: “El buen pastor su vida da por las ovejas” (10.11). Y en 10.15 dice
de nuevo, “pongo mi vida por las ovejas”.
Esto es expiación limitada. Entrega la vida por
sus ovejas, y sólo por sus ovejas. En 10.26 dice a aquellos que no creen en Él
que son ovejas suyas. “pero vosotros no creéis,” dice a los judíos incrédulos,
“porque no sois de mis ovejas.” En otras palabras, no estaban incluidos en su
rebaño, por lo cual, como había dicho antes, dará la vida. Esto es expiación
limitada.
En Efesios 5.25-27 Pablo amonesta a los esposos de
la iglesia de Éfeso a que amen a sus esposas “así como Cristo amó a la iglesia,
y se entregó a sí mismo por ella”. Es la iglesia, no el mundo, por quien Cristo
se entregó a sí mismo.
Además, se entregó a sí mismo para ella “para
santificarla, habiéndola purificado.”Hay una unidad inseparable entre la muerte
de Cristo por la iglesia y su acción santificadora y purificadora de la misma.
Cristo purifica y santifica a aquellos por quienes murió. Como el mundo no está
santificado, ni purificado, es obvio que Cristo no murió por él.
Además, si el punto de vista Arminiano fuera correcto,
es decir si Cristo amó a “todo” el mundo por igual y se entrego a sí mismo por
el mundo, entonces el paralelismo entre la esposa del marido y la esposa de
Cristo caería por su base.
Porque entonces la amonestación sería que el
marido debe amar a otra que no es su esposa y entregarse por ella, del mismo
modo que Cristo se entregó a sí mismo no sólo por la iglesia su esposa, sino
también por los que están fuera de ella. Pero sería contradictorio a la Biblia,
que enseña que el hombre debe tener una sola esposa.
Ahora examinemos la base bíblica de la expiación
limitada desde el punto de vista del Padre, del Hijo y del Espíritu santo, y
veamos la unidad y armonía de su propósito y acción.
A. LA ELECCIÓN DEL PADRE.
Si el Arminiano tiene razón en su negativa de la
elección; sí Dios no predestinó a algunos para la vida eterna, sino que los
postdestinó; si Dios no ha amado a algunos con un amor particular desde la
eternidad; si Dios no decidió desde la eternidad salvar a su pueblo entonces no
hay expiación limitada sino universal. Ambas cosas son inseparables: el amor
indefinido y la expiación indefinida, el amor universal y la expiación
universal, el amor indiscriminado y la expiación indiscriminada, y la elección
ilimitada (Dios elige a todos) y la expiación es limitada. Si Dios no ha amado
a ciertas personas con un amor particular, entonces el arminiano tiene razón:
Dios no envió a su hijo para que muriera por ciertas personas solamente. Si
Dios ha amado a todos por igual, entonces Dios de hecho ha enviado a su hijo
para que muriera, por todos por igual.
El Arminiano tiene razón al observar que el amor
del Padre y la expiación del hijo van juntos, que las mismas personas son el
objeto del amor de Dios y de la expiación, que hay concordancia entre el amor
del Padre y la muerte del Hijo. Los objetos de ambos son los mismos. El
Arminiano y el calvinista están de acuerdo a este respecto. Pero la Biblia
enseña repetidamente que Dios no ama a todos con el mismo amor. “A vosotros
solamente he conocido de todas de todas las familias de la tierra” (Am. 3.2);
“A los que antes conoció, también los predestinó” (Ro. 8.29); “A Jacob amé, mas
a Esaú aborrecí” (Ro. 9.13). “Elección
Incondicional.” La expresión “Amado de Dios” no se aplica al mundo, sino solo a
los santos de Roma (1.7), de Colosal (3.12) y de Tesalónica (1 Te. 1.4;2 Te.
2.13), y a los destinatarios cristianos de la carta de Judas (v. 1) .
Como los objetos del amor del padre son
particulares, definidos y limitados, también lo son los de la muerte de Cristo.
Como Dios ha amado a algunos y no a todos, como ha decidido en forma soberana e
inmutable que éstos en concreto se salvaran, envió a su hijo para que muriera
por ellos, para que los salvara, no para que se salvara a todo el mundo. Como
es una elección definida, la expiación es definida. Como es una elección
limitada, la expiación es limitada. Como es una elección particular, la
expiación es particular. El amor de elección de Dios y la expiación de Cristo
van juntos y tiene como meta las mismas personas. Hay unidad entre el padre y
el hijo.
Fue porque dios amó tanto al mundo de los
pecadores elegidos que envió a su hijo unigénito para que el mundo se salvara
por medio de él (Juan. 3.16-17) En este pasaje la palabra “mundo” no quiere
decir todas y cada una de las personas, tanto los réprobos como los elegidos,
sino el mundo entero en el sentido de personas de todas las tribus y naciones,
no solo judíos. Como el Padre había dado algunos a Jesús, Jesús vino a la
tierra para morir por ellos (Jn. 6.37-40). Jesús tuvo una meta definida y
precisa, que coincidió con el propósito del Padre. Su propósito no fue morir en
forma imprecisa por toda la gente del mundo, sino que, como dijo, “todo lo que
el Padre me da, vendrá a mí” (v.37).
La voluntad del decreto del Padre fue no que todos
se salvaran sino que Jesús no perdiera a ninguno del os que el padre le había
dado (v. 39). Jesús murió sólo por este propósito (v. 38). 1 Juan 4.10 enseña
también en forma clara la relación inseparable entre el amor de Dios y la
expiación de Cristo, porque dice que Dios “Nos amó a nosotros, y envió a su
Hijo en propiciación por nuestros pecados.” El objeto del amor de Dios es el
mismo objeto de la propiciación de Cristo. El “nosotros” se refiere no al mundo
sino a aquellos cuyos pecados son perdonados 2.12) que han vencido al maligno
(2.13) y que son hijos de Dios (3. 1, 2).
En otras palabras, Cristo murió sólo por los hijos
de Dios: aquellos a quienes Dios amó con amor especial. Pablo también
identifica a aquellos por quienes Cristo murió con aquellos a quienes Dios ama,
cuando escribe: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun
pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5.8). El objeto del amor de Dios
(“nosotros”) es el mismo que aquellos por quienes Cristo murió (“nosotros2).
Debido al amor especifico de Dios por “nosotros” los santos (1.7) y los
justificados (5.1) Cristo murió por los mismos.
Quizá el más convincente de todos los pasajes para
mostrar la relación íntima y necesaria entre elección limitada y expiación
limitada es Romanos 8. 32. Este versículo es tanto más sorprendente porque es
un pasaje al que recurren constantemente los que defienden la expiación
ilimitada. Dice así: “El que no escatimó ni a su propio hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas? A
primera vista, puede parecer que Pablo enseña claramente que Cristo murió por
todos.
Pero una reflexión más madura lleva a la
conclusión clara de que es imposible que sea así. El “todos” del versículo 32
se refiere a todos los elegidos, y no todos los que viven en el mundo entero.
La razón de esto es que el pasaje entero de Romanos 8 desde el versículo 28
hasta el final del capítulo trata sólo de los cristianos. Todo lo que antecede
y sigue de inmediato al versículo 28 hasta el final del capítulo trata sólo de
los cristianos. Todo lo que antecede y sigue de inmediato al versículo 32 se
refiere sólo al pueblo especial de Dios. Todas las cosas no contribuyen al bien
de todo el mundo, sino sólo de aquellos que aman a dios y que han sido llamados
conforme a su propósito electivo (v. 28).
Las promesas de dios son sólo para aquellos a
quienes él ha conocido de antemano y ha predestinado y glorificado (v. 29-30).
De éstos es de quien Pablo dice “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿Cómo no nos dará con él todas las cosas?” (v. 32). El “todos
nosotros”, por quienes Cristo murió son aquellos cristianos que pablo acaba de
mencionar.
Luego en la frase que sigue inmediatamente, Pablo
continúa hablando sólo de los elegidos: “Quién acusará a los escogidos de
Dios?” La idea es: nadie puede, porque Cristo murió por ellos. ¿Ven la conexión
íntima entre los elegidos y aquellos por quienes Cristo murió? Son los mismos.
Todo lo que procede y sigue al “todos nosotros” del versículo 32 está
restringido a los elegidos, a los que Dios ama. Por consiguiente este
versículo, en lugar de apoyar una expiación universal, apoya precisamente lo
opuesto: limita el “todos nosotros” a aquellos que aman a Dios. Esta es
expiación limitada.
Y precisamente es esta expiación limitada la que
proporciona tanto consuelo en tiempos de prueba. Porque pablo arguye (v. 32)
que si Dios dio lo más grande del mundo por su pueblo es decir, si Dios
sacrificó a su hijo Jesús por nosotros los creyentes entonces dios dará también
todo lo que sea para nuestro bien. Así pues, no tienen por qué preocuparse, los
de poca fe, los que temen tanto el mañana. Recordemos, que si Dios sacrificó a
Cristo por nosotros, entonces todas las demás cosas que son buenas son
pequeñeces. Y Dios nos las dará. Demos gracias a Dios Padre no sólo por su amor
eterno de elección, sino también por el Hijo que murió por nosotros.
Para resumir esta sección, la Biblia enseña que el
propósito de la predestinación del Padre y de la expiación del Hijo es el
mismo: La salvación de un número limitado de personas, de los elegidos de Dios.
En otras palabras, la expiación limitada se basa en la elección incondicional.
B: LA EXPIACIÓN DEL HIJO.
Para responder a la pregunta: ¿Por quién murió
Cristo?, es necesario definir la palabra morir. ¿Qué quiere decir morir?
¿Exactamente qué es los que Jesús hizo cuando murió? Éste es el meollo de la
pregunta.
La Biblia define la muerte de Jesús por lo menos
cuatro maneras diferentes. Cuando Cristo murió, (1) se sacrificó en forma
vicaria por los pecados (He. 9,10); (2) propició, es decir; aplacó la ira justa
de Dios (Ro. 3.25, He. 2.17; 1 Jn. 2.2; 4.10); (3) reconcilió a su pueblo con Dios,
es decir, eliminó la enemistad entre ellos y Dios (Ro. 5.10; 2 Co. 5.20; etc.);
y (4) los redimió de la maldición de la ley (Gal. 3:13).
La pregunta a la que hay que contestar en forma
precisa es ésta: ¿Se sacrificó o no? ¿Se sacrificó Cristo en realidad en forma
vicaria por los pecados o no? Si lo hizo, entonces no fue por todo el mundo,
porque entonces todo el mundo se salvaría.
¿Redimió Cristo en verdad, no en forma teórica,
sobre el papel, sino en realidad a Judas de la maldición de la ley, haciéndose
de hecho maldición por Judas (Gal. 3.13), de manera que éste ya no esté bajo la
maldición de la ley? Desde luego no. Pablo dice que Cristo se hizo maldición
por nosotros, es decir, por pablo y por los gálatas creyentes. Como Judas no
quiso creer en Cristo, está en el infierno bajo la maldición de la ley. Cristo
no murió por él.
¿Reconcilió Cristo de verdad, a Esaú con el Padre,
por medio de su muerte (Ro. 5.10), o no? ¿Quitó de hecho, con su muerte
vicaria, la enemistad que existía entre Dios y Esaú de manera que ésta ya no se
da?
Es lo uno o lo otro. Si Cristo reconcilió a Esaú,
si Cristo se hizo maldición por Judas, si de hecho soportó los tormentos del
infierno por todo el mundo, en otras palabras, si murió por todo el mundo, en
otras palabras, si murió por todos, entonces nadie está perdido. Todos han sido
reconciliados y redimidos. Pero decir que todos los hombres están redimidos es
contradictorio con lo que afirma la Biblia.
Así pues la naturaleza de la expiación, ¿qué hizo
de hecho Cristo? Gira alrededor de la pregunta: ¿por quién murió Cristo? El
sustantivo (expiación) define su adjetivo (limitada). Si la expiación en
realidad no salva, si no quita de verdad la maldición de Dios sobre el pueblo,
si no redime de hecho , entonces sí puede ser para todos, incluso para los que
están en el infierno. Pero si la muerte de Jesús es lo que la Biblia dice que
es, sacrificio vicario por los pecados, redención verdadera y no hipotética,
mediante la cual el pecador queda realmente reconciliado con Dios, entonces,
obviamente, no puede ser por todos los hombres, porque entonces todos se
salvarían, y lo cierto es que no es así.
Una de las dos cosas es verdadera: o la expiación
es limitada en su alcance o es limitada en su naturaleza o poder. No puede ser
ilimitada en ambos sentidos. Si es ilimitada en su alcance, es decir, si Cristo
murió por todos y cada uno, como pretende el Arminiano, entonces no puede ser
ilimitada en su naturaleza, en su poder, porque entonces todos se salvarían.
Como el Arminiano cree en una expiación que es ilimitada en su alcance,
necesariamente ésta es una expiación vaga, indefinida, pobre, que no salva de
hecho a nadie.
Si, por otra parte, la expiación es ilimitada en
cuanto a su eficacia y a su poder salvador, como la Biblia lo indica, entonces
debe ser limitada en su alcance. A no ser que alguien crea en el universalismo,
que todos se salvaran, la expiación no puede ser ilimitada tanto en su
naturaleza como en su alcance. Por consiguiente, es bíblico hablar de una
expiación ilimitada (en cuanto a su naturaleza y su poder) y limitada (en
cuanto a su alcance). O, una expiación particular definida e ilimitada.
Cuando se cae en la cuenta de que la expiación es
real y no ficticia, que de hecho, y no en forma imaginaria, quitó la culpa del
pecado, entonces es posible ver el error que hay en la ilustración del
prisionero condenado a muerte pero quien fue perdonado por el presidente
Jackson. La razón de que el ejemplo falle y de que el hombre pudiera rehusar el
perdón fue porque éste no tenía base objetiva. Si otro hombre hubiera sido
colgado en lugar de él, si otro hubiera pagado la deuda, entonces el estado no
hubiera podido exigir dos castigos por el mismo delito.
Pero en ese caso no hubo sustituto. En el caso de
la expiación, por el contrario no se trata de un simple perdón ficticio, sin
sustituto real; porque Cristo efectivamente murió en lugar de los pecadores. Se
sacrificó de hecho por los pecados. Dios castigó a Cristo en lugar de castigar
a sus amados. Pero nadie actuó como sustituto en el perdón otorgado al hombre
condenado del ejemplo anterior. Si hubiera aceptado el perdón, entonces se
hubiera pasado por alto las exigencias estrictas y justas de la ley. Pero esto
no puede suceder en la ley divina. Alguien tiene que morir para pagar por los
pecados cometidos: o la persona misma o Cristo.
C: LA MORADA DEL ESPÍRITU.
2 Corintios 5.14-15 nos dice “El amor de Cristo
nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron,
y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel
que murió y resucito por ellos” He aquí otro ejemplo sorprendente de como un
texto puede a primera vista dar la impresión de que refrenda la teoría
universalista de la expiación, cuando en realidad hace lo contrario. A menudo
se recurre a la expresión de Pablo “uno murió, por todos” como prueba de la
expiación ilimitada de que Cristo murió por todos y cada uno de los que han
vivido o vivirán. Pero el estudio cuidadoso del pasaje revela que Pablo enseña
lo contrario.
Adviértase sobre todo el “luego”. Pablo escribe
que “uno murió por todos, luego todos murieron”. Debido a la muerte de Cristo,
dice Pablo, todos murieron. Hay una conexión inseparable entre la muerte de
Cristo y la muerte de todos. El luego” exige una relación causal. De ahí que,
el “todos murieron” no se pueda referir a la muerte natural de todos los
hombres, porque la muerte de Cristo no es la causa de la muerte física del
hombre. El “todos murieron” se refiere a la muerte espiritual del creyente.
Es la misma clase de muerte de Romanos 6, donde
Pablo dice que los cristianos son bautizados en la muerte de Cristo y unidos a
la misma. Han muerto al pecado debido a la acción del espíritu Santo en su
corazón. Ahora bien, es obvio que no todos han muerto en este sentido. Muchos
siguen viviendo en el pecado, no han muerto al pecado. Por consiguiente, Cristo
no pudo haber muerto por ellos. Porque hay una relación indestructible entre la
muerte de Cristo y aquellos por quienes murió: “Murió por todos. Luego, todos
murieron.” Obviamente, el Todos en ambos casos significa todos los creyentes no
todo el mundo, tanto réprobos, como elegidos. Porque los réprobos nunca
murieron al pecado.
Además, Pablo advierte también, de acuerdo con
Romanos 6, que si los cristianos están muertos al pecado, entonces están vivos
en Cristo. Si están sepultados espiritualmente con Cristo, resucitarán
espiritualmente con él. (Si bien Pablo no lo afirma en forma explícita en este
pasaje, sabemos por el resto de la Biblia que esto es posible sólo gracias a la
acción del Espíritu santo.) Entonces da un paso más y arguye que el amor de
Cristo hacia los cristianos debería constreñirlos a vivir vidas santas, todo
por amor de “aquel que murió y resucitó por ellos”.
En otras palabras, hay una cadena inexorable de
sucesos en 2 Corintios 5.14-15:
(A)
Cristo Murió Por Todos Los Creyentes; Por Consiguiente,
(B) Todos
Los Creyentes Mueren Espiritualmente En Cristo, Y:
(C) Todos
Ellos Resucitaran De Nuevo Espiritualmente En Cristo.
Si se firma el punto (a), deben seguirle el (b) y
(c). Por consiguiente en este pasaje no se menciona al mundo, al incrédulo,
sino sólo a aquellos que murieron al pecado, resucitaron espiritualmente en
Cristo y viven por él. Así pues el “todos” de uno murió por todos” se refiere a
todos los cristianos. Ésta es expiación limitada.
Éste es, pues, el gran plan de la redención. Dios
no amó en forma vaga a todos los hombres, sin elegirlos soberanamente. Y por
tanto tampoco Cristo murió en forma indeterminada por todos los hombres,
eliminando su pecado hipotéticamente esto es, no verdaderamente. Y el Espíritu
santo no aplicó en forma insulsa la muerte de Cristo a todos y dejó en sus
manos, en último término, el salvarse o no salvarse.
Antes bien, la Biblia enseña la acción unida de
las tres Personas de la Trinidad: entre la elección del Padre, La expiación del
hijo, y la morada del espíritu santo. Debido a que el Padre ha amado algunos
desde la eternidad (Ro. 8.29), envió a su Hijo para que muriera por ellos.
Lleno de amor, el Hijo no perdió a ninguno de los que el padre le dio (Jn.
6.39), si no que llevó sobre sí la maldición por sus ovejas, por su pueblo, por
su iglesia, por su esposa.
Lo salvó en verdad, lo redimió y lo reconcilió con
el padre. Luego, el Espíritu santo vino al pueblo al que el Padre había
escogido y por quien el Hijo había muerto y lo hizo morir al pecado y vivir
espiritualmente, es decir, nacer de nuevo. Coincide pues el propósito del Padre
del hijo y del espíritu santo. Los tres buscan el mismo propósito y lo
consiguen: La salvación de aquellos a quienes el padre ha amado con amor
especial. *
III. OBJECIONES
Desde hace siglos se han suscitado ciertas
objeciones en contra de la doctrina bíblica de la expiación limitada. Puede ser
útil examinar por lo menos tres de ellas.
A. EL OFRECIMIENTO LIBRE DEL
EVANGELIO.
Algunos dicen si Cristo no quitó los pecados de
todos, si el padre, el Hijo y el espíritu Santo no quisieron salvar a todos
entonces ¿Cómo es posible decir, como lo hace el calvinista, que Dios
sinceramente ofrece salvación a todos, incluyendo a aquellos que no ha
predestinado para ser salvos? Nos hallamos frente a un misterio fundamental.
Por una parte, la Biblia enseña que dios tiene la intención que se salven sólo
algunos. Por otra parte, la Biblia afirma, en forma inequívoca, que dios ofrece
libre y sinceramente la salvación a todos.
Ezequiel dice, por ejemplo, “Diles: Vivo yo, dice
Jehová el señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío
de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué
moriréis, oh casa de Israel? (33.11).
Isaías dice, “A todos los sedientos: venid a las
aguas, y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed” (55.1). En otro
pasaje dice, “Mirad a mí, y sed salvos”, todos los términos de la tierra” (45.22).
Jesús dice, “Venid a mí todos los estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar” (Mt. 11.28). Más adelante exclama: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas
a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¿Cuántas veces quise
juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas y no
quisiste!” (Mt. 23.37). Pedro escribe con claridad inconfundible que el señor
es “paciente para con nosotros, no queriendo, que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento” (2 P. 3.9).
*Algunos
han tratado de defender la elección y acción soberana del espíritu Santo,
negando al mismo tiempo la expiación limitada. Esta teoría produce un
desacuerdo no bíblico entre la acción del Padre, del hijo y del Espíritu.
Describe al padre como a quien ama a todos los hombres por igual, al hijo como
a quien muere por todos los hombres por igual, pero al Espíritu Santo como a
quien actúa irresistiblemente sólo en los corazones de algunas personas. Es
mucho mejor ceñirse a los datos bíblicos que señalan una verdadera unión entre
todas las personas de la trinidad en cuanto a la consecución de su único
propósito: el cumplimiento de la elección del Padre.
Se puede encontrar una excelente presentación
bíblica de este problema, al igual que toda la enseñanza de la expiación
limitada, en el informe de las Actas del sínodo de la Iglesia Cristiana
Reformada de 1967. No se trata de un estudio abstracto sino de un análisis
nacido de una situación práctica.
Finalmente, en Apocalipsis 22.17 leemos esta invitación
universal: “Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven y el que oye, diga: Ven y el
que tiene sed, venga: y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
¿Cómo es posible reconciliar estas dos series de
afirmaciones: por una parte, dios tiene la intención de salvar sólo a algunos;
y, por otra, dios ofrece sinceramente la salvación a todos’ ¿Acaso no prueban
todos los pasajes que se acaban de citar que Cristo sí murió por todos? Porque
si ofrece sinceramente la salvación a todos, debe haber hecho provisión para
que estos se salven.
De nuevo nos encontramos ante el problema
fundamental de Dios. Sus caminos son más excelsos que los nuestros. Al hombre
le parece imposible reconciliar ambas verdades. Parecen contradecirse
mutuamente. Sin embargo, La Biblia es la palabra infalible de Dios y no puede
errar. Ya que ambas series de verdades están en la Biblia, deben aceptarse; y
el hombre debe resignarse al hecho de que no puede entender a Dios y sus
caminos.
Debe ser suficientemente humilde para reconocer
que la criatura no puede comprender los pensamientos de Dios. Debe simplemente
preguntarse: ¿hizo dios estas dos afirmaciones que parecen contradictorias? Si
encuentra ambas en la Biblia, como lo hace el calvinista, debe entonces
aceptarlas. No debe decir que aceptara lo que su mente finita pueda entender.
Porque entonces, automáticamente, excluye la posibilidad de Dios, porque Dios
es infinitamente mayor que su mente y es incomprensible.
B. PASAJE UNIVERSALISTAS.
A veces se objeta en contra de la expiación
limitada basándose en el hecho de que la Biblia explícitamente dice en varios
pasajes que Cristo es la propiciación por los pecados de todo el mundo (1 Jn.
2.2), que es el Salvador del mundo (Jn. 4.42), que quita el pecado del mundo
(Jn. 1.29), que “murió por todos” (2 Co. 5. 14-15), y se entregó como rescate
por todos (1 Ti. 2.6). Si murió por todos, razonan, entonces no murió solo por
unos cuantos.
La respuesta a esta objeción es que a menudo la
Biblia emplea las palabras mundo o todos en un sentido restringido, limitado.
Deben interpretarse siempre en su contexto y a la luz del resto de la Biblia.
Es lo que debemos hacer en cualquier tipo de lectura. Por ejemplo, si un
periódico informara que se ha hundido un barco, pero que todos fueron
rescatados, es obvio que significa que todos los que estaban en el barco fueron
rescatados y no todos los que estaban en el mundo.
Lo mismo ocurre en la Biblia. Cuando Lucas informa
que cesar mandó que “todo el mundo” se empadronara y que “iban todos para ser
empadronados, cada uno en su ciudad” (2. 1, 3) es evidente que todos no son
todos. Porque los japoneses, los chinos y los anglosajones no se empadronaron.
Cuando pablo afirma dos veces que “todo me es
lícito” (1 Co. 6.12; 10.23), es obvio, por el resto de sus escritos, que no
todo le era lícito. No le era lícito pecar:
Cuando Jesús dice: “Y yo, si fuere levantado de la
tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Jn. 12.32, es evidente que todos, no son
todos. Porque millones de paganos ni siquiera han oído hablar de Jesús, y mucho
menos han sido atraídos por Él. Y muchos otros millones que han oído hablar de
Jesús en vez de haber sido atraídos hacia Él, se han sentido repelidos ante el
simple pensamiento acerca de Él. Jesús puede haber querido decir una de dos
cosas: todos los elegidos serán atraídos a Él, o todos los hombres, tanto
gentiles como judíos, tanto hotentotes como suecos, serán atraídos hacia Él,
todos no son todos.
En forma semejante, en 1 Corintios 15.22 Pablo
escribe en términos al parecer universalistas cuando dice “Porque así como en
Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” Aunque es
evidente que todos los que viven en el mundo murieron en Adán (Ro. 5.12ss), es
igualmente evidente que todos no han muerto en Cristo. Hay muchos que no han sido
crucificados en Cristo. Lo odian.
A la luz de tantos pasajes (y se podrían citar
más) en los que todos no significa todos en el sentido de cada uno de los
individuos que viven, es imposible recurrir, en forma simplista, a estos
pasajes universalistas para probar que Cristo murió por todos. Se debe estudiar
cuidadosamente el contexto. Cuando lo hicimos en el caso de romanos 8.32 y 2
corintios 5.14-15, resultó claro por el contexto que Pablo afirmaba que Cristo
murió por todos los elegidos. En otros lugares las palabras mundo y todos se
refiere simplemente a todos los creyentes, a toda la iglesia, y al mundo más
allá de Israel. En 1 Juan 2.2, por ejemplo, leemos que Cristo “es la
propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también
por los de todo el mundo.” Esto significa que Cristo murió por los pecados no
sólo de de los judíos, sino también de los holandeses, italianos y suecos, de
hecho, por todo el mundo. No significa
Por todos y cada uno de los judíos, holandeses,
italianos y suecos.
C. OBSTÁCULO AL EVANGELISMO.
Algunos arguyen que si el evangelista no puede
decir a su auditorio, “Cristo murió por vosotros,” quedará afectada, en forma
considerable, su eficacia en la evangelización.
La respuesta a tal argumento es que si hubiera que
elegir, es mejor decir la verdad, y no ganar tantos “conversos”, que conquistar
a muchos con falsedades. El fin no justifica medios ilegítimos. Si la Biblia
dice que Cristo murió por los elegidos, entonces el evangelista no puede
representar el papel de dios afirmando que sabe que todos los que componen el
auditorio son elegidos y por consiguiente, que Cristo murió por ellos. No lo
sabe y no debería decirlo.
Pero también debería advertirse que la eficacia
del evangelismo no depende de la afirmación bíblica “Cristo murió por
vosotros”. No se encuentra una afirmación de este tipo en George Whitefield o
Charles Spurgeon, por ejemplo, y sin embargo tuvieron un éxito evangelístico
fenomenal. Es digno de mención que en ningún pasaje de la Biblia se encuentra
una expresión semejante. Es suficiente decir a la persona inconversa: “Cristo
murió por el pecado.
Se entregó por los pecadores como usted y yo. Si
desea salvarse, crea en él. Es su responsabilidad, y Dios le ofrece libremente
la salvación por medio de Jesús. Crea.” * una afirmación así es bíblica
y muy eficaz. El gran predicador Charles Spurgeon es un ejemplo excelente de la
eficacia que puede tener un predicador que no suaviza las enseñanzas bíblicas
del calvinismo.
Además, la expiación limitada en lugar de ser
obstáculo para el evangelismo, es un gran estímulo para el mismo. Porque si
creemos con la Biblia que por naturaleza todos están condenados, y que sin
embargo Dios tiene un pueblo en todas las naciones, en todas las tribus, y en
todas las comunidades, y que Cristo ha quitado los pecados de este pueblo,
entonces es muy estimulante predicar el evangelio. No es un caso perdido
después de todo. Habrá éxito. Lo que debemos hacer para cumplir con nuestro
deber es hablarles a los demás de Cristo. Y como la expiación de Cristo ha
quitado de hecho los pecados de los elegidos, habrá respuesta infalible por
parte de ellos. Gente de todas las tribus y lenguas creerán, porque murió por
ellos.
*Ciertamente
es posible decir en un sentido al hablar a los no salvos que “Cristo murió por
vosotros”. A causa de la muerte de Cristo muchas bendiciones les llegan a los
réprobos: todas las bendiciones naturales de este mundo le llegan por medio del
dominio mediador de Cristo. Pero todas estas bendiciones no son salvíficas: no
dan como resultado la redención de la persona.
Por consiguiente, si bien hablando técnicamente se
pude decir al no creyente, “Cristo murió por usted”, es mas probable que esta
afirmación dé lugar a un equivoco y sólo debería emplearse si entiende
adecuadamente. La persona corriente al oír que Cristo murió por ella,
concluiría ante todo que Cristo borró la culpa de sus pecados. Quizá no sea
éste el caso, y por tanto es mejor no afirmar dogmáticamente lo que puede ser
falso.
PREGUNTAS PARA ESTUDIO Y REFLEXION
Preguntas sobre el capítulo que usted Acaba de
leer:
1. Explique en sus propias palabras lo que significa “Expiación Limitada”
1. 1 ¿Qué es expiación?
1. 2 ¿Por qué se llama limitada?
2. ¿En qué manera se puede prestar a equívocos la palabra limitada en la expresión
Expiación Limitada?
3. ¿En qué sentido es limitada la expiación?
4. ¿En qué sentido es ilimitada la expiación?
5. ¿Sería mejor expiación definida? ¿Por qué?
6. ¿Sería mejor Expiación Particular? ¿Por qué?
7. ¿De qué manera se relaciona la Expiación Limitada con la Elección
Incondicional?
Acuda
a su Biblia, al contestar las siguientes preguntas:
1. Estudie Juan 10.11, 15, 16 para ver qué dice acerca de que por quienes
murió Cristo.
2. Analice Romanos 8.32. ¿Qué dice acerca de la expiación limitada?
3. Cite todos los pasajes que pueda, tanto del Antiguo como del Nuevo
Testamento, para mostrar que dios ofrece la salvación a toda la gente sin
excepción, elegidos y no elegidos.
4. Busque los siguientes versículos de la Biblia y explique cómo los
reconcilia con la enseñanza bíblica de la expiación limitada:
A. Juan 1.29
B. Juan 4.42
C. 2 Corintios 5.14-15
D. 1 Timoteo 2.6
E. 1 Juan 2.2
Fíjese en el apéndice de este libro. Lea con cuidado
la siguiente sección: La confesión de Westminster capítulo VII hasta el
capítulo X, y a la luz de Esta lectura como también esta sección del libro
conteste estas preguntas:
1.
¿Cómo se puede probar la expiación limitada basado en la expiación vicaria de
Cristo?
2. ¿Qué
sucedería si la expiación fuera ilimitada en extensión y en poder?
3. ¿Es
bíblico decirlo al no cristiano, “Cristo murió por Usted”? ¿Por qué?
4. ¿De
qué manera resulta estimulante para los misioneros la expiación limitada?
5. ¿Qué
consuelo se puede sacar del hecho de la expiación limitada?
LECCIÓN: 6
4:_GRACIA IRRESISTIBLE.
Dos estudiantes universitarios asisten a un
estudio bíblico. Uno dice, “Es magnifico”; el otro dice, “Bobadas”. Dos
personas extrañas escuchan un sermón muy claro acerca de “Yo soy el camino, la
verdad y la vida; nadie viene al Padre si no por mi.” Uno cree, el otro no. Dos
muchachos, de hechos mellizos crecen en la misma casa, con la misma instrucción
religiosa. Uno ama a Dios, y el otro lo odia. Sus nombres son Jacob y Esaú.
¿Por qué? ¿Por qué dos personas sometidas
exactamente a las mismas circunstancias reaccionan en formas opuestas? ¿Por qué
una persona cree y la otra rechaza a Cristo? Éste es el problema que examina
este capítulo.
La respuesta bíblica es la gracia irresistible, es
la única causa de estas reacciones diferentes.
I. ¿QUÉ ES GRACIA
IRRESISTIBLE?
A. GRACIA.
Gracia
es un favor no merecido. Un cierto estudiante universitario
está más ocupado en causar problemas que en su educación. Perturba la
conferencia de un distinguido profesor visitante, y con ello priva al
conferencista del derecho de hablar y a los estudiantes del derecho de escuchar.
Incluso da un puñetazo en la cara a un paralítico que insiste en ir a la clase.
En compañía de una pandilla quema la biblioteca de
la universidad, corta las mangueras de los bomberos, grita groserías a la
policía e incluso mata a un compañero, líder del grupo que se le opone. Este
asesino es condenado en la corte de justicia por todos estos crímenes y se le
condena a muerte. Estando en la cárcel, sigue hablando con odio y venganza
contra todos los que elaboran en pro de la paz, de orden y de la libertad. Pero
el tribunal de apelación le otorga el perdón e incluso hace que se le entreguen
diez mil dólares al año como pensión vitalicia. Esto es gracia: Favor
inmerecido.
De manera semejante, cada uno de nosotros ha
cometido crímenes mucho más odiosos, y éstos en contra de dios, y merecemos un
castigo mucho mayor. Dios hizo bien al género humano. Pero nosotros, voluntaria
y libremente, nos rebelamos en contra de él. Nos ruega que nos apartemos del
pecado y lo sirvamos a él, y le respondemos ridiculizándolo. Está es nuestra
naturaleza el odiar a Dios con un sentimiento de venganza absoluta, y el odiar
a todos los demás. Nuestra meta única es ser siempre los primeros y pisotear a
Dios. Merecemos el fuego eterno del infierno.
En una situación tan terrible como ésta, siendo
todavía pecadores no arrepentidos, Dios ama a algunos, envía a Jesús para que
muera por ellos y luego envía al espíritu Santo para que los haga aceptar el
sacrificio que Cristo ha hecho por ellos. Como culminación, manda que esos
bastardos espirituales (He. 12.8) pasen a ser hijos suyos y hereden riquezas
incalculables. Esto El favor inmerecido. Esto es gracia. (Y está a disposición
de yodos los que quieran. Si alguien la quiere, puede confiar en Cristo ahora
mismo y aceptarla. Puede pedir a Cristo, el dios hombre, que lo salve de los
pecados.)
B. IRRESISTIBLE
Irresistible significa que cuando dios ha escogido
a algunos para que se salven y cuando envía a su Espíritu santo para que los
transforme de seres odiosos en seres amantes, nadie puede resistirle. Les irresistible.
Logra lo que se propone hacer.
Pero no entendamos mal la palabra irresistible. A
algunos les puede dar la idea que significa que alguien tiene que hacer lo que
no quiere hacer. De una montaña elevada puede desprenderse una avalancha de
nieve, con fuerza irresistible, sepultando al habitante del pueblo que,
obviamente, no quiere morir. El comunista puede obligar al predicador a que
abandone el púlpito y ponerlo irresistiblemente en la cárcel. Cualquier adulto
puede secuestrar a un niño de tres años sin que éste pueda ofrecerle
resistencia.
Algunos conciben la gracia irresistible en este
sentido. Se imaginan a Dios como obligando a la gente a hacer lo que no quieren
hacer, como arrastrándolos hasta el cielo a pesar de su resistencia y pataleo
por así decirlo en contra de su voluntad. Ven a Dios como alguien que obliga,
coacciona y violenta la voluntad del hombre.
Pero éste no es el significado de la palabra
irresistible cuando se habla de la gracia irresistible; y si produce malos
entendidos, entonces habría que escoger otra palabra. Por ejemplo eficaz,
efectiva, insuperable, o cierta. Lo que la gracia irresistible significa es que
dios envía a su Espíritu santo para que actúe en las vidas de la gente de
manera que, en forma definitiva y cierta, son cambiados de ser malos a ser
buenos. Significa que el Espíritu santo logrará sin lugar a dudas, sin peros,
ni sin, que aquellos a quienes Dios ha escogido desde la eternidad y por
quienes Cristo ha muerto, crean en Jesús.
Pero dios hace esto de una manera que siempre le
agrada al hombre. Como dijimos antes, el hombre es siempre libre. Hace
exactamente lo que quiere hacer. Esto no significa que tiene voluntad libre es
decir, la capacidad para escoger el bien y el mal por igual. No posee esta clase
de libertad. Porque odia a Dios, ama el pecado, y libre y voluntariamente peca
sin ninguna obligación externa. Jamás puede escoger el bien, a Dios y a Cristo,
porque está sometido a la esclavitud del diablo y a sus propios deseos
pecaminosos. No posee libertad real.
Por naturaleza el hombre es como una persona a
quien le agrada comer manzanas podridas, llenas de gusanos, tomadas del
basurero, o como quien le gusta sentarse en el barro para comer tierra. Dios
puede cambiar la naturaleza de esa persona de manera que le guste el filete
miñón y las alcachofas, en vez de la tierra, y que ansíe comer un plato de
fruta fresca, en lugar de una manzana podrida.
De manera semejante, Dios cambia el corazón del
hombre de malo en bueno. Por naturaleza, al hombre le gusta pecar y le agrada
todo lo que producirá infelicidad y castigo eterno. Mediante la gracia
irresistible Dios no deja el corazón sin cambiar y en esa forma arrastra al
hombre al cielo en contra de su voluntad. No, transformara radicalmente su
índole, de manera que ahora este hombre se duele verdaderamente del pecado y
ama a dios. Ahora, con su corazón cambiado, aborrece lo que antes solía hacer.
Cristo es ahora para él lo más excelso. El cristianismo se convierte en algo
atrayente. En forma libre y ansiosa busca a Dios.
Es así como actúa la gracia irresistible de Dios.
C. PUNTOS DE VISTA ERRÓNEOS.
A fin de aclarar todavía más lo que significa la
gracia irresistible, será útil presentar el contraste que existe entre esta
posición bíblica y dos puntos de vista erróneos, el pelagianismo y el
Semipelagianismo.
1. PELAGIANISMO.
El pelagianismo es una herejía antigua, (Pelagio
vivió en el siglo quinto), que se presenta constantemente ante nosotros bajo
nombres diferentes. Es la antítesis del Calvinismo, o mejor aún, del
agustinianismo, ya que Agustín fue el principal autor de su derrota dentro de
la iglesia. El agustinianismo o calvinismo dice que el hombre está
completamente corrompido y no es capaz de hacer ningún bien por su propia
cuenta, sin la acción irresistible del Espíritu santo.
El pelagianismo, por otra parte, dice que el
hombre no está corrompido, ni total ni parcialmente. Antes bien, el hombre nace
siendo perfectamente bueno y puede escoger con igual capacidad entre el bien y
el mal. De hecho, algunos son incluso impecables, Así pues, según el
pelagianismo, no se necesita al Espíritu Santo ni su gracia irresistible para
ayudar al hombre a hacer el bien.
Esta enseñanza es totalmente pagana y la iglesia
cristiana la repudió por completo en el sínodo de Cartago (418), el Concilio de
Éfeso (4131), y el Sínodo de Orange (529)
2. SEMIPELAGIANISMO.
Hay una posición intermedia entre el calvinismo y
el pelagianismo, llamado semipelagianismo o arminianismo, esa postura no acepta
el pelagianismo, porque éste afirma que el hombre puede no pecar sin la ayuda
del espíritu Santo. Tampoco le agrada el agustinianismo, porque éste dice que
el hombre es totalmente malo, incapaz de hacer ni una cosa buena sin la acción
irresistible del espíritu santo.
Por ello los semipelagianos buscaron un punto
intermedio. Enseñaron que el hombre posee algo bueno, alguna capacidad para
creer en Cristo. Claro está, dicen, que el hombre natural no puede creer sin la
ayuda de Dios: necesita el sostén del Espíritu santo, Pero afirman tanto el semipelagiano
como el católico* y el Arminiano, que Dios no da esta fe al hombre en
una forma irresistible. La palabra clave es cooperación. Dios hace su parte y
el hombre la suya. Actúan juntos.
Un evangelista sostiene que esta posición dice,
“Hay un campo en su vida que Dios nunca tocará, Su voluntad. Nunca lo obligará
a creer. Esta es responsabilidad suya. Solamente usted puede hacerlo.” O, como
escribe otro: “Debemos repudiar el punto de vista de que Dios regenera al
hombre antes de que éste se convenza de pecado, se arrepienta, se convierta y
cree. Este punto de vista hace que Dios, arbitrariamente, determine la
salvación o la condenación de las personas basado únicamente en su propia buena
voluntad soberana. Ni Dios ni nadie más nos puede convertir si no nos
convertimos nosotros mismos.” Según él, el hombre primero debe arrepentirse y
creer, y luego Dios regenerará al hombre.
Volvamos a hora a la pregunta del comienzo del
capítulo: ¿Por qué una persona cree en Cristo, en tanto que otra que se halla
en las mismas circunstancias lo rechaza? Hay básicamente dos respuestas: La
voluntad del hombre o la voluntad de Dios. El Arminiano, el semipelagiano y el
pelagiano dicen que la diferencia entre ambos se encuentra en la voluntad del
hombre. Dios presenta el evangelio por igual a los que lo rechazan y a los que
lo aceptan. Dios viene con la predicación de la palabra, la presentación de
Cristo, la oferta de salvación. Pero a nadie obliga a que crea. El hombre es en
último término el factor decisivo. Si el hombre no acepta a Cristo, entonces
Dios no puede hacer nada en relación a ello.
El Calvinista, por otro lado, dice que en último
término la diferencia radica en Dios y no en el hombre, En un determinado
hombre el Espíritu no actúa en una forma salvadora. Por consiguiente, como este
hombre está espiritualmente muerto, no puede creer, aun cuando oiga la
predicación externa de la palabra y quizá la lea muchas veces. En otro hombre,
sin embargo, el Espíritu santo actúa en forma irresistible, regenerándolo, de
manera que entiende plenamente que es pecador y que necesita a Dios, y, por
consiguiente desea creer y salvarse.
Así pues, según el Arminiano, la razón por la que
uno acepta y el otro rechaza el evangelio es que el hombre decide; pero según
el calvinista, es Dios quien decide. En un caso, la fe es el don de Dios al
hombre. De ahí que tenemos dos respuestas diametralmente opuestas en cuanto a
la pregunta de por qué algunos rechazan el evangelio y otros lo aceptan.
*Los
Dominicos, sin embargo, se acercan más a la posición calvinista. Consúltese
cualquier obra de teología Dogmática escrita por alguno de ellos.
II. SU BASE BÍBLICA
Las cinco doctrinas tienen entre sí una clara
relación de interdependencia. Si la depravación total es un hecho, entonces la
elección incondicional también lo es, y también lo son la expiación limitada,
la gracia irresistible, y la perseverancia de los santos. Los cinco o se
mantienen juntos o caen juntos. Veamos, pues, los puntos que ya hemos tratado
hasta ahora, y veamos cómo la gracia irresistible depende de ellos.
A. EXPIACIÓN LIMITADA.
La Biblia enseña que desde la eternidad Dios amo
de antemano a algunos, y que en consecuencia envió a su Hijo para que muriera
por ellos. Como hemos visto, Jesús de hecho murió por ellos. No se limitó a dar
la impresión que quitaba sus pecados. No fue teóricamente al infierno por
ellos. De hecho llevó sobre sí sus pecados y eliminó su culpa. Es uno o el
otro, o Jesús los salvó o no los salvó. O los sustituyó de hecho o no los
sustituyó. La Biblia enseña que sí lo hizo.
Si Cristo de hecho los ha liberado de la culpa del
pecado, y si la salvación llega sólo por la fe, entonces es necesario que Dios
envié al Espíritu santo a sus vidas, afín de que puedan aceptar la salvación
que ya se les ha conseguido en la cruz. El espíritu Santo debe actuar en una
manera irresistible. No se puede dejar al hombre en forma parcial la aceptación
de Cristo, porque entonces todos los rechazarían, y la expiación limitada
conduce a la acción irresistible del Espíritu Santo.
B: ELECCIÓN_ INCONDICIONAL.
Si es cierto que Dios ha elegido a algunos
incondicionalmente para que se salven (no vamos a repetir las innumerables
pruebas que se encuentran en la Biblia y ya que se han explicado en el capítulo
2); entonces por consiguiente, el Espíritu ha de actuar en una forma
irresistible. De lo contrario todos, a causa de su depravación, rechazarían a
Cristo, y entonces no habría predestinación a la vida eterna. Dios no podría
estar seguro de aquellos a quienes ha elegido creerían y se salvarían. La
certeza de elección y confianza de su resultado y que realiza lo que Dios ha
predeterminado. Sin la gracia irresistible de Dios, no podría haber
predeterminación ni elección.
1. JUAN 6.37, 44.
“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que
a mí viene, no le hecho fuera… Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me
envió no le trajere; yo le resucitaré en el día postrero.”
Jesús dice en este pasaje que el Padre le ha dado
a ciertas personas, y que cada una de ellas “vendrá a mí” No hay vaguedad. Es
una sencilla afirmación declarativa: “Todo…vendrá a mí” Esto puede suceder,
desde luego, sólo si Dios impulsa en forma irresistible a que vengan. Y esto es
lo que Jesús dice que sucederá (V. 44). El Padre los Traerá y Jesús entonces
los resucitará en el último día. La palabra “traer” es la misma que se emplea
para indicar la acción de sacar una redada de peces (Jn 21.6, 11).
La red no puede oponer resistencia a Pedro que la
va arrastrando hacia la orilla. Nada puede hacer; está pasivo; no puede
oponerse. Es la misma palabra que se emplea en el caso de Pedro que saca la
espada para cortar la oreja de Malco (Juan 18.10), en el de pablo y de Silas
que son conducidos al foro (Hechos 16.19), y en el de Pablo a quien una turba
lo saca del templo (Hechos 21.30). En todos estos casos, se conduce al objeto
en forma irresistible. La espada no puede oponerse a Pedro, ni Pablo a la
turba. Tampoco pueden hacer nada aquellos a quienes el padre ha entregado a
Jesús; no pueden resistir al padre quien los conduce. Cada uno de esos que el
padre omnipotente da a Jesús, vendrán a Jesús. Es tan cierto esto como lo es
las palabra de Jesús.
2 .JUAN 10.16.
“También tengo otras ovejas que no son de este
redil; aquellas también debo traer y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”
Jesús, en forma infalible, se posesiona de todas sus ovejas. Algunas ya
pertenecen al redil, pero otras no. Esas que todavía n pertenecen al redil él
las conducirá hasta él mismo con toda certeza. Lo hace enviando al Espíritu
Santo para que actúe en sus vidas y las traiga en forma irresistible al redil.
Entonces habrá un solo rebaño y un solo pastor.
3. ROMANOS 8.29-30.
“Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él
sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos a
estos también llamó, a estos también justificó.”
Aclaremos un par de términos. Como hemos visto
antes, La palabra “antes conoció” significa “amó desde antes.” Significa lo
mismo que en Génesis 4.1, donde se afirma que Adán conoció a Eva. La palabra
“llamó” no se refiere sólo a un llamamiento externo, de palabra; en armonía con
el resto del nuevo testamento, significa, además del llamamiento externo, la
acción de Dios que produce una respuesta interna afirmativa.
Así pues, Pablo afirma con claridad que hay una
sucesión inexorable de acontecimientos que comienzan con el amor eterno de Dios
por los elegidos. Aquellos a quienes Dios ha amado de antemano, también los ha
predestinado. Y aquellos a quienes ha predestinado también los ha llamado para
que crean. Y aquellos a quienes ha llamado, y que han creído, los ha
justificado (declarado justos). Y aquellos a quienes ha justificado, también
los ha glorificado.
Los planes de Dios no fracasan. En todo este
proceso desde el amor y predestinación de Dios hasta la glorificación final,
hay un ambiente de certeza y de seguridad de éxito. Esta certeza y seguridad se
pueden dar sólo si Dios actúa en forma irresistible en las vidas de aquellos a
quienes ha amado de antemano.
C: DEPRAVACIÓN TOTAL.
Todas las ilustraciones Bíblicas del nuevo
nacimiento, el cual propone la incapacidad o depravación total del hombre,
indican que el hombre es incapaz de resistir los propósitos de Dios en la
elección.
1. RESURRECCIÓN.
La Biblia afirma que el hombre natural está muerto
en sus pecados. No tiene vida espiritual. El hombre muerto no puede resistir el
poder de resurrección que tiene Dios. En el día del Juicio todos serán
resucitados de la muerte. Algunos desearán no tener que ser resucitado.
Clamarán a las montañas para que los aplasten y los aniquilen, porque tendrán
miedo de enfrentarse con su Dios y juez.
Pero no pueden oponer resistencia; Dios resucitará
a todos los que han muerto, buenos y malos, creyentes e incrédulos. No pueden
negarse a ser resucitados del mismo modo que Dios no quebrantar su promesa de
resucitar a todos. Cuando Lázaro estaba en la tumba y Cristo le devolvió la
vida, no pudo permanecer muerto; tuvo que salir de la tumba. Cristo no podía
ser frustrado en su deseo de darle la vida.
De la misma forma, cuando Dios resucita a alguien
de la muerte espiritual, al muerto le es imposible resistir. Tiene que vivir.
No está en sus manos cambiar esto.
2. NUEVO NACIMIENTO.
Otra ilustración de la acción de Dios en el
corazón del hombre es el nacimiento. Obviamente resulta necio hablar de que
alguien se puede negar a nacer. Las personas no pueden elegir entre nacer o no
nacer. No está en sus manos. Alguien que no existe, no se puede negar a ser
concebido y a nacer.
Así también, es ridículo hablar de que alguien
puede resistir al nacimiento espiritual. “El viento sopla de donde quiere,…Así
es todo aquel que es nacido del espíritu” (Juan 3.8).
3. UNA NUEVA CREACIÓN.
Otra ilustración de la regeneración es la creación
(2 Co. 5.17; Gal. 6.5; Ef. 2.10). Nada de lo que alguna vez ha sido creado se
ha negado a ser creado. Al principio no había nada sino Dios. Cuando Dios
decidió crear el universo, no hubo nada que le pudiera decir, “No quiero ser
creado,” porque ni siquiera había nada para lo que dijera. Fue simplemente
creado. Dios es omnipotente: hizo lo que quiso.
En forma semejante, en la creación espiritual
nadie puede resistir el propósito de Dios. Dios espiritualmente recrea al que
quiere. Y nadie puede oponérsele.
4. HECHURA.
Pablo escribe que nosotros somos “hechura suya (de
Dios), creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Ef. 2.10). Así como una
muñeca o un teléfono o un radio no pueden resistirse a ser hechos, así tampoco
nosotros que somos hechura de Dios podemos negarnos a ser hechos.
Vemos pues, que todas las ilustraciones bíblicas
acerca de la regeneración enseñan la depravación total y natural del hombre y
su incapacidad no sólo para hacer el bien, sino también para resistirse a la
acción del Espíritu santo. Para decirlo en forma positiva, pablo habla de “cuál
es la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos”
(Ef. 1.19). “este poder que hay en nosotros,” sigue diciendo hebreos, “es el
mismo que la fuerza poderosa que utilizó cuando resucitó a Cristo de entre los
muertos y lo sentó a su diestra en el cielo.” ¡Qué amalgama de Dios en el
hombre!
EXPRESEMOS
NUESTRA GRATITUD A DIOS POR SU GRACIA IRRESISTIBLE. SIN ELLA NADIE SE SALVARÍA.
A veces Dios envía adversidades a las personas.
Como pobreza, desgracias, cáncer o soledad. Cuando alguien se halla en
problemas, es natural que busque la ayuda de otro; y sería natural pensar que
esas personas acudirían a Dios. Pero el hombre está tan depravado, que nunca
acudirá a Dios a no ser que el Espíritu de Dios cambie su corazón.
A veces, Dios utiliza el azúcar en vez del
vinagre. Bendice a personas con tantos bienes materiales que uno pensaría que
cualquiera que tenga un mínimo de gratitud acudiría a Dios, de quien proceden
todas las bendiciones. Sin embargo, hay algunos que nunca tienen que
preocuparse por el dinero y que disfrutan de salud excelente que parecen
volverse tanto más indiferentes y endurecidos para con Dios, cuantas más
bendiciones reciben. ¿La razón de ello? El Espíritu Santo actúa en sus vidas.
Incluso resulta posible que alguien vea milagros y
sin embargo no crea, si el Espíritu no está en su vida. Esto sucedió cuando los
fariseos vieron al Hijo del hombre que curaba a un ciego y sin embargo lo
llamaron Belcebú. Incluso si alguno volviera de la tumba, no creería, dijo
Abraham al rico (Lc. 16). La razón es que el hombre natural es incapaz de
aceptar las cosas de Dios a no ser que el Espíritu de dios lo cambió.
O alguien puede oír la predicación profética
acerca del Día del Juicio y sin embargo burlarse del predicador, como hicieron
en tiempos de Noé. O el predicador puede ser extraordinariamente elocuente,
cultivado, emotivo y lógico; pero si el Espíritu no actúa, nadie creerá.
Así pues, demos gracias a Dios por su gracia irresistible.
Sin ella el hombre está perdido. Si el consentimiento final para salvarse lo
tiene que dar el hombre, éste se perderá; a tanto llega su maldad. El hombre se
opondrá. Pero gracias a Dios por su gracia irresistible, con la que se supera
la depravación total del hombre y por medio de la cual el hombre nace de nuevo
y cree.
Esto le sucedió a Pablo. Odiaba tanto a Dios que
se afanaba por encarcelar a todos los que creían en Cristo. Sin embargo, a
pesar de todo su odio, y precisamente durante uno de sus viajes de persecución
a Damasco, Dios entró en su vida en una forma irresistible. Pablo quedó
abrumado. No pudo sino creer. Esto es gracia irresistible.
Cuatro siglos más tarde un africano, hijo de madre
cristiana y de padre pagano trató de encontrar la paz. Al principio trato de
gozarse de la vida. Vivió la vida más disipada que uno se pueda imaginar. Hizo
todo lo que se le antojaba y conculcaba así los mandamientos de Dios. Probó la
religión pagana del maniqueísmo. Probó la lógica y la universidad. Nada de ello
le sirvió, hasta que un día que estaba en un jardín oyó una voz que le decía,
“Toma y lee; toma y lee.” Salió corriendo del jardín a ver a su amigo Alipsio,
cogió una Biblia. La abrió al azar en Romanos 13.13, 14 y leyó, “No en
glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y
envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la
carne.” La paz entro en el alma de Agustín y dijo a su amigo, “He sido
regenerado.”
Así actúa Dios. En medio de nuestro egoísmo y
dureza de corazón, a menudo viene a la persona menos pensada y con una fuerza
irresistible la regenera de manera que ésta cambia y alcanza la paz con Dios.
A menudo los cristianos dan testimonio de que
ellos no acudieron a Dios. No fue así, ocurrió a pesar de sí mismos. No
pudieron evitarlo. En una forma misteriosa fueron atraídos poderosamente hasta
Dios (Juan 6.37, 44).
En una ocasión Pablo había estado predicando por
algún tiempo en Filipos, junto al río. Una señora Tiatira, vendedora de
púrpura, escucho a Pablo pero no creyó. Entonces Lucas nos dice que Dios abrió
su corazón de manera que respondiera a lo que Pablo decía (hechos 16.14). Sin
esa apertura del corazón, lidia no hubiera podido creer. Esto es gracia
irresistible, y debemos estar agradecidos por ella. Sin ella, seguiríamos
muertos en el pecado, sin regeneración ni salvación.
Es necesario añadir una palabra de cautela. Si
bien es cierto que nadie puede salvarse sin la gracia irresistible de Dios,
nadie debe caer en la trampa racionalista de decir que no tiene ninguna
responsabilidad. No puede razonar diciendo que, como todo depende del Espíritu
Santo, no tiene necesidad de creer, o que simplemente debe limitarse a esperar
que el Espíritu venga él, y que no puede hacer nada para salvarse.
Sin negar ni por un momento la verdad de la gracia
irresistible, a ella hemos dedicado todo éste capítulo, sin embargo es cierto
que la Biblia no quiere que razonemos en forma no bíblica y digamos que vamos a
esperar a que el Espíritu venga a nosotros antes de creer. La Biblia nunca
autoriza esto. Nos trasmite un único mandamiento: creer en el Señor Jesucristo.
Ahora bien, si usted cree, entonces puede saber por el resto de la Biblia que
fue porque Dios produjo en usted tanto el querer como el hacer de acuerdo a su
beneplácito (Fil. 2:13). Así pues, crea. Dios se lo manda. Si lo hace, dele
gracias a Dios por haberlo hecho creer.
PREGUNTAS PARA ESTUDIO Y REFLEXION
Preguntas sobre el capítulo que usted acaba de
leer:
1 ¿Qué
significa la palabra gracia en la expresión gracia irresistible?
2 ¿Qué
significa irresistible?
3 ¿Se
podría entender mal la palabra irresistible? ¿De qué manera?
4 ¿Qué
otras palabras se podría usar en vez de irresistible?
5
¿Cuál es la “causa última” por la que alguien acepta a Cristo?
6 ¿Se podría decir que la respuesta a la pregunta anterior elimina la
responsabilidad humana? ¿Por qué no?
7
Explique la posición arminiana acerca de la gracia irresistible.
Acuda a su Biblia para
contestar las siguientes preguntas:
1 ¿Qué
dice Juan 6.37, 44, acerca de la gracia irresistible?
2 ¿Qué
dice Juan 10.16 acerca de la gracia irresistible?
3 ¿Muestre
como Romanos 8.19-30 enseña la gracia irresistible?
4 ¿De qué manera las ilustraciones de la regeneración…”Nuevo nacimiento,
resurrección, creación y hechura”…muestran que el hombre no puede resistir al
espíritu santo?
5 ¿De qué manera la historia de la Lidia muestra que la simple
presentación eterna del evangelio no es suficiente para salvar a una persona,
sino que es Necesario que ésta haya sido regenerada (Hechos 16.14)?
Fíjese
en el apéndice de este libro, antes de contestar las siguientes preguntas: lea
con cuidado la Sección Capítulo X de la CONFESIÓN DE WESTMINSTER sobre “El
Llamamiento Eficaz”.
Ahora
conteste las siguientes preguntas:
1. ¿De qué manera la elección incondicional conduce a la gracia
irresistible?
2. Muestre cómo el Arminiano, a menudo, presume el hecho de la gracia
irresistible en su oraciones.
3. ¿Por qué es tan maravillosa la enseñanza de la gracia irresistible?
Sea personal en la respuesta.
4. ¿Puede Ud. Mencionar a ciertas personas que conoce personalmente y
quienes a pesar de sí mismos se sintieron compelidos a acudir a Jesús para ser
salvos?
5. Describa a una persona acerca de la cual se sienta inclinado a decir,
“la única esperanza es que Dios actúe en él con la gracia irresistible”.
6. ¿Le impide la enseñanza acerca de la elección pedirle a Dios que actúe
en forma irresistible? ¿Por qué?
LECCIÓN 7
5:_PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS.
I. DEFINICIÓN
A. UNA VEZ SALVO, SIEMPRE SALVO.
La descripción más sencilla y breve de la
perseverancia de los santos es: una vez salvo, siempre salvo. Es uno de los
pensamientos más grandiosos de la Biblia: Una vez que uno haya creído no se
puede perder, nunca iré al infierno. Cristo será siempre su salvador. Se puede
decidir el destino eterno, de una vez por todas, de manera que ya no haya que
preocuparse por ello.
B: PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS.
La expresión Perseverancia de los santos enfatiza
que los cristianos, los santos, como Pablo los llama en sus cartas,
perseverarán en la confianza en Cristo como salvador. No es que a veces creerán
y otras no, sino que seguirán creyendo para siempre. Por consiguiente, siempre
serán salvos.
C. PERSEVERANCIA DE DIOS.
Es posible, sin embargo, emplear otro término para
describir este hecho, a saber, la perseverancia de Dios. Porque en realidad la
perseverancia de los santos depende de la perseverancia de Dios. Como dios
persevera en su amor hacia su iglesia, la iglesia puede perseverar en su amor
hacia él.
La perseverancia de los santos se podría comparar
a la providencia de Dios. En el mundo natural Dios no sólo creó el universo,
sino que también lo sostiene. Si retirara su poder por un instante, el universo
todo caería de nuevo en la no existencia. Dios crea y sostiene el universo. Lo
mismo ocurre en la vida espiritual. Dios no sólo nos recreó, sino que nos
mantiene vivos espiritualmente en cada instante. Si se apartara a su santo
Espíritu de nosotros por un simple instante, también nosotros en forma instantánea
volveríamos a nuestra naturaleza depravada.
O para emplear otra ilustración, se nos puede
comparar al hombre que vive en una cámara de oxigeno. Se le mantiene vivo sólo
con esta ayuda externa a él. Si se le saca de la cámara, el hombre muere.
Así también, la perseverancia constante de Dios es
la base de la perseverancia de los santos.
D. PRESERVACIÓN DE LOS SANTOS.
Otro término que podría emplearse es preservación
de los santos. En tanto que la expresión perseverancia de los santos enfatiza
la actividad del cristiano, la expresión preservación de los santos enfatiza la
actividad de Dios. La perseverancia de los santos pone de relieve que el hombre
hace algo, y la perseverancia de Dios pone de relieve que dios lo hace. La
perseverancia de los santos, sin embargo, enseña que Dios preserva al hombre;
lo mantiene y protege de manera que nadie lo pueda arrebatar de su mano.
E. SEGURIDAD ETERNA.
En otras palabras, perseverancia de los santos
significa seguridad eterna. La persona que pone sinceramente su confianza en
Cristo como su salvador está segura en los brazos de Jesús. Está a salvo. Nadie
la puede herir. Irá al cielo. Y así será por la eternidad. Está segura para
siempre, no solo por un tiempo. Está eternamente segura.
El Arminiano enseña lo contrario; a saber, que
alguien que ha nacido verdaderamente de nuevo, que ha sido salvado por la
muerte de Jesús, puede perder la fe e ir al infierno. El Arminiano cree: a
veces si cree y a veces no; a veces si es salvo y a veces se está perdido; a
veces si es hijo, y a veces hijo del diablo; a veces si está espiritualmente
vivo, y a veces muerto. ¿Quién puede decir cuál será la situación final?
II: BASE BÍBLICA
A. LA ELECCIÓN INCONDICIONAL.
Las cinco doctrinas o se sostienen juntos o caen
juntos. La doctrina de la perseverancia de los santos se deduce naturalmente
del bíblico de la elección incondicional. Si la doctrina de la elección es
falsa, entonces también lo es esta doctrina; pero si la doctrina de le elección
es verdadera, entonces esta doctrina se desprende de ella necesariamente.
Elección significa que Dios ha escogido a algunos
desde la eternidad para ser salvos. Ha determinado con certeza divina que irán
al cielo. Si como dice el Arminiano, fuera posible, que alguien a quien Dios ha
elegido abandonara la fe después de haber empezado ya a creer entonces no hay
elección. Elección significa que Dios ha predeterminado que los elegidos serán
salvos. Nunca puede perecer. Ahora bien, ésta es la perseverancia de los
santos.
En Romanos 8.29 Pablo dice que aquellos a quienes
Dios conoció antes, es decir, amó de antemano, también los ha predestinado al
cielo, y aquellos a quienes ha predestinado también los ha llamado, justificado
y glorificado. Si alguien pudiera caer e ir al infierno, entonces no habría
predestinación. Pero Pablo está convencido de que nada puede separar a los
elegidos del amor de la elección de Cristo, No lo puede lograr la tribulación,
ni la angustia, ni la persecución, ni el hambre, ni la desnudez, ni los
peligros, ni la espada.
No, en todas estas cosas los cristianos son más
que vencedores por medio de Dios que los ama. Además, dice pablo, no hay nada,
nada en absoluto, que pueda separar al cristiano del amor de Dios. “Estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades,
ni los presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra
cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor
nuestro” (Ro. 8.38, 39). Ésta es la perseverancia de los santos. No hay
absolutamente nada en este mundo pasado, presente o futuro que pueda separar al
creyente del amor de Dios hacia él.
En realidad la perseverancia de los santos depende
de La perseverancia de Dios. Si fuera cierto que la fe del hombre proviene en
último término de sí mismo y no de Dios, entonces, como el hombre es depravado,
sería muy posible que debido a su volubilidad el hombre no perseverara en la
fe, sino que llegará un día a rechazar a Cristo. Creyó en algún tiempo, pero
quizá mañana estará emocionalmente perturbado y cambiará. Quizá se verá
sometido a algunas pruebas duras y le echará la culpa a Dios por ellas. Siendo
veleidoso, se levantará quizá con el pie izquierdo y se volverá en contra de
Dios. Es muy comprensible, según la teoría arminiana del hombre como co-originador
de su fe, que este pueda perder la fe y caer.
Pero cuando caemos en la cuenta de que la fe no es
un don del hombre a Dios, sino que es más bien el don de Dios al hombre,
entonces nos damos cuenta de que el hombre nunca perderá esta fe. Se puede
confiar en ello porque Dios no es veleidoso. “Porque yo Jehová no cambio” (Mal.
3.6). “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (He. 13.8). Dios
no es como un niño a quien hoy día le gusta el oso de juguete, pero mañana lo
deja de lado en un rincón.
No es como la niña que se extasía ante el peinado
que lleva hoy pero mañana se peina de forma diferente. No, Dios no es
caprichoso, veleidoso ni excéntrico. Persevera en su amor. Es estable e
inmutable. Este hecho hizo que pablo escribiera a los filipenses que está
“persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la
perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Si Dios comienza una obra en los
filipenses, entonces la concluirá en la segunda venida de Cristo. Esto no es
nada más que la perseverancia de los santos. La perseverancia de los santos
depende de la perseverancia de Dios.
O si se piensa que dios nos escoge para ser salvos
porque hemos hecho algo bueno tal como creer en Cristo, entonces sería
concebible que si Dios nos ve vacilar en la fe, cambie de pensamiento de manera
que nos perdamos. Porque somos malos y depravados, y nos apartaremos de Dios a
no ser que venga a nuestra vida a cada momento con su gracia renovadora y
sostenedora.
Pero dios no actúa de esta forma. No nos dio
gracia salvadora porque vio de antemano que íbamos a hacer el bien. Tal como
creer en Cristo. Porque por naturaleza somos completamente depravados. No hay
dentro (de nosotros nada que pudiera ser la causa más mínima, más microscópica
de que Dios nos ame. Es lo contrario, todo lo que hay dentro de nosotros haría
que nos odiara (véase cap. 1).
La causa de que nos ame se encuentra sólo en Él.
Si Dios sabía desde el primer momento que no hay absolutamente nada en nosotros
que nos haga dignos ni en lo más mínimo de recibir su amor y su gracia
salvadora entonces no podría haber nada en nosotros, como el pecado o la
incredulidad, que lo hiciera apartar su amor de nosotros y quitarnos su gracia
salvadora.
Porque la causa de su amor se encuentra en Él y no
en nosotros. Así pues, la doctrina bíblica de la perseverancia de los santos se
funda en el amor eterno de elección de Dios.
B. EXPIACIÓN LIMITADA.
Si lo que hemos escrito en el capítulo 3 es
verdadero y bíblico, si Cristo murió por los elegidos, por las ovejas de Dios,
entonces de aquí se desprende la perseverancia de los santos. La pregunta
crucial es: De hecho ¿qué hizo Cristo en la cruz? ¿Quito en realidad la culpa
de su pueblo? ¿O hizo esto sólo en teoría? Si Jesús sufrió en verdad la
maldición de Dios por los pecados de su pueblo, como Pablo dice en Gálatas
3.13, que lo hizo, si Cristo realmente llevó sobre sí los sufrimientos
infernales de la cruz y fue un sustituto auténtico no sólo en teoría por todos
los pecados de su pueblo tanto los pasados, como los presentes y futuros,
entonces ese pueblo no puede ir al infierno y recibir castigo por sus pecados,
Cristo fue castigado por ellos, esto significa que los suyos irán con toda
certeza al cielo. Esto es perseverancia de los santos.
En romanos 8.33-34 Pablo razona de esa manera:
dice que Cristo se entregó por todos nosotros, es decir, los elegidos. Esto es
expiación limitada. Por consiguiente, pregunta Pablo, “¿Quién acusará a los
escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo
es el que murió” (Ro. 8.33,34). Es decir, la expiación de Cristo es otro
fundamente para la confianza del cristiano de que todos aquellos por los que
Cristo murió se salvarán con certeza. Esto no es otra cosa que la perseverancia
de los santos.
Decimos que es otro fundamento. En realidad no lo
es. Porque la expiación de Cristo por los suyos procede directamente del amor
de la elección del Padre por los suyos. La expiación no hace sino implementar
el amor de elección del Padre. El padre deseaba salvarlos, y Cristo si, los salva.
En otras palabras, hay una unidad entre el objeto del amor del padre y el
objeto del amor de la expiación de Cristo.
C. VIDA ETERNA.
Uno de los argumentos bíblicos más poderosos a
favor de la seguridad eterna se encuentra en las palabras vida eterna, o vida
perdurable. La Biblia emplea constantemente este término. He aquí apenas cuatro
ejemplos en Juan:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna” Juan 3.16.
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna” Juan
3.36.
“El que oye mi palabra, y cree al que me envió,
tiene vida eterna; y no vendrá a condenación” Juan 5.24.
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis
en el nombre del hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” 1 Juan
5.13.
Tanto Jesús como Juan dicen que el creyente tiene
vida eterna. Ante todo, adviértase el tiempo del verbo. El creyente tiene vida
eterna. No es que la vaya a alcanzar en el futuro, si no que la posee desde ahora.
Cualquiera que lea estas frases pude poseer, vida eterna de inmediato, sin
esperar un sólo momento. Jesús lo dijo. Lo único que tiene que hacer es pedir
sinceramente a Jesús que sea su salvador.
Luego obsérvese qué es vida eterna. Esto significa
vida para siempre. O de otra manera, una vez salvo, siempre salvo: siempre, por
siempre. Sí la teoría arminiana fuera cierta, y un creyente que ha nacido de
nuevo pudiera perder la fe y decir es que el creyente posea vida eterna, Se
podría decir que tiene vida buena, o vida santa, o vida sobrenatural, o vida
feliz; pero nunca se podría decir que el creyente posea vida eterna. Porque
según el Arminiano no posee vida eterna. Posee vida temporal, vida momentánea,
vida finita, pero no una vida que nunca termina.
Ahora bien, esto se opone a la palabra de Dios.
Jesús dice que “todo aquel que en él cree, no se pierde”. Pero el Arminiano
dice, “No, para cierto tiempo es sólo una vida temporal.” Jesús dice, “si
alguno comiere de este pan, vivirá para siempre” (Jn. 6.51). El Arminiano dice,
“Quizá.” Jesús dice, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí,
aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá
eternamente” (Jn. 11.25, 26). “No morirá,” dice Jesús. “Posiblemente”, dice el
Arminiano.
A pesar de los que dicen los arminianos, el empleo
constante de la palabra eterna debería llenar de gozo a todo aquel que
realmente cree. Porque el testimonio inequívoco de la Biblia es que el que
confía en Jesús no morirá sino que tendrá vida eterna, que nunca, nunca,
terminará. Gracias a Dios por la vida eterna.
D._JUAN 6. 39.
“Y ésta es la voluntad del Padre, el que me envió:
que todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día
postrero.”
Jesús acaba de decir que todos aquellos que el
Padre le ha dado vendrán a Él (v. 37). Es cierto. Además, ha venido para hacer
la voluntad del Padre, y ésta es su voluntad: no perder “nadie de todos los que
el me diere”, y que “lo resucite en el día postrero”. Y en el versículo 44 dice
que “le resucitaré”. El “día postrero” se refiere al ultimo día en la tierra,
al día del juicio. En otras palabras, todos los que están con Jesús serán
resucitados en el “ultimo día para ir al cielo. Jesús no perderá a ninguno de
ellos. Esto es la perseverancia de los santos.
E._JUAN 10.28-29.
Al hablar de sus ovejas, Jesús dice, “Yo les doy
vida eterna; y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi padre
que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de
mi Padre.”
Si hay algún pasaje que enseñe claramente la
seguridad eterna, es este. Veamos cómo se desarrolla el argumento de Jesús:
1. “VIDA ETERNA”
Sólo este término es suficiente para probar la
perseverancia de los santos. Porque si una persona se aparta de la fe una vez
que ha creído, entonces no hay nada eterno acerca de la vida que Jesús le
promete. Hay una vida breve, corta, pero no eterna. Pero Jesús dice que es vida
eterna.
2. “NO PERECERÁN JAMÁS”.
Si, como dice el Arminiano, el creyente puede Perder
la fe, entonces, en realidad perecerá. Pero Jesús dice que nunca perecerá. La
prueba a favor de la perseverancia de los santos difícilmente podría ser más
clara; pero sólo en caso que todavía hubiere algunos Tomases que dudaran, Jesús
añade una tercera afirmación que elimina el último vestigio de temor.
3. “NADIE LAS ARREBATARÁ DE MI MANO”.
¡Cuán preciso es Jesús! Nadie puede hacer que una
sola de sus ovejas se pierda. No lo puede el diablo. No lo pueden los maestros.
No lo pueden los amigos. Ni siquiera uno mismo se puede arrebatar a sí mismo de
las manos de Jesús. Es imposible. Nadie puede hacerlo. Con esto ya debería
acabarse para siempre el dudar en cuanto a la enseñanza de Jesús sobre la
seguridad eterna. Estas tres afirmaciones inequívocas son concluyentes. Pero
para que no queden malos entendidos, Jesús añade una cuarta afirmación.
4. “MI PADRE QUE ME LAS DIO, ES MAYOR QUE TODOS, Y NADIE LAS PUEDE
ARREBATAR DE LA MANO DE MI PADRE”.
El Padre es omnipotente. Es mayor y más poderoso
que toda la gente y los demonios juntos. Por consiguiente, la conclusión
ineludible es que nadie puede arrebatar a las ovejas de Dios de su mano. ¡Qué
conclusión y reafirmación tan poderosa de la perseverancia de los santos! Si
alguien continúa sin creer en la seguridad eterna, está ciego.
F. EFESIOS 1.13, 14.
“habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia.”
En la época del nuevo testamento, se sellaban las
cartas o los objetos, tales como la tumba de Jesús (Mt. 27.66). Se utilizaba el
sello para garantizar la genuinidad del artículo, para indicar que pertenecía a
alguien, y para protegerlo. Por ello la posesión del Espíritu Santo era el
sello de Dios, el inicio de que el creyente pertenecía Dios y que sería
protegido contra todo daño. En Efesios 1.13-14 y 4.30 Pablo dice que este sello
o protección seguirá en acción hasta el día de la redención. El Espíritu Santo
es la garantía de que el creyente no se perderá.
Luego Pablo emplea otra ilustración notable para
enseñar la seguridad eterna. Dice que el espíritu santo es las arras de la
herencia completa que habrá de llegar (Ef. 1.14). La palabra griega traducida
“arras” es término ordinario que se usaba en las operaciones de negocios u
otros acuerdos. Se hacía un primer pago, como se hace hoy al comprar a crédito;
y ese pago era promesa de que se pagará el resto. Así pues el Espíritu santo es
la promesa de Dios de que seguirá la herencia completa. Esto es lo mismo que
decir que una vez que se tiene al Espíritu santo, siempre se tendrá al espíritu
santo. Una vez salvo, siempre salvo.
G. 1 PEDRO 1.4, 5.
Para una herencia incorruptible…reservada en los
cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe,
para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo
postrero.”
Pedro tiene palabras muy confortadoras acerca de
la certeza eterna de nuestra salvación. Dice que el cristiano posee una
herencia y que esa herencia se guarda en el cielo para él. Pero quizá alguien
se puede preocupar de que, aunque la herencia esté allá, nunca la alcanzará
para disfrutarla. Piensa que es un cristiano demasiado débil.
Para descartar tal idea Pedro dice que el
cristiano es guardado para alcanzar la salvación. La palabra “guardado” es la
misma que se emplea para indicar la protección o cuidado de una ciudad a cargo
de soldados (2 Co. 11.32). Pero Pedro pone de relieve que el cristiano no es
guardado por elementos humanos débiles como los soldados. No, los protege Dios
mismo. Y Dios es omnipotente. Y por si no fuera suficiente decir simplemente
“Dios”, Pedro remacha el clavo en cuanto a la omnipotencia de Dios añadiendo la
palabra “poder”. Al cristiano lo guarda “el poder de Dios”.
Quizá alguien pueda estar de acuerdo en que Pedro
quiso decir efectivamente que al cristiano lo guarda el poder de Dios, pero que
esto pude ser por un tiempo corto. Pedro refuta esa idea rápidamente al añadir
que Dios lo guarda para salvación que se manifestará en el tiempo postrero, en
el Día del Juicio. La preservación de los santos no es algo temporal, sino para
siempre, hasta el día postrero.
II. ALGUNAS OBJECCIONES
TRADICIONALES
A.
¿Acaso todos nosotros no conocemos personas que en un momento expresaron fe en
Cristo? Iban a la iglesia, leían la palabra de Dios, oraban y parecían
cristianos genuinos. Luego sucedió algo y poco a poco se fueron apartando de la
fe hasta que hoy día no quieren saber nada de la iglesia, ni de Cristo, ni de
Dios. ¿Acaso estos hechos no prueban que la perseverancia de los santos no es
cierta?
En respuesta a esta objeción, dividamos nuestro
argumento en dos partes:
1. CRISTIANOS.
Es cierto que los cristianos pueden echarse para
atrás. Todos nosotros lo hemos experimentado en algún grado. A veces nos parece
que no estamos tan cerca de Dios como deberíamos. Nos enfriamos espiritualmente
en mayor o menor grado. Y algunos cristianos hacen cosas bastante malas.
Difícilmente sabría uno que son cristianos. Hay Divides que cometen adulterios
y asesinatos, Pedros que niegan a Cristo, y pablos que hacen cosas que no deberían
hacer.
Pero la doctrina de la perseverancia de los santos
no quiere decir que los cristianos sean impecables. La Biblia nos enseña que el
cristiano pecará y en algunos casos retrocederá mucho. Pero si ha nacido de
nuevo verdaderamente, si el espíritu santo estuvo realmente en él para hacerlo
creer, entonces el Espíritu es el pago inicial de su herencia total. Entonces
realmente tiene vida eterna, la cual significa que se salvará eternamente.
La Biblia no promete que la vida del cristiano
será siempre en línea recta y ascendente. Antes bien, quizá sea como la del
niño que se encarama por una ladera nevada. A menudo resbala nevada. A menudo
resbala, pero al final consigue llegar a la cima.
La vida del cristiano es como la línea que
describe la economía de un país durante un periodo de cien años. La línea del
diagrama empieza en el rincón izquierdo más bajo y se va elevando hacia el
extremo derecho superior. Hay altos y bajos, hay recesiones y depresiones casi
catastróficas. La línea es quebrada y no recta en su ascensión; pero si se la
considera globalmente, en ese período de cien años, es fácil ver que a pesar de
los retrocesos temporales, al final hay ganancia, y que la economía de ahora es
muy superior a la del siglo diecinueve.
O como dijo el gran predicador Charles Spurgeon,
al que va a bordo del barco quizá las olas lo derriben en cubierta una y otra
vez, pero nunca lo arrastraran hasta el mar.
Pablo afirma este hecho de los altibajos de la
vida cristiana al mismo tiempo que la perseverancia de los santos, cuando, en
esa misma sección de Romanos donde escribe acerca de los pecados graves que han
entrado en la vida del cristiano, dice que a pesar de estos retrocesos, “el
pecado no se enseñoreará de vosotros” (6. 14). En otras palabras, el cristiano quizá
sufra derrotas momentáneas, pero el pecado nunca se enseñoreará de él por
completo. Siempre habrá lucha contra el pecado aunque se sienta débil.
Esto es así porque Dios no ha retirado a su santo
espíritu Santo del cristiano. Así pues, el hecho de que el cristiano siga
luchando contra el pecado y a veces caiga no significa que un día Dios lo
abandonará para que quede bajo el dominio completo del pecado. Pablo lo dice
claramente: “El pecado no se enseñoreará de vosotros.”
Así pues, una respuesta a este problema de la
evidente deserción de la fe cristiana es que en algunos de los retrocesos que
vemos quizá sean sólo temporales marchas hacia atrás de un cristiano que
tambalea, y quien, por la gracia del Espíritu Santo, llegará a su tiempo a
reincorporarse a la fe que parece haber negado.
2. NO CRISTIANOS.
Otra explicación, es que las personas que niegan a
Cristo quizá nunca fueron cristianos. No todos los que dicen, “Señor, Señor,”
son cristianos. Algunos tienen algún aspecto de la religiosidad, pero niegan el
poder de Dios (2 Ti. 3.5). Algunos, como Judas, incluso predican el evangelio y
realizan milagros y sin embargo están perdidos. Otros se aparecen como ángeles
de luz, pero en realidad son diablos (2 Co. 11.14). Algunos dirán, “Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y
en tu nombre hicimos muchos milagros?” Pero Jesús les contestará, “Apartaos de
mí, hacedores de maldad” (Mt. 7.22-23).
Parte de la semilla cae en terreno superficial. En
seguida echa raíces y brota, pero el sol lo abrasa rápidamente y muere. Algunas
personas oyen el mensaje cristiano, se emocionan, pasan gozosos al frente en
respuesta al llamamiento que se les hace, y luego al cabo de dos meses se
olvidan de que se les hace, luego al cabo de dos meses se olvidan de que se
entregaron a Cristo.
Estos casos en lugar de probar que el cristiano
puede apartarse de la fe, nos ponen sobre aviso en cuanto a que debemos
asegurarnos de nuestro llamamiento y elección (2ª P. 1.10). Señalan el hecho de
que es posible pertenecer a una iglesia, bautizarse, compartir la Cena del
señor y sin embargo ir al infierno. “No todos los que descienden de Israel son
israelitas” (Ro. 9.6). No todos los que están en la iglesia pertenecen a la
verdadera iglesia. Debemos asegurarnos de que hemos nacido de nuevo, de que
estamos arrepentidos del pecado, y de que sinceramente pedimos a Cristo que sea
nuestro salvador.
Así pues, estos ejemplos vivos de personas que
retroceden no se oponen a la enseñanza bíblica de la preservación de los
santos. Es decir, estas personas son, o cristianos que retroceden
temporalmente, pero que serán restaurados plenamente a la fe, o son hipócritas,
que nunca fueron cristianos verdaderos. El hecho es la evidencia bíblica, es
demasiado abrumadora a favor del “una vez salvo, siempre salvo.
B.
¿Acaso el creer en la perseverancia de los santos no hará que algunos se
vuelvan licenciosos? ¿No razonarán acaso que sí están seguros eternamente y no
se pueden perder, pueden hacer lo que quieran? ¿Pueden dedicarse por completo a
la vida de pecado, porque a fin de cuentas se salvarán?
Para el que piensa de esta forma le tengo algunas
noticias: esa persona no demuestra que es cristiana, y si persevera en esa
manera de pensar, ira al infierno en vez de ir al cielo. Porque es imposible
que el cristiano genuino asuma tal actitud. El espíritu Santo no se lo
permitirá. Si Dios ha comenzado una buena obra en alguien, no lo abandonará a
toda clase de pecados. “El pecado no se enseñoreará de vosotros. (Ro. 6.14). Es
una contradicción intrínseca hablar de un cristiano que puede hacer todo lo que
su vieja naturaleza pecaminosa desee. Cuando Dios predestina a alguien, lo
predestina a la santidad, no al pecado (Ef. 1.4). Si alguien dice que no
importa lo que haga porque Dios lo ha predestinado; porque los predestinados
nunca actúan en una manera tan pecaminosa.
Cuando decimos una vez salvo, siempre salvo,” esto
no quiere decir solamente haber sido salvado de la culpa del pecado, de manera
que el salvo no vaya a sufrir las iras del infierno. Significa también ser
salvo del poder del pecado. La salvación nunca es simplemente salvación de la
culpa del pecado sino del poder del pecado. Pero tampoco sólo del poder del
pecado. Es ambas cosas. Es imposible que alguien sea salvo de la culpa del
pecado sin serlo del poder del pecado.
La perseverancia de los santos significa que los
santos perseverarán en la fe. Y esta fe se compone de pesar y arrepentimiento
por el pecado. Si alguien no está arrepentido de sus pecados y se abandona a
ellos entonces, nunca poseyó fe y no es salvo.
El término preservación de los santos significa
que Dios preservará, protegerá, y guardará a los santos hasta el día postrero
en que se les revele la salvación. Esa salvación no quiere decir simplemente
que han sido salvados del infierno y que ahora pueden pecar todo lo que se les
antoje. Una situación así sería un infierno en el cielo, y esto es imposible.
Además, es precisamente cuando el cristiano cae
plenamente en la cuenta de la verdad bíblica de la perseverancia de los santos
que no se inclinará ya más hacia el pecado sino hacia la santidad. Porque
querrá mostrar agradecimiento a Dios por mantenerlo en la fe, y la mejor forma
de hacerlo es guardando los mandamientos de Dios, cuando el cristiano se da
cuenta de que por naturaleza no es buena persona, si no más bien enemiga de
Dios; cuando cae en la cuenta
Además de que la fe que tiene procede de Dios; y
cuando ve que la única razón de que persevere en la fe en Dios es que Dios
persevera en enviarle al Espíritu, entonces no desea pecar; sino que desea dar
gracias a Dios por no interrumpir nunca esa buena obra que empezó en él (Fil.
1.6).
Por tanto, afirmar que la doctrina de la
perseverancia de los santos conduce al pecado es hacer una caricatura de la fe
cristiana. Lo opuesto a esto es lo verdadero.
CONCLUSIÓN.
La enseñanza de “una vez salvo, siempre salvo” es
una de las enseñanzas más grandiosas de la Biblia. No permita que nadie le
quite el gozo de saber que será salvo para siempre. Es una bendición el poder
hacer, una vez por todas, una decisión que fijará su destino eterno. Es muy
alentador el poder entregar la vida a Cristo, y saber que al hacerlo, de
inmediato, es uno salvo y será salvo para siempre y que el poder de dios lo
guardará para la salvación total que se revelará cuando Cristo regrese.
Alabemos a Dios de quien proceden todas las
bendiciones. Alabemos al Padre por su amor de elección. Alabemos al Espíritu
Santo por su acción irresistible. Alabemos al Dios trino al preservarnos hasta
el fin. ¡Gloria a Dios!
PRENGUNTAS PARA
ESTUDIO Y REFLEXION
Preguntas
sobre el capítulo que usted acaba de leer:
1.
Comente el significado de los siguientes términos:
1. 1.
Seguridad eterna
1. 2.
Preservación de los santos
1. 3.
Perseverancia de Dios
1. 4.
Perseverancia de los santos.
2.
¿Cómo se relacionan entre sí los cuatro términos anteriores?
3. ¿Por qué la perseverancia de los santos debe ser tal que si la
expiación de Cristo se limita a los elegidos y es vicaria?
Acuda a su Biblia para contestar las
siguientes preguntas:
1. Lea Romanos 8.29, 30, 38 y 39; muestre cómo la elección incondicional
conduce, necesariamente, a la perseverancia de los santos.
2. ¿De qué manera prueban esta doctrina los muchos textos bíblicos que
hablan de la vida eterna y perdurable?
3. lea Juan 10.28-29 y muestre cuatro maneras en las que este texto
afirma que “Una vez salvo, siempre salvo”.
4. ¿Cómo se reconcilia la preservación de los santos con el pecado que no
tiene perdón mencionado en hebreos 6. 4-6 y Mateo 12.31?
Fíjese
en el apéndice de este libro, antes de proseguir con las siguientes preguntas: Lea
Capítulo XVII La perseverancia de los santos de la Confesión De Fe De
Westminster.
1. Si el texto bíblico afirma que “Una vez salvo, siempre salvo”, ¿Por
qué algunos que parecen ser cristianos se van para atrás?
2. ¿Acaso el hecho de que algunos que parecían cristianos como Judas,
Meneo y Alejandro llegaran a rechazar el evangelio van en contra de la
perseverancia de los santos? ¿Por qué?
3. ¿Qué es lo que se puede aprender de los ejemplos citados?
4. ¿Cómo le respondería Usted a una persona que le dijera, “Si la
perseverancia de los santos es verdadera, entonces por qué no pecar todo lo que
uno quiere, ya que al final uno se salva de todas maneras”?
5. Si alguien le dijera, “Ojala pudiera estar seguro de que siempre seré
salvo”. ¿Cómo podría ayudarlo?
6. ¿De qué manera el conocimiento del hecho de la perseverancia de los
santos puede constituir un motivo de gran gozo para Usted?
7. Conoce a alguien que parece ser cristiano, pero que ahora niega a
Cristo de palabra o de hecho o de ambas maneras? Cuente detalles. ¿Cómo se lo
explica? ¿Le puede suceder a Usted? ¿Por qué?
8. ¿Cómo puede tener seguridad de su salvación eterna?
LECCIÓN: 8
6:_EL GRAN MISTERIO
I. EL PROBLEMA
En los cinco capítulos anteriores se ha enfatizado
la soberanía de Dios.
La doctrina bíblica de la depravación total pone
de relieve que el hombre natural, no regenerado, nunca puede hacer nada bueno
ni por una fracción de segundo. Esta muerto a las obras buenas. Para creer, o
hacer algo bueno depende de que Dios se lo haga hacer.
La elección incondicional enseña la soberanía de
Dios al poner de relieve que la elección del hombre por parte de Dios para la
vida eterna no se basa en nada que haya en el hombre. Esta elección no está
condicionada por el conocimiento previo que tiene de quién cooperará con él y
aceptará el sacrificio de Cristo. Es una elección incondicional. La razón de la
elección soberana se encuentra sólo en Dios y no en nada que haga o sea el
hombre.
Vemos la soberanía de Dios en la expiación
limitada cuando caemos en la cuenta de que Cristo no ofreció una expiación que
salva a todo el mundo, sino más bien una expiación que salva sólo a aquellos
que han sido escogidos por el Padre. Hay unidad completa entre el propósito del
padre y del hijo. El hijo murió por aquellos a quienes el Padre amó.
Cuando observamos la selectividad de la gracia
irresistible, vemos otra vez la soberanía de Dios. Así como la nada no puede
negarse a ser creada o a nacer, así tampoco el muerto no puede resistir a que
se le dé vida, y el que está espiritualmente muerto o no ha nacido
espiritualmente no puede resistir al Espíritu omnipotente de Dios al hacerle
nacer de nuevo. Y si alguien posee vida espiritual, es porque el Espíritu lleva
a cabo la selección soberana del Padre. El hombre nada puede hacer en cuanto a
nacer de nuevo.
Hay unidad entre las tres personas de la trinidad.
El padre escoge a los elegidos, Cristo muere por ellos, y el Espíritu santo
lleva a cabo la voluntad de ambos haciendo, en forma irresistible, que los
elegidos crean y se salven.
La perseverancia de los santos revela la soberanía
de Dios en cuanto es continuación de su soberanía que se ve en los aspectos
anteriores de depravación total, elección incondicional, expiación limitada y
gracia irresistible.
Para poner más relieve todavía la soberanía de
Dios, es necesario señalar que Dios lo predestina todo. Dios no sólo es
omnipotente, de modo que para él las naciones no son más que una gota en el
océano o una ligera capa de polvo en una báscula (Is. 40), sino que también
“hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Ef. 1.11). Es incluso
bíblico decir que Dios la predeterminado el pecado.
Si el pecado estuviera fuera de los planes de
Dios, entonces ninguno de los asuntos importantes de la vida estaría bajo la
soberanía de Dios. Porque ¿qué acciones del hombre son perfectamente buenas?
Toda la historia estaría fuera de la predeterminación de Dios: la caída de
Adán, la crucifixión de Cristo, las conquistas del Imperio Romano, la Reforma,
la Revolución Francesa, Waterloo, las guerras de independencia americanas, las
dos guerras mundiales, los asesinatos presidenciales, las violencias de toda
índole, y el surgimiento y caída de las naciones.
Hay dos instancias en que la Biblia enseña en
forma especialmente clara que todo incluso el pecado, ha sido ordenado por
Dios: la venta de José y la crucifixión de Cristo.
En el primer ejemplo, advirtamos el pecado que
conlleva. Los hermanos de José lo odiaban. Planearon cuidadosamente cómo
librarse de Él, lo arrojaron a una cisterna, y luego lo vendieron como esclavo
a gente extraña que se dirigía a Egipto. Luego se fueron a la casa con la ropa
de José manchada de sangre de animal y mintieron cruelmente a su padre, quien,
quien tenía un amor especial por José. No se puede dudar de que pecaran.
Pero ahora adviértase lo que dice José acerca de
ellos cuando más tarde van a Egipto para comprar comida. Dice: “No me
enviasteis acá vosotros”
(Gn. 45.8). En un sentido, esto no es correcto.
Sus hermanos sí lo hicieron. En forma deliberada, maliciosa y odiosa lo
vendieron como esclavo. Pero José dice que no lo hicieron. José no estaba
equivocado, sino que sólo trata de decir en una forma poderosa y convincente
que Dios estaba en realidad detrás de todo ello. El acto pecaminoso de venderlo
no había estado a merced de la casualidad o de la voluntad pecaminosa del
hombre. Dios había determinado que José fuera a Egipto. Por eso dice, “No me
enviasteis acá vosotros,” y luego de inmediato afirma lo que la mayor parte de
la gente nunca se atrevería a afirmar: “sino Dios”. Dios se aseguró de que José
fuera vendido a Egipto.
Más tarde, José reconoce en una manera más
explicita que sus hermanos cometieron pecado, cuando les dice, “Vosotros
pensasteis mal contra mí.” Pero agrega, “Dios lo encaminó a bien” (Gn. 50.20).
El uso del mismo verbo en el caso de José y en el de Dios destaca más la
paradoja. Dios está envuelto en una forma real en las acciones de los hermanos.
Dios quería asegurarse de que su pueblo elegido de Israel tuviera un amigo
especial en Egipto que lo ayudara en la época de sequía y hambre.
Porque de este pueblo iba a salir el salvador del
mundo. Para conseguir; pues este objetivo de continuar el linaje de Abraham,
Dios no podía dejar los acontecimientos al azar. Por eso ordenó el pecado de
los hermanos de José: “sino Dios (me envió)”; “Dios los encamino a bien.” En
otras palabras, Dios se aseguró de que los hermanos de José pecaran; pero lo
hizo en una forma tal que la responsabilidad es de los hermanos y no de Dios.
Porque Dios es sólo santidad y luz, y no hay tinieblas en él.
Un segundo ejemplo claro de la predeterminación
del pecado es la crucifixión de Cristo. Este fue el pecado más odioso de todos
porque constituyó el epítome del odio del hombre contra Dios.
Sin embargo este pecado lo predeterminó Dios. Dios
no dejó la muerte de su Hijo y por consiguiente la salvación de su pueblo a
merced del hombre pecador. Supongamos que Judas y los líderes judíos hubieran
cambiado de pensamiento y hubieran decidido no matar a Jesús. Supongamos que
Jesús hubiera envejecido y hubiera muerto de muerte natural o no hubiera muerto
nunca. Entonces no hubiera habido expiación del pecado y no hubiera habido
cielo. En ese caso los planes de Dios de lección y salvación se hubieran
frustrado.
Dios no dejó al azar la salvación del mundo. Por
ello, como Pedro dijo en Pentecostés, Jesús fue “entregado por el determinado
consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hch. 2.2). Y más adelante la
iglesia, al hablar de la muerte de Jesús, confesó a Dios, que Herodes, Pilatos,
los gentiles y los judíos se habían unido “para hacer cuanto tu mano y tu
consejo habían antes determinado que sucediera2 (Hch. 4.28). En otras palabras,
el pecado lo predetermina Dios.*
*Compare
Josué 11.20; 1 Samuel 16. 23, 2 Samuel 12. 11-12; 16. 10-11; 1 Reyes 22.22-30;
Job 1.21; Isaías 10.5; 2 Tesalonicenses 2.11; y Apocalipsis 17.17. Lea el
Artículo XIII de La Confesión Belga de fe, afirmación magnifica referente a la
predeterminación de Dios (pág. 171).
Así pues una vez más confesamos con todo vigor la
soberanía absoluta de Dios. Él predestina, elige y preordena.
Pero, si alguien ha estado reflexionando
verdaderamente, es muy probable que se le haya suscitado muchas veces una
objeción muy grave. En forma involuntaria, la persona corriente se rebela y
casi muestra hostil ante algunas de estas ideas. Retrocede ante el pensamiento
de que todo ha sido planeado y determinado por Dios desde hace muchísimo tiempo.
Esto lo perturba.
Porque, ¿dónde está la santidad de Dios? Si
predeterminó el pecado de los hermanos de José y el pecado de Judas, ¿cómo
puede una persona racional decir que Dios es santo? ¿Acaso la culpa no es de
Dios? O, para decirlo de otro modo, ¿dónde está la libertad del hombre? ¿Acaso
el hombre no es más que un muñeco que Dios manipula? ¿No es más que un juguete
mecánico con una cuerda en la espalda que lo hace funcionar? ¿No es más que un
computador al que le introduce algunos datos y luego en forma mecánica realiza
su labor? ¿Dónde está la responsabilidad del hombre si dios ha preordenado
todas las cosas? ¿Acaso, si esto es así, el ladrón no deja de ser responsable
por robar? La culpa es de Dios.
He aquí el gran misterio, el título de este capítulo:
Cómo resolver este problema abrumador de reconciliar la predeterminación de
Dios con la libertad del hombre. Es el misterio de la soberanía divina y la
responsabilidad humana, de la libertad de Dios y la libertad del hombre, del
amor de Dios y la omnipotencia de Dios.
¿Cómo reconciliar ambas cosas?
II. SOLUCIONES
A. ARMINIANISMO.
Hay dos modos de resolver el problema: una es
racionalista y la otra bíblica. El Arminiano a pesar de recurrir tanto a la
Biblia, es notable que en el punto de la soberanía de Dios él recurre a la
razón, en vez de hacerlo a la Biblia. Ve el problema correctamente: reconciliar
las dos fuerzas opuestas a la soberanía de Dios y la responsabilidad del
hombre.
Pero para resolver el problema coloca la razón del
hombre en lugar de la Biblia. Razona que lógicamente no se puede reconciliar
estos dos hechos evidentemente contradictorios. Por ello retiene un conjunto de
hechos y niega el otro.
Retiene la libertad del hombre y restringe la
soberanía de Dios. De esta manera el problema racional se resuelve. La
contradicción se disuelve.
B. HIPER-CALVINISMO.
Opuesto completamente al arminiano se encuentra el
híper-calvinista. Contempla ambas series de hechos, la soberanía de Dios y la
libertad del hombre, y como el arminiano, dice que no se pueden reconciliar
estas dos fuerzas evidentemente contradictorias. Al igual que el arminiano,
trata el problema en una forma racionalista, negando un aspecto del problema.
En tanto que el arminiano niega la soberanía de Dios, el híper-calvinista niega
la responsabilidad del hombre. Considera tan claras las afirmaciones bíblicas
respecto a la predeterminación por parte de dios que se aferra a ellas. Pero al
no poder reconciliar lógicamente la predeterminación con la responsabilidad del
hombre, niega esta última. Así pues, el arminiano y el híper-calvinista, aunque
diametralmente opuestos, se parecen mucho en su racionalismo.
C:
CALVINISMO.
1. Paradoja. Frente
a estos puntos de vista humanistas, el calvinista acepta ambos lados de la
antinomia. Se da cuenta de lo que él mismo defiende es ridículo. Simplemente
resulta imposible para el hombre armonizar estas dos series de hechos. ¿Decir
por un lado que Dios hace que todas las cosas sucedan, y sin embargo decir que
el hombre es responsable por lo que hace? ¡Insensatez! Debe ser o una cosa o la
otra cosa, pero no ambas. ¿Decir que Dios predetermina el pecado de Judas y sin
embargo Judas es responsable? ¡Necedad! Dios no puede predeterminar el robo y
luego echarle la culpa al ladrón.
El calvinista admite abiertamente que su posición
es ilógica, ridícula, sin sentido y necia. Esto está de acuerdo con lo que dice
Pablo, “La palabra de la cruz es locura a los que se pierden” (1 Co. 1.18). Los
griegos buscan la sabiduría y la lógica, y para ellos el calvinismo es irracional.
El calvinista defiende dos posiciones evidentemente contradictorias. * Dice
por un lado que Dios ha predeterminado todas las cosas. Luego se da la vuelta y
le dice a cada hombre, “La salvación depende de ti. Debes creer. Es tu deber y
responsabilidad. Si no crees, no puedes echarle la culpa a Dios. Debes echarte
la culpa a ti mismo. Pero si crees, recuerda que Dios es quien realizó en ti
tanto el creer como el hacer según su beneplácito” (Fil. 2.12., 13). “Recuerda
que si te esfuerzas por conseguir el objetivo de la vida, fue Cristo quien te
asió a fin de que lo puedas conseguir” (Fil. 3.12.) Frente a la lógica, el
calvinista dice que si el hombre hace algo bueno, toda la gloria es para Dios;
y que si el hombre hace algo malo, el hombre debe pagar con el reproche. El
hombre siempre pierde.
* Debe
enfatizarse que la contradicción sólo es aparente y no rea. El hombre no puede
armonizar las dos posiciones al parecer contradictorias, pero Dios si puede.
Para muchos esta posición resulta necia. Es
irrazonable. Por esto el calvinista debe decidir: ¿cuál es su autoridad? ¿Su
propia razón o la palabra de Dios?
Si responde qué es el poder de raciocinio del
hombre, entonces. Al igual que el arminiano y el híper-calvinista, tendrá que
excluir una de las dos fuerzas paralelas. Pero no lo puede hacer, porque cree
que la Biblia es la Palabra de Dios y que el Espíritu Santo la inspiró. Confía
enteramente en Dios, sabiendo que su palabra no se puede conculcar. Es
infalible e inerrante.
Con esa creencia firme y la voluntad de creer todo
lo que se encuentra en la Biblia, acepta esta paradoja de la soberanía divina y
la responsabilidad humana. No puede reconciliar ambas cosas; pero al ver que la
Biblia enseña claramente ambas, las acepta.
2. Misterio. Y no
lo perturba el que no pueda entender todo lo que se refiere a Dios. Después de
todo, los caminos de Dios son más elevados que sus caminos, al igual que el
cielo está por encima de la tierra (Is. 55.9). Si lo pudiera entender todo, tal
como el problema del mal, entonces su inteligencia será tan grande como la de
Dios. Recuerda las preguntas que Dios le hizo a Job, cuando éste no podía
entender muchas cosas y tenía problemas y dudas acerca de la bondad de Dios.
Dios le preguntó a Job: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo
saber, si tienes inteligencia.” Y luego agrega sarcásticamente, “¡Tú lo sabes!”
Dios pasa a mostrar la pequeñez de Job cuando pregunta, “¿Has mandado tú a la
mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar? ¿Has entrado tú hasta las
fuentes del mar, y has andado escudriñando el abismo? Declara si sabes todo
esto… ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz, y dónde está el lugar
de las tinieblas?” “¡Tú lo sabes,” agrega Dios sarcásticamente, “Pues entonces
ya habías nacido, y es grande al número de tus días!” (Job 38).
Lo que Dios quiere al interrogar a Job es
mostrarle que es insignificante y que El es infinitamente mayor. Por
consiguiente, no sorprende que Job no tenga todas las respuestas. Después de
todo hay algunas cosas que Dios conoce y el hombre nunca puede ni vislumbrar,
porque Dios es infinita y cualitativamente mayor que el hombre. El lema del
calvinista es Deuteronomio 29.29 donde Moisés dice que “las cosas secretas
pertenecen a Jehová nuestro Dios, mas las reveladas son para nosotros y para
nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta
ley.” Hay ciertos asuntos que son demasiado profundos para el hombre. No puede
comprenderlos ni nunca los comprenderá. El hombre es finito y Dios es infinito.
Uno de estos asuntos es la paradoja aparente de la soberanía de Dios y la responsabilidad
del hombre. Este asunto secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, y esto
debería bastarnos. No deberíamos tratar de averiguar ese concejo secreto de
Dios.
Pero hay muchos aspectos de la voluntad de Dios
que nos han sido revelados, tales como el mandamiento de creer, la ley moral,
los Diez Mandamientos, el Sermón del Monte, y la forma de santificarse. Acerca
de estos asuntos no hay dudas, y el hombre debería aprenderlos, enseñarlos a
sus hijos y obedecerlos.
Esta es, pues, la humildad religiosa del
calvinista. Confiesa: No sé.* No lo puedo entender todo, pero como
encuentro en la Biblia que Dios es ciento por ciento soberano y aun así yo sigo
siendo responsable, lo creo. Y trataré de hacer todas esas cosas que se mandan.
3. Aplicación. Esto
significa que si bien el hombre está totalmente corrompido y es incapaz de
creer, y que si bien la fe es un don de Dios creado en el pecador por la acción
irresistible del espíritu santo, sin embargo, depende del hombre el creer.
Tiene el deber de obedecer el mandamiento de Dios de que creamos.
Quiere decir que si bien la santificación es un
don de Dios, y si bien es Dios quien opera e nosotros para que hagamos todo lo
bueno, sin embargo es nuestra responsabilidad utilizar los medios de la gracia,
y no esperar a que Dios nos mueva.
Quiere decir que si bien Dios ha predeterminado
todas las cosas, sin embargo la oración es eficaz, y el hombre debería orar,
sabiendo que la oración ferviente del hombre justo es poderosa (Stg. 5.16).
Quiere decir que si bien Dios no ha elegido a
todos, y que si bien Cristo no ha muerto por todos, sin embargo debemos mostrar
celo en seguir el mandato de Cristo de ir por todo el mundo, haciendo
discípulos en todas las naciones
(Mt. 28.19).
Porque ésta es la pauta bíblica, combinar los dos
elementos: la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre. Es notable la
forma en que Pablo los une.
Por ejemplo, antes y después de su gran pasaje
acerca de la elección divina (Ro. 9-11), Pablo presupone la responsabilidad
humana. Los capítulos 6 y 7 están llenos de mandatos, tales como, “No reine el
pecado en vuestro cuerpo mortal” y “Tampoco presentéis vuestros miembros al
pecado”
Y en el mismo versículo que sigue al pasaje de la
elección, comienza con, “Así que, hermanos, os ruego por las misericordia de
Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios, que es vuestro culto santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación” (Ro. 12.1). Adviértase que la
*El
cristiano nunca debe avergonzarse de decir, “No sé” de hecho la ignorancia
aprendida es más sabia que la sabiduría de los burlones. Calvino escribió: “De
esas cosas que no ha sido dado conocer ni es legitimo conocer la ignorancia es
aprendida; al ansia de conocerlas es una especie de locura” (Instituto de la
Religión Cristiana, III, XXXIII, 8). “Aquellos que tratan de conocer más de lo
que Dios ha revelado don locos. Por consiguiente, deleitémonos más en una
ignorancia sabia que en una curiosidad inmoderada e intoxicada de saber más que
lo que Dios permite” (“La Predestinación Eterna de Dios” en El calvinismo de
Calvino).
Base para el vigoroso llamamiento a la acción de
Israel por parte de Dios. Para pablo, la elección no mata la iniciativa, sino
que el fundamento es el fundamento de la misma.
Obsérvese la misma combinación de la soberanía de
Dios y de la responsabilidad del hombre en Colosenses 3.12. Pablo alienta a los
colosenses a que se revistan de un corazón de compasión, amabilidad, humildad,
gentileza y paz. La razón que les da es que han sido elegidos para ser buenos y
santos, deben vivir de acuerdo con lo que se espera de ellos.
En 1 Tesalonicenses 5.8-9 razona de la misma
forma. Incita a los tesalonicenses a que se dominen, “porque no nos ha puesto
Dios para ira, sino para alcanzar salvación.”
Y En 2 tesalonicenses 2.15 exhorta a sus lectores
a que se mantengan firmes porque dios los ha escogido desde el principio para
ser salvos (2.13-14).
En otras palabras, para pablo, la elección, en
lugar de matar la iniciativa, ere un gran estímulo para buenas obras.
III. LA PRÁCTICA
Está bien tener la teoría, pero también es
provechoso observar la práctica. ¿Mata el calvinismo el incentivo a las
acciones buenas? Si una persona sabe que ha sido elegida, ¿no se apagará su
deseo de esforzarse por Dios? La respuesta se puede encontrar en las vidas de
dos que creyeron en la soberanía de Dios con todo su ser: Juan Calvino y Pablo.
A. CALVINO.
La energía y celo de Calvino fueron increíbles, He
ahí un hombre que creyó tanto en la soberanía de dios que generaciones más
tarde casi se ha identificado su nombre con la predestinación. Sin embargo,
véase su vida, su energía y celo por la acción.
El biógrafo Stockelberger escribe lo siguiente
acerca de su vida en Ginebra: “Era predicador incansable de la palabra. Además
del servicio religioso dominical, cada otra semana dirigía los servicios
diurnos. Se conservan más de dos mil de estos sermones. Además de predicar,
daba conferencias teológicas durante la semana. Visitaba a los miembros
enfermos e indiferentes. Los jueves presidía el consejo de ancianos, y los
viernes la reunión de predicadores en la que se discutía la Sagrada Escritura.
No había día en que no lo visitarán personas extrañas para recibir su aliento.
Las noches las dedicaba más a escribir que a dormir.”
Un Biógrafo católico hostil escribe: “Es casi
increíble cómo un hombre que tuvo que luchar constantemente contra enfermedades
corporales graves fuera capaz de desarrollar una actividad tan variada y
fatigosa. Sus contemporáneos lo han comparado muy bien con el arco que siempre
está tenso. Se privaba del sueño a fin de dedicar tiempo a trabajar y fatigaba
incluso a sus secretarias con dictados constantes. Tenía la casa siempre
abierta a cualquiera que buscara consejo. Estaba siempre informado acerca de
todos los asuntos de la iglesia y del estado, incluso en detalles
insignificantes. Si bien mantenía poco contacto con el mundo exterior, casi
conocía a cada uno de los ciudadanos.”
Este gigantesco trabajo resulta aún más abrumador
si se considera lo enfermo que estaba Calvino. Stickelberger escribe: “Como
consecuencia de sus privaciones y vigilias durante la juventud, en edad
temprana se vio afligido por dolores persistentes en un lado de la cabeza, los
cuales le continuaron durante casi toda la vida. Estos dolores solían
desarrollar su excitación emotiva hasta tal punto que muchas noches se sentía
atormentado por ellos.
“Enfermo de la tráquea, escupía sangre con dolor
cuando había utilizado demasiado la voz en el púlpito. Varios ataques de
pleuresía fueron preparando el terreno para la consunción de la que fue victima
en la edad de cincuenta y un años. Constantemente sufría de la vena
hemorroidal, cuyos dolores se vieron incrementados hasta un punto intolerable
con un absceso interno que se resistía a la curación.
En varias ocasiones la fiebre intermitente se
apodero de él, minando su fortaleza y reduciéndola paulatinamente. Tuvo piedras
en la vejiga y en los riñones, además de calambres de estómago e influencias
intestinales. A todo ello se le añadió por fin artritis. No exagero cuando a
modo de paréntesis escribió en una carta, “Si mi condición no fuera una lucha
constante con la muerte”
Recuérdese que toda esta energía y acción la
desarrolló el hombre cuyo nombre más que ningún otro en la historia va asociado
con la predestinación. Su vida es una contradicción de la afirmación de que la
predestinación mata el incentivo del hombre para trabajar. Sería difícil
mencionar otra persona que haya trabajado en forma tan infatigable como Juan
Calvino.
Esta aparente paradoja entre la predestinación y
confianza humilde en Jesucristo se sintetiza en forma muy bella en el
testamento de Calvino, que dictó poco antes de morir:
“En el nombre de Dios, yo, Juan Calvino, siervo de
Dios en la iglesia de Ginebra, debilitado por muchas enfermedades doy gracias a
Dios por haberme mostrado no sólo misericordia, a mí su pobre criatura, y por
haberme soportado en todos los pecados y debilidades y lo que es mucho más por
haberme hecho partícipe de su gracia para servirle por medio de mi obra.
Confieso vivir y morir en esta fe que me ha dado,
y no tengo otra esperanza ni refugio que su predestinación en la que se basa
toda mi salvación. Acepto la gracia que se me ha ofrecido en nuestro Señor
Jesucristo y acepto los méritos de su sufrimiento y muerte ya que por medio de
ellos han sido sepultados todos mis pecados; y humildemente le suplico que me
lave y purifique. Con la sangre de nuestro gran Redentor; que fue derramada por
todos los pobres pecadores de modo que yo, cuando me presente delante de su
rostro, pueda mostrarme semejante a él.
“Además, declaro que me he esforzado en enseñar su
palabra incontaminada y en explicar la Sagrada Escritura fielmente, según la
medida de la gracia que él me ha dado. En todas las discusiones que he tenido
contra los enemigos de la verdad, no empleo ni astucias ni sofismas, sino que
he luchado por su causa con honestidad. Pero, oh, mi voluntad, mi celo fueron
tan fríos y flojos que me reconozco culpable en todos los aspectos; sin su
infinita bondad, todos mis esfuerzos apasionados serían humo, más aún, la
gracia misma que me dio me haría resultar más culpable; por ello mi única
confianza en que él Padre de misericordia quien como tal desea revelarse a mí,
miserable pecador.
“En cuento a los demás, deseo que después de la
muerte mi cuerpo sea sepultado según la forma acostumbrada, en espera del día
de la bendita resurrección.”
¡Oh Dios, concédenos que todos podamos poseer una
confianza tan sencilla en nuestro único Salvador Jesucristo!
B. PABLO.
Pero no nos detengamos en este gigante de la
historia de la iglesia. Remontémonos al que fue la fuente del pensamiento de
Calvino, el inspirado apóstol pablo. Él fue quien dijo que aquellos a quienes
Dios ama de antemano los predestina, y aquellos a quienes predestina llama, y
aquellos a quienes llama justifica y glorifica. Fue Pablo quien dijo, “no
depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia,”
y quien cita a Dios diciendo: “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.”
De quien quiere, tiene misericordia, y al que
quiere endurecer, endurece.” “Mas antes, oh hombre, ¿quien eres tú, para que
alterques con Dios? Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has
hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro?” Fue pablo quien
habló de aquellos que han sido escogidos en Cristo desde antes de la fundación
del mundo para ser santos y sin mancha, habiendo sido predestinados para la
adopción como hijos.
Y sin embargo, ¿Quién podría afirmar siquiera por
un momento, con honestidad, que este gran defensor de la predestinación no
estuvo enardecido por el Señor? ¿No exclamó acaso, “Ay de mí si no anunciare el
evangelio de Jesucristo”? De hecho, ¿no fue acaso el conocimiento mismo que
Pablo obtuvo por medio de la visión, de que el Señor tenía mucha gente en
Corinto, el estímulo que necesitaba para permanecer en esa ciudad durante un
año y medio, para trabajar diligentemente, a fin de que aquellos a quienes el
señor poseía pudieran oír el evangelio y salvarse? ¿Suenan acaso las
afirmaciones constantes de pablo referentes a que el oraba de día y noche sin
cesar por las iglesias recién fundadas como si la elección hubiera mitigado su
entusiasmo? ¿Acaso sus trabajos de tres años en Éfeso con lagrimas no revelan
el espíritu de un hombre que no puede hacer los suficiente por su señor?
¿Acaso no fue Pablo quien dijo que consideraba que
su vida no valía nada con tal de poder testificar de la gracia de Dios?
¿Consideraría que no tiene celo por la causa de una persona que fue azotada
tres veces con varas, una apedreada, tres veces sufrió naufragio; que pasó
veinticuatro horas en alta mar; que viajó tanto, con peligros de ríos, peligro
de ladrones, peligro de gentiles, peligros de los de su nación, peligros en la
ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligro entre falsos
hermanos, en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos
ayunos, en frío y desnudez? ¿Es ese acaso un Espíritu frío, frígido, inanimado,
apagado, sin celo ni iniciativa?
Se ve pues que la Biblia y la historia misma de la
iglesia desmienten las opiniones de aquellos que acusan al calvinismo de ser
una influencia mortal, algo que debería ocultarse y de lo que no se debería
hablar, algo en lo que hay que pensar cuando nadie nos escucha.
Por consiguiente, en vez de temer las grandes
verdades de la soberanía de dios, extasiémonos en gratitud para con Dios por su
amor de predestinación, el cual, a pesar de la rebelión completa de todo hombre
contra Dios y del odio hacia él, se empeño en salvar a algunos. Y demos gracias
a dios de que incluso nuestra fe proceda de Él y se nos haya dado en una forma
irresistible. Porque sabemos que por naturaleza somos tan depravados que si
Dios no hubiera actuado en esta forma irresistible y preciosa, nunca hubiéramos
creído, Además, demos gracias a Dios de que Cristo no muriera en una manera
insulsa y débil por todos los hombres, de manera que no se tuviera seguridad de
la salvación de ninguno, sino que su realización quedara en manos de los
totalmente depravados.
Demos más bien gracias a Dios de que la muerte de
Cristo fuera una garantía absoluta de que todos y cada uno de los elegidos se
salvarían. Y una vez salvados, demos gracias a Dios de que no tenemos que
temblar por temor de que mañana podamos apostatar y perdernos eternamente, sino
más bien, de que una vez salvos, siempre seremos salvos. En otras palabras,
“Bendito sea el dios y Padre de nuestro señor Jesucristo, que nos bendijo con
toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos
escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos
suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para
alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el amado”
(Ef. 1.3-6).
Y finalmente, no se olviden de “hacer firme
vuestra vocación y elección” (2P. 1.10). Porque es posible saberlo todo acerca
de la predestinación y sin embargo ir al infierno, y todo por no acudir
sinceramente a Jesús en arrepentimiento y pedirle que le salve de sus pecados.
Así pues, en el nombre de Dios, les mandó e invito: crean en el Señor
Jesucristo. Depende de ustedes. Pero si creen, entonces den gracias a Dios por
haberles hecho desear creer Soli deo gratia: A Dios sólo sean dada las gracias.
PREGUNTAS PARA SU ESTUDIO Y REFLEXION
1.
¿Todo ha sido decretado por Dios? Demuestre su respuesta con la Biblia.
2. Si el pecado no ha sido decretado por Dios, mencione las acciones
humanas y los acontecimientos históricos que sí lo han sido.
3. Busque en la Biblia los siguientes pasajes y comente lo que dicen
acerca de que el pecado ha sido decretado por Dios:
A. Génesis
45.5-8
B.
Génesis 50.20
C.
Hechos 2.23
D.
Hechos 28
4. Igualmente, busque los siguientes versículos de la Biblia y comente lo
Que dice n acerca de que Dios decreta el pecado:
A.
Josué 16.23
B. 1
Samuel 16.23
C. 2
Samuel 12.11-12
D. 2 Samuel
16.10-11
E. 1 Reyes
22.20-33
F. Job 1.21
G. Isaías
10.5
H. 2
Tesalonicenses 2.11
I.
Apocalipsis 17.17
5.
Busque los siguientes versículos que hablan de la santidad de Dios:
A.
Salmo 5.4-6
B.
Isaías 6.3
C.
Romanos 9.14
D. 1
Pedro 1.16
E.
Apocalipsis 15.4
¿Cómo se reconcilian
estos versículos con los que se mencionan en las preguntas 5 y 6?
6.
¿Cómo puede un dios santo y omnipotente decretar la caída. El pecado Y el
infierno?
7. ¿Es
bíblico decir, “La salvación depende de usted”?
8. ¿Cómo muestra la historia del naufragio de pablo tanto la soberanía Divina
como la responsabilidad humana (Hch. 27.22-25, 31)?
9.
¿Cómo impone el arminiano una lógica racionalista a la Biblia?
10. ¿De
qué manera hace lo mismo el hipercalvinista?
11. ¿Qué
posición ocupa el calvinista respectos a estos dos extremos?
12.
¿merece reproche el que ha sido predestinado a ser ladrón?
13. Lea
Deuteronomio 29.29 y explíquelo en detalle.
14. Lea y comente pasajes de la Biblia que hablen de
la incomprensibilidad de Dios tales como Isaías 55.8 9, Job 38 y romanos
11.33-36.
15. ¿Le
gustaría saber todo lo que Dios sabe y ser como él? Sea sincero y diga por qué.
16.
¿Cómo se relacionan en colosenses 3.12 la soberanía divina y la responsabilidad
humana?
17. ¿Y
en 1 tesalonicenses 5.8-9?
18. ¿Y 2
tesalonicenses 2.13, 15?
19. A veces se dice que la enseñanza de que Dios
predetermina todas las cosas mata la iniciativa del hombre. ¿Cómo refutaría
este argumento con las vidas de pablo y de Calvino?
LECCIÓN: 9
7: ACTITUD DE CALVINO HACIA LA PREDESTINACIÓN.
Calvino escribió que, al tratar de la
predestinación, debería evitarse dos actitudes: curiosidad excesiva por lo que
Dios ha revelado y timidez exagerada en enseñar lo que ha revelado.
En el primer caso, “La curiosidad humana hace que
la discusión de la predestinación, ya de por so algo difícil, resulte muy
confusa e incluso peligrosa. No hay prohibiciones que le impidan vagar por
veredas prohibidas ni remontarse hacia las alturas. Si se les permitiera, no
dejaría ningún secreto de Dios sin averiguar o descifrar. Como por todas partes
hay tantos que utilizan esta audacia y atrevimiento, algunos de ellos hombres
que por lo demás no son malos, se les debería recordar a su tiempo cuál es su
deber a ese respecto.
“Primero, pues que recuerden que cuando estudiaban
la predestinación están penetrando en los recintos sagrados de la sabiduría
divina. Si alguien irrumpe con seguridad despreocupada en este lugar, no
llegará a satisfacer su curiosidad y entrará en un laberinto del que no hallará
salida. Porque el hombre no tiene derecho a averiguar sin restricción cosas que
el Señor ha decidido que quedaran escondidos en Él; ni tampoco tiene derecho a
investigar desde la eternidad esta sublime sabiduría, que Dios quisiera que
reverenciáramos pero que no entendiéramos a fin de que, por medio de ello, nos
llenáramos de pasmo. Con su palabra ha declarado los secretos de su voluntad
que ha decidido revelarnos. Ha decidido revelárnoslos en cuanto previo que nos
concernirían y beneficiarían.”
Para Calvino, al ocuparnos de la predestinación,
la palabra de Dios es la única norma. “Si prevalece este pensamiento que la
palabra de Dios es el único camino que nos puede guiar en la búsqueda de todo
lo que es justo saber respecto a Él, y la única luz para iluminar nuestra
visión de todo lo que deberíamos ver de Él, nos preserva fácilmente y frenará
de toda temeridad. Porque sabremos que en cuanto excedemos los límites de la
palabra, nuestro curso anda desviado y en la oscuridad, y que erraremos,
resbalaremos y tropezaremos repetidas veces. Tengamos, pues esto, esto muy
presente por encima de todo: buscar cualquier otro conocimiento de la
predestinación que lo que la palabra de Dios manifiesta no es menos insano que
querer caminar por un desierto sin sendas o querer ver en la oscuridad. Y no
nos avergoncemos de ser algo ignorantes en este terreno, ya que existe una
cierta ignorancia sabia. Antes bien, abstengámonos voluntariamente de indagar
en una clase de conocimiento, cuyo deseo ardiente es tanto necio como peligroso
más aun, incluso mortal. Pero si nos agita una curiosidad atrevida, haremos
bien en contraponerle este pensamiento moderador: así como no es bueno comer
demasiada miel, tampoco en el caso del curioso la investigación de la gloria no
se transforma en gloria. Porque hay buena razón para que nos disuadamos de esta
insolencia que nos puede abocar a la perdición.” *
* CALVINO, III, XXI, 2.
La segunda actitud que deberíamos evitar, dice
Calvino, es la de los que “casi exigen que se oculte toda mención de la
predestinación; de hecho, nos enseñan que hay que evitar cualquier pregunta
respecto a ello del mismo modo que evitaríamos un arrecife.” También esta
actitud está equivocada. “Porque la escritura es la escuela del Espíritu santo,
en la que al igual que no se omite nada que sea necesario y útil conocer,
tampoco se enseña nada que no sea conveniente saber.
Por consiguiente debemos cuidarnos de no privar a
los creyentes de cualquier cosa revelada en la Escritura acerca de la
predestinación, para no aparecer, o bien que los privemos maliciosamente de la
bendición de Dios, o bien que acusamos al Espíritu Santo y nos mofamos de Él
por haber publicado lo que nos es provechoso suprimir, afirmo que debemos
permitir que el cristiano abra los ojos y oídos a toda manifestación que Dios
dirija , con tal de que lo haga con tal moderación que cuando el Señor cierra
sus santos labios, también el cierre de inmediato el camino de las
averiguaciones.” *1
Calvino concluye sus observaciones diciendo que
desea que los que quieran ocultar la predestinación “admitan que no deberíamos
investigar lo que Dios ha dejado en el secreto, que no deberíamos negligir lo
que ha puesto al descubierto, de modo que no se pueda acusar de excesiva
curiosidad por un lado ni de la excesiva ingratitud por el otro…Así pues, todo
el que acumula odio sobre la doctrina de la predestinación censura a Dios, como
si Dios hubiera imprudentemente dejado pasar algo dañino para la iglesia.”*
2
De este modo Calvino enseño el principio de la
Scriptura tota y Scriptura sola, toda la Escritura y sólo la Escritura. El
hombre debe enseña todo lo que Dios ha revelado, incluyendo la predestinación.
Pero no debe ir más allá de la Escritura, especulando en lo que Dios no ha
revelado. No se puede adoptar una actitud más hermosa que ésta que Calvino
expresó.
8: APÉNDICE.
LA CONFESION BELGA DE FE
ARTÍCULO XII
LA PROVIDENCIA DE DIOS
Creemos que es buen Dios, luego de haber creado
todas las cosas, no las ha abandonado ni las ha entregado al acaso o al azar,
sino que las dirige y gobierna según su santa voluntad, de tal manera que no
acontece nada en este mundo sin su disposición; con todo eso, sin embargo, Dios
no es autor ni tiene culpa del pecado que sucede. Porque su poder y bondad son
tan grandes e incomprensibles, que Él muy bien y con justicia dispone y ejecuta
su obra,
*1CALVINO, III,
XXI, 3.
*2CALVINO, III,
XXI, 4.
También cuando los diablos y los inicuos obran
injustamente. Y en cuanto a lo que Él hace fuera del alcance de la comprensión
humana, eso no lo queremos investigar curiosamente más de lo que nuestra razón
puede soportar; pero adoremos con toda humildad y reverencia los justos juicios
de Dios que nos son ocultos; dándonos por satisfechos con ser aprendices de
Cristo, para aprender solamente lo que Él en su Palabra nos indica, sin exceder
estos límites.
Esta enseñanza nos da un inexpresable consuelo,
pues por ella somos instruidos de que nada puede acontecer por casualidad, sino
por la disposición de nuestro clemente Padre celestial, quien vela por nosotros
con cuidado paternal, sujetando a todas las criaturas bajo su dominio de tal
manera que “no puede caer un solo cabello de nuestra cabeza (porque están todos
contados), ni puede caer un pajarillo” a tierra sin la voluntad de nuestro
padre. Sobre lo cual descansamos, sabiendo que Él reprime a los diablos y a
todos nuestros enemigos, que sin su permiso y sin su voluntad no nos puede
perjudicar. Y en esto reprobamos el condenable error de los Epicúreos, que
dicen que dios no se inmiscuye en nada y deja que todas las cosas acontezcan al
acaso.
ARTÍCULO XIV
LA CREACIÓN, LA CAÍDA Y LA PERDICIÓN
DEL HOMBRE
Creemos que Dios ha creado al hombre del polvo de
la tierra, y lo ha hecho y formado según su imagen y semejanza, bueno, justo y
santo, pudiendo con su voluntad convenir en todo con la voluntad de Dios. Mas,
“estando así en honra, él no lo ha entendido”, ni ha reconocido su excelencia,
más se ha sometido por propia voluntad al pecado y, por ende, a la muerte y a
la maldición, prestando oídos a las palabras del diablo. Porque él transgredió
el mandamiento de vida que había recibido, y se separó de Dios, que era su vida
verdadera; habiendo pervertido toda su naturaleza; por cuyo motivo se hizo
culpable de la muerte física y espiritual.
Y habiéndose hecho impío, perverso y corrompido en
todos sus caminos, ha perdido todos sus excelentes dones que había recibido de
Dios, no quedándole de esos nada más que pequeños restos, los cuales, por otra
parte, son suficientes para privar al hombre de toda excusa; pues toda la luz
que hay en nosotros se ha convertido en oscuridad, como nos lo enseña la
Escritura, diciendo: “Y la luz resplandece en medio de las tinieblas, y las
tinieblas no la comprendieron. “Aquí San Juan llama a los hombres oscuridad.
Por eso desechamos todo lo que se enseña contra esto acerca del libre albedrío
del hombre, en vista de que el hombre no es más que un esclavo del pecado, “no
pudiendo recibir nada si no le fuere dado del cielo”.
¿Por qué quién ha de jactarse de poder hacer algún
bien como de sí mismo?, puesto que Cristo dice: “Nadie puede venir a mí, si el
Padre que me envió no le trajere.” ¿Quién ha de gloriarse en su propia
voluntad, cuando entiende que el “Intento de la carne es enemistad contra
Dios”? ¿Quién se atreverá hablar de su ciencia, viendo que el “Hombre natural
no percibe las cosas del Espíritu de Dios”?
Para abreviar, ¿quién sugerirá idea alguna, en
vista que comprende que de nosotros mismos no somos suficientes para reputar
cosa alguna como procedente de nosotros mismos, son que nuestra competencia es
de Dios”? Y por eso debe tenerse con razón, por cierto y seguro lo que dice el
Apóstol, que “Dios es el que obra en vosotros, así el querer como el obrar
según su buena voluntad”. Porque no hay entendimiento ni voluntad de Dios,
excepto lo que Cristo ha obrado en el hombre, lo que Él nos enseña al decir:
“Sin mí nada podéis hacer.”
ARTÍCULO XV
EL PECADO ORIGINAL
Creemos que, por la desobediencia de Adán, el
pecado original se ha extendido a toda la raza humana; el cual es una
depravación de toda la naturaleza y un defecto hereditario con los cuales aun
los niños pequeños están contaminados ya en el seno de sus madres, y que, en el
hombre, producen toda clase de pecados, siendo en él como una raíz de los
mismos; por lo tanto, el pecado original es tan repugnante y abominable ante
Dios, que es suficiente para condenar a la generación humana.
Este pecado original no es anulado por completo ni
enteramente extirpado ni aun por el bautismo, visto que el pecado siempre surge
de él como agua, como de una fuente impura; si bien a los hijos de Dios no les
es imputado para condenación, mas les es perdonado por su gracia y misericordia;
no para dormirse tranquilamente en el pecado, sino para que en el sentido de
esta corrupción les haga gemir frecuentemente a los creyentes, deseando ser
librados de este cuerpo de muerte. Por lo tanto rechazamos los errores de los
pelagianos que dicen que este pecado no es nada más, que por imitación.
ARTÍCULO XVI
LA ELECCIÓN DE DIOS
Creemos que, estando toda la generación de Adán en
perdición y ruina por el pecado del primer hombre, Dios se ha mostrado a sí
mismo tal como es, a saber, misericordioso y justo. Misericordioso, porque trae
y salva de esta perdición a aquellos a los cuales en su eterno e inmutable
consejo, por pura misericordia ha elegido en Jesucristo nuestro Señor, sin
considerar en nada sus obras. Justo, porque deja a los otros en la caída y
perdición en que ellos se han metido.
LA CONFESION DE FE DE
WESTMINTER (1648)
CAPÍTULO III
EL DECRETO ETERNO DE DIOS
I. Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su voluntad,
ordenó libre e inalterable todo lo que sucede. Sin embargo, lo hizo de tal
manera, que Dios ni es autor del pecado ni hace violencia al libre albedrío de
sus criaturas, ni quita libertad ni contingencia de las causas secundarias,
sino más bien las establece.
II. Aunque Dios sabe todo lo que puede suceder en
toda clase de condición o contingencia que se puede suponer, sin embargo, nada
decretó porque lo preveía como porvenir o como cosa que sucedería en
circunstancias dadas.
III. Por el decreto de Dios y para la manifestación de
su propia gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados a vida eterna, y
otros preordenados a muerte eterna.
IV. Estos hombres y ángeles así predestinados y preordenados,
están designados particular e inalterablemente, y su numero es tan cierto y
definido que ni se puede aumentar ni disminuir.
V. A aquellos que dios ha predestinado para vida desde antes que el
mundo, conforme a su eterno e inmutable propósito y al consejo y beneplácito
secreto de su propia voluntad, los ha escogido en Cristo para la gloria eterna;
mas esto por su libre gracia y puro amor, sin la provisión de la fe o buenas
obras, de la perseverancia en ellas o de cualquiera otra cosa en la criatura
como condición o causa que le mueva a ello; y lo ha hecho todo para alabanza de
su gracia gloriosa
VI. Así como Dios ha designado a los elegidos para lo
gloria, de la misma manera, por el propósito libre y eterno de su voluntad, ha
preordenado también los medios para ello. Por tanto, los que son elegidos,
habiendo caído en Adán son redimidos por Cristo, eficazmente llamado,
justificado, adoptado, santificado y salvado, sino solamente los elegidos.
VII. Respecto a los demás hombres del genero humano,
les ha placido a Dios, según el consejo inescrutable de su propia voluntad, por
el cual otorga a u misericordia o deja de hacerlo según quiere, para la gloria
de su poder soberano sobre todas las criaturas, quiso pasarles por alto y
ordenarles a deshonra u a ira a causa de sus pecados para alabanza de la
justicia gloriosa de Dios.
VIII. La doctrina de este alto misterio de la
predestinación debe tratarse con especial prudencia y cuidado, para que los
hombres, persuadidos de su vocación eficaz, se aseguren se su elección eterna,
y atendiendo a la voluntad revelada en la palabra de Dios cedan la obediencia a
ella. De esta manera la doctrina dicha proporcionará motivos e alabanza,
reverencia y admiración a Dios; y también de humildad, diligencia y abundante
consuelo a todos los que sinceramente obedecen al evangelio.
CAPÍTULO V
LA PROVIDENCIA
IX. Dios, el Gran Creador de todos, sostiene, dirige,
dispone y gobierna a todas las criaturas, acciones y cosas, desde la más
pequeña, por su sabia y santa providencia, conforme a su presciencia infalible,
y al libre e inmutable consejo de su propia voluntad, para la alabanza de la
gloria de su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia.
X. Aunque con respecto a la presciencia y decreto de Dios, causa primera,
todas las cosas sucederán inmutable e infaliblemente, sin embargo, por la misma
providencia las ha ordenado de tal manera, que sucederán conforme a la
naturaleza de las causas secundarias, sean necesarias, libre o continentemente.
XI. Dios en su providencia ordinaria hace uso de medios; a pesar de esto,
Él es libre para obrar sin ellos. Sobre ellos, y contra ellos, según le plazca.
XII. El poder todopoderoso, la sabiduría inescrutable
y la bondad infinita de dios se manifiestan en su providencia de tal manera,
que se extiende aun hasta la primera caída y a todos los otros pecados de los
ángeles y de los hombres, y esto no sólo por un mero permiso, sino limitándolos
de un modo sabio y poderoso, y ordenándolos de otras maneras en su dispensación
múltiple para sus propios fines santos, pero de tal modo, que lo pecaminoso
procede sólo de la criatura, y no de dios, quien es justísimo y santísimo por
lo mismo, no es, ni puede ser el autor o aprobador del pecado.
XIII. El todo sabio, justo y benigno Dios, a menudo
deja por algún tiempo a sus hijos en las tentaciones multiformes y en la
corrupción de sus propios corazones, a fin de corregirles la fuerza oculta de
la corrupción, para hacerles más vigilantes contra todas las ocasiones futuras
del pecado, ya para otros muchos fines santos y justos.
XIV. En cuanto aquellos hombres malvados e impíos a
quienes Dios como juez justo ha cegado y endurecido a causa de sus pecados
anteriores, no sólo les retira su gracia por la cual podían haber alumbrado sus
entendimientos y recibido en su corazón su influjo salvador, sino también
algunas veces les retira los dones que ya tenían, y los deja expuestos a objetos
que son causa de pecado debido a la corrupción humana, y a la vez les entrega a
sus propias concupiscencias, a las tentaciones del mundo y al poder de Satanás,
de donde sucede que se endurecen bajo los mismos medios que dios emplea para
enternecer a los demás.
XV. Así como la providencia de Dios alcanza, en
general a todas las criaturas, así también de un modo especial cuida a su
Iglesia y dispone todas las cosas para el bien de ella.
CAPÍTULO VI
LA CAÍDA DEL HOMBRE, EL PECADO Y SU
CASTIGO
XVI. Nuestros primeros padres, seducidos por la
sutileza y tentación de Satanás, pecaron comiendo del fruto prohibido. Plugo a
Dios, conforme a su sabio y santo propósito, permitir este pecado proponiéndose
ordenarlo para su propia gloria.
XVII. Por este pecado cayeron de su justicia original y
perdieron la comunión con dios, y así quedaron muertos en el pecado y
totalmente corrompido en todas las facultades y partes del alma y del cuerpo.
XVIII. Siendo ellos la raíz de la raza humana, la culpa
de este pecado fue imputada a su posteridad, y la misma muerte en el pecado y
la naturaleza corrompida se transmitieron a aquella que desciende de ellos
según la generación ordinaria.
XIX. De esta corrupción original, por la cual
carecemos de disposición y aptitud para todo bien estamos opuestos a éste así
como enteramente inclinados a todo mal, difaman todas nuestras transgresiones
actuales.
XX. Esta corrupción de naturaleza dura toda esta vida
aun en aquellos que son regenerados; y aun cuando sea perdonada y amortiguada
por medio de la fe en Cristo, sin embargo, ella y todos loe efectos de ella son
verdadera y propiamente pecado.
XXI. Todo pecado, ya sea original o actual, siendo una
transgresión de la justa ley de Dios y contrario a ella por su propia
naturaleza, trae culpabilidad sobre el pecador, por lo que éste queda bajo la
ira de Dios, de la maldición de la Ley, y por lo tanto sujeto a la muerte, con
todas las miseria espirituales, temporales y eternas.
CAPÍTULO VII
EL PACTO DE DIOS CON EL HOMBRE
XXII. El primer pacto con el hombre fue un pacto de
obras, en el que se prometía la vida a Adán, y éste a su posteridad bajo la
condición de una obediencia personal perfecta.
XXIII. El hombre por su caída, se hizo indigno de la
vida por aquel pacto, por lo que plugo a Dios hacer un pacto nuevo, llamado de
gracia, según el cual Dios ofrece libremente a los pecadores vida y salvación
por Cristo, exigiéndoles la fe en éste para que puedan ser salvos. Y
prometiendo dar a su santo Espíritu santo a todos aquellos ordenados para vida,
dándoles así voluntad y capacidad para creer.
CAPÍTULO VIII
CRISTO EL MEDIADOR
XXIV. Plugo a Dios en su propósito eterno, escoger y
ordenar al Señor Jesucristo su Unigénito Hijo para que fuese el mediador entre
dios y el hombre, y como tal, Él es Profeta y Sacerdote y Rey, el Salvador y
cabeza de su Iglesia, el heredero de todas las cosas, y Juez de todo el mundo;
desde la eternidad de dio Dios un pueblo para que fuese su simiente y para que
a debido tiempo lo redimiera, llamara, justificara, santificara y glorificara.
XXV. El señor Jesucristo, por su perfecta obediencia y
por el sacrificio de sí mismo que ofreció una sola vez el Espíritu Eterno de
Dios, ha satisfecho plenamente a la justicia de su Padre y compró para aquellos
que éste le había dado, no sólo la reconciliación, sino también una herencia
eterna en el reino de los cielos.
XXVI. A todos aquellos para quienes Cristo alcanzo
redención, cierta y eficazmente les aplica y comunica la misma, haciendo
intercesión por ellos revelándoles en la palabra y por medio de ella los
misterios de la salvación persuadiéndoles eficazmente por su Espíritu a creer y
a obedecer, gobernando el corazón de ellos por su palabra y espíritu, y
venciendo a todos sus enemigos por su gran poder y sabiduría, y de la manera y
por los caminos que estén más en conformidad con su maravillosa e inescrutable
dispensación.
CAPÍTULO IX
EL LIBRE ALBEDRÍO
XXVII. Dios ha dotado la voluntad del hombre de una
libertad natural, que no es forzada ni determinada hacia el bien o hacia el
mal, por ninguna necesidad absoluta de la naturaleza.
XXVIII. El Hombre en su estado de inocencia, tenía
libertad y poder para querer y hacer lo que es bueno y agradable a dios, pero
era mudable y podía caer de dicho estado.
XXIX. El hombre pos su caída a un estado de pecado,
perdió completamente toda capacidad para querer algún bien espiritual que
acompañe a la salvación, así es que como hombre natural que está enteramente
opuesto a ese bien y muerto en el pecado no puede por su propia fuerza
convertirse a sí mismo o prepararse para ello.
XXX. Cuando dios convierte a un pecador y le pone en
el estado de gracia, le libra de su estado de servidumbre natural bajo el
pecado, y por su gracia solamente lo capacita para querer y obrar libremente lo
que es bueno en lo espiritual; sin embargo, por razón de la corrupción que aun
queda, el converso no quiere ni perfecta ni únicamente lo que es bueno, sino
también lo que es malo.
XXXI. El libre albedrío del hombre será perfecto e
inmutablemente libre para querer tan sólo lo que es bueno, únicamente en el
estado de la gloria.
CAPÍTULO X
LLAMAMIENTO EFICAZ
XXXII. A todos aquellos a quienes dios ha predestinado
para vida, y a esos solamente es a quienes le place en el tiempo señalado y
aceptado, llamar eficazmente por su Palabra y espíritu, sacándolos del estado
de pecado y muerte en que se hallaban por naturaleza para darles vida y
salvación por Jesucristo. Esto lo hace iluminando espiritualmente, a fin de que
comprendan las cosas de Dios; quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno
de carne, renovando sus voluntades y por su poder soberano determinándoles a hacer
aquello que es bueno, y llevándoles a hacer aquello que es bueno, y llevándoles
eficazmente a Jesucristo. Sin embargo, ellos van con absoluta libertad,
habiendo recibido la voluntad de hacerlo por la gracia de Dios.
XXXIII. Este llamamiento eficaz depende de la libre y
especial gracia de Dios y de ninguna manera de alguna cosa prevista en el
hombre, el cual es en esto enteramente pasivo, hasta que siendo vivificado y
renovado por el espíritu Santo, adquiere la capacidad de responder a este
llamamiento y de recibir la gracia ofrecida y transmitida en Él.
XXXIV. Los niños elegidos que mueren en la infancia, son
regenerados y salvados en Cristo por medio del espíritu, quien obra cuándo
dónde y cómo quiere. Lo mismo sucederá con todas las personas elegidas que sean
incapaces de ser llamadas externamente por el ministerio de la palabra.
XXXV. Otras personas no elegidas, aun cuando sean
llamadas por el ministerio de la palabra y tengan algunas de las operaciones
comunes del espíritu nunca vienen verdaderamente a Cristo y por lo mismo no
pueden ser salvas; mucho menos pueden, los que no profesan la religión
cristiana, salvarse de alguna otra manera, aun cuando sean diligentes en
ajustar sus vidas a la luz de la naturaleza y a la ley de la religión que
profesan, y el decir y sostener que lo pueden lograr así, es muy perniciosos y
detestable.
CAPÍTULO XIV
LA FE SALVADORA
XXXVI. La gracia de la fe, por la que los creyentes son
puestos en capacidad de creer para la salvación de sus almas, es la obra del
espíritu de Cristo en sus corazones y se efectúa ordinariamente por el
ministerio de la palabra, por el cual también y por la administración de los
sacramentos y por la oración, si acrecienta y fortalece.
CAPITULO XIV
LA FE SALVADORA
XXXVII. Son buenas obras solamente aquellas que Dios ha
mandado en su santa palabra y no las que sin ninguna garantía para ello, han
inventado los hombres por un celo ciego o so pretexto de buena intención.
XXXVIII. Esta buenas obras hechas en obediencia a los
mandamientos de Dios, son los frutos y las obediencias de una fe viva y
verdadera, y por ellas manifiestan los creyentes su gratitud, fortalecen su
seguridad, edifican a sus hermanos, adornan la profesión del evangelio, tapan
la boca de los adversarios, glorifican a Dios, pues son la obras de Él, creados
en Cristo Jesús para buenas obras, para que teniendo por fruto la santidad,
tengan por fin la vida eterna.
XXXIX. La aptitud que tienen los creyentes para hacer
buenas obras, no es de ellos en ninguna manera, sino enteramente del Espíritu
de Cristo, y para que ellos pueden tener esta aptitud, además de las gracias
que hayan recibido, necesitan el influjo eficaz del mismo Espíritu Santo que
obrará en ellos así el querer como el hacer por su buena voluntad; sin embargo,
ellos no deben mostrarse negligentes, como sino estuviesen obligados a obrar
fuera de una moción especial del Espíritu, sino que deben ser diligentes en
despertar la gracia de Dios que está en ellos.
XL. Las obras hechas por los hombres no regenerados,
aun cuando por su naturaleza puedan ser cosas mandadas por Dios y de utilidad
para ellos y para otros, como no proceden de un corazón purificado por la fe,
ni son hechas de un modo recto conforme a la palabra, ni con el objeto justo de
glorificar a Dios, ellas son entonces pecaminosas y no pueden agradar a Dios ni
hacer al hombre digno de recibir la gracia de Aquél. Con todo, los hombres se
hacen más pecaminosos y desagradan más a Dios si descuidad las buenas obras.
CAPÍTULO XVII
LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
XLI. Aquellos a quienes Dios ha aceptado en su amado,
y por su Espíritu ha llamado eficazmente y los ha santificado, no pueden caer
ni total ni finalmente del estado de gracia, sino que con toda certeza
perseveraran en Él hasta el fin, y serán salvados por toda la eternidad.
XLII. Esta perseverancia de los santos no depende de su
propio libre albedrío, sino de la inmutabilidad del decreto de elección que
nace del amor libre e inmutable de Dios el padre. De la eficacia de los
méritos de la intercesión de Cristo, de la morada del espíritu de Dios y de la
simiente del mismo que está en ellos, y de la naturaleza del pacto de gracia,
de todo lo cual se desprende también la certeza y lo infalible de ella.
XLIII. No obstante esto, los creyentes, por las
tentaciones de Satanás y del mundo, la influencia de los restos de la
corrupción que queda en ellos y por el descuido de los medios necesarios para
preservarse, pueden caer en pecado graves, y continuar en ellos por algún
tiempo. Por lo cual incurrirán en el desagrado de Dios, entristecerán a su
Espíritu Santo, se verán privados en algún grado de sus consuelos y de sus
influencias endurecerán sus corazones, debilitarán sus conciencias, ofenderán,
escandalizarán a otros, y atraerán juicios temporales.